Acumulación por despojo y corrupción

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Por Jaime Chuchuca Serrano

La acumulación del capital históricamente se ha basado en la violencia. Las guerras (de invasión, esclavización, comerciales, de despojo) son un constituyente originario del capitalismo que reordenan las fuerzas sociales. El reordenamiento geopolítico del mundo recompone la acumulación del capital hacia los centros. La mano de obra sin remuneración, la reproducción forzada, los trabajos del cuidado sin gasto de capital, la sumisión corporal por etnia, género y edad, la conformación de centros y periferias por tecnología, son varias formas de acumulación.

La acumulación por despojo territorial es constante en el mundo y Latinoamérica. Desde la invasión europea no ha pasado un día sin despojo. La megaminería es una de las actividades que, incluso en la pandemia, ha continuado funcionando. Algunos gobiernos han apuntado que esta será la fuente de los recursos para superar la crisis. Una gran incoherencia que atiza el cambio climático y otras pandemias y crisis. La selva amazónica y los páramos andinos son destruidos sin cesar, devastando la flora, la fauna y las comunidades humanas. Millones de personas en el mundo y países como Yemen ya no poseen agua para consumo. Una posible escasez de agua hará parecer la pandemia del coronavirus como un hecho insignificante.

La acumulación por corrupción se hace de forma legal e ilegal, en la interrelación del sector público y privado. Se desangran los recursos públicos y la soberanía, para que compañías privadas e individuos sean centros de captación. En Ecuador por siglos ha funcionado así el monopolio de la tierra. Las dictaduras militares de los setenta dispusieron los recursos de la explotación petrolera para la acumulación de la burguesía industrial y comercial; sucesivas reformas han organizado una élite que lucra con el petróleo y la deuda. El sistema financiero se ha beneficiado por el salvataje estatal reiterado, por el lavado de activos y el control financiero de producciones ilegales como la droga. La construcción de la obra pública y el sistema de compras públicas ha tenido permanentes sobreprecios que superan el 50% de los gastos reales durante décadas. En los años ochenta, noventa e inicios de los dos mil ni siquiera hay suficientes archivos para estudiar la corrupción, se llevaron hasta los papeles. En la década correísta, de bonanza petrolera, el Estado habría recibido alrededor de 150.000 millones de dólares. Según la Asamblea Nacional y la Contraloría, alrededor de 74 mil millones se habrían evaporado en corrupción. La reconstrucción de Europa, después de la Segunda Guerra mundial, se hizo con 19 mil millones USD, al cambio de 1945, los ingresos ecuatorianos representarían 8 mil 824 millones de dólares. Por concepto de la deuda externa hay similares operaciones.

Los procesos electorales cambian algunas fichas del entramado de la corrupción, pero mantiene básicamente los tentáculos esenciales. El Estado actual de Moreno, que se rige por un pacto político empresarial, tiene corrupción en todas las esferas. La corrupción de la mafia de los Bucaram es parte de los acuerdos que ha mantenido el gobierno en sus alianzas de poder. Miles de millones de dólares al año no llegan a los servicios públicos que necesitan los ecuatorianos, sino que van directamente a los bolsillos de la mafia público-privada estatal, interestatal y transnacional

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