Brasil: La mayoría de los electores no voto por el millonario fascista.

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Por Luis Falcao* / Brasil

Traducción RV Opción

 

 

La revolución no se desenvuelve en una línea ascendente, ni en un auge progresivo, ininterrumpido, sino en zigzag, en una sucesión de avances y retrocesos, en una sucesión de flujos y de reflujos y en el curso de ese desenvolvimiento las fuerza de la revolución son templadas y preparan su victoria definitiva” J. Stalin. Obras Completas, tomo 7

 

 

 

Después de pasar toda la campaña electoral huido de los debates y difundiendo mentiras por su Twitter y por Whatsaap, el capitán retirado Jair Bolsonaro – considerado por el propio Ejército como mentiroso, indisciplinado y mal militar – fue electo presidente de la República con 57, 79 millones de votos. Mientras que Fernando Haddad, de la coalición PT – PC do B- PROS. Alcanzaron 47, 04 millones de votos.

Como Brasil tiene 147 millones de electores, sumando los votos de Haddad con los que abstuvieron, votaron nulo o en blanco, la amplia mayoría del pueblo brasilero; es decir, más de 89 millones de brasileros se reusaron a votar por el candidato de la extrema derecha.

Pero ¿cómo fue posible que un capitán con una carrera mediocre en el Ejército y en el Congreso Nacional, que defiende la tortura, se convierta en presidente 33 años después de que el pueblo acabo con el régimen fascista impuesto por el golpe de 1964? ¿Por qué el candidato del PT no consiguió sensibilizar a 42 millones de electores que se reusaban a votar por Bolsonaro?

En el capitalismo no tiene democracia verdadera.

Como sabemos, en un país capitalista las elecciones están lejos de ser democráticas, pues ocurren bajo un sistema económico en el cual apenas un pequeño número de personas muy ricas son dueñas de los medios de comunicación (TV, periódicos, radios e internet) de las industrias, comercios, empresas agrícolas, haciendas, etc.1

Con ese poder los patronos, además de la presión psicológica y del asedio durante el periodo electoral, amenazan a los trabajadores con despidos en caso de que el candidato que apoyan no gane las elecciones. Prueba de ello fue el video divulgado por el empresario Luciano Hang, dueño de la cadena de tiendas Havan, para sus empleados y reenviado por centenas de otros dueños de empresas donde afirma textualmente que: si Bolsonaro no fuese electo, podría cerrar sus tiendas, salir del país y despedir a los 15 mil empleados: “¿Usted está preparado para salir de Havan?…Havan puede cerrar las puertas y despedir a los 15 mil colaboradores”2

Como si no bastase con que burguesía se apropia de las ganancias de la venta de los productos (la plusvalía), es dueña de los bancos, tiene el Estado a su servicio y controla el dinero, puede promover variadas formas de financiamiento de las campañas electorales. Por ejemplo: el Tribunal Suprior Electoral (TSE) investiga la denuncia de que empresarios tenían contratos por un valor de R$ 12 millones con empresas como Quickmobile, Yacows, Croc Services e SMS Market, para que realicen envíos masivos en WhatsApp en favor de la campaña del millonario Bolsonaro. El trabajador, por su parte, posee solamente su salario, que apenas le alcanza para pagar las cuentas. En caso de que sea candidato, necesitará convencer a sus hermanos y hermanas trabajadoras que sus propuestas son las mejores, por esas y otras razones es un error sobrestimar las elecciones burguesas.

A pesar de ser esta la realidad, algunos dicen que en este mismo sistema, el PT venció en cuatro elecciones para presidente de la República: Lula fue electo en 2002 y reelecto en 2006 y Dilma Rousseff fue electa en 2010 y reelecta en 2014. Pero es necesario recordar que antes de vencer en esas elecciones, Lula y el PT asumieron el compromiso de mantener no solo la propiedad privada sobre los medios de producción, proteger los intereses de los agro negocios, del capital extranjero y financiero y pagar la deuda externa.

Vuelve entonces la pregunta: ¿Por qué no siguió ganando las elecciones ya que hacia concesiones a los ricos? O peor: ¿Por qué fue a perder exactamente con el candidato más reaccionario de todos los candidatos que enfrentó, con una diferencia de 10 millones de votos?

¿Una derrota anunciada?

No hay evidentemente un solo motivo para la derrota de la coalición PT – PC do B en las elecciones 2018. El hecho es que, desde que se hicieron público las denuncias de corrupción en los gobiernos de Lula y de Dilma, el PT fue incapaz de responder de forma profunda a cada una de esas acusaciones.

En 2014, fueron realizadas las primeras prisiones del maderero Alberto Youssef, del ex director de Petrobras, Paulo Roberto Costa, del ex – director de Ingeniería de Servicios de Petrobras, Renato Duque. Inmediatamente vinieron las prisiones y las delaciones de los presidentes de la Odebrecht, Marcelo Odebrecht, de Andrade Gutiérrez, Octavio Marques de Azevedo; de la OAS, Jose Aldemario Pinheiro Hijo; de la UTC/Constran, Ricardo Pessoa; entre otros.

Sucesivos reportajes en los principales medios de comunicación mostraron cómo era operado el sistema de corrupción en la Petrobras y el desvío de dinero para las campañas electorales del PT, del MDB, del PP y otros partidos. Ante cada denuncia el PT se ponía más a la defensiva y perdía credibilidad. Tal situación se agravó con la delación premiada de los jefes de campaña del PT, Joao Santana y Mónica Santana, quienes afirmaron que recibieron fondos para hacer campaña del partido.

Las delaciones premiadas fueron usadas para la condena de Lula, que prefirió entregarse diciendo confiar en la Justicia. Condenado en segunda instancia, Lula fue apartado de la disputa para favorecer la elección de un candidato que, en tiempos de crisis económica, no tenga ninguna vacilación para recortar los salarios y corta gastos sociales.

Más recientemente, el ex ministro de hacienda en el Gobierno de Lula y ex – ministro de la Casa Civil de Dilma, Antonio Palocci, considerado el autor intelectual de la carta a los brasileros, durante su delación premiada, aceptada y difundida ampliamente en las televisoras, radios y periódicos y repetida centenas de veces en el programa del PSDB y en la segunda vuelta en el programa de Bolsonaro. En ella Palocci afirma que el dueño de Odebrecht, Emilio Odebrecht, hizo a finales del 2010, un “pacto de sangre” con el presidente Lula para que beneficie a su empresa y a cambio recibiese R$ 300 millones para los gastos políticos, el terreno donde sería construido el Instituto Lula, además de contratar conferencias del ex –presidente por R$ 200 mil.

Tales denuncias han hecho que el PT, un partido que nació diciendo que iría a acabar con la corrupción, pierda la confianza de buena parte del electorado, como quedó claro en las derrotas electorales que sufrió en los principales colegios del país a excepción del Nordeste

La crisis económica cierra miles de empresas.

Por otro lado, al mantener la economía nacional bajo el control de los monopolios capitalistas y del capital financiero, era una cuestión de tiempo, la crisis económica que sacudió la economía mundial a partir del 2008, ocurrió también en Brasil.  De hecho, el capitalismo es un sistema que produce permanentemente crisis económicas que provocan el cierre de empresas, desempleo en masa y pobreza. Pues bien, después de algunos años de crecimiento, una grave crisis económica irrumpe en la economía brasilera. Cuando en el 2015, en el segundo gobierno de Dilma, después de haber realizado una campaña denunciando a los bancos y los banqueros, haciendo un discurso contra el ajuste fiscal, la presidente nombró para ministro de Hacienda a Joaquín Levy, hombre fuerte de Bradesco, él adoptó el ajuste neoliberal que tanto criticara durante en la elecciones; su gobierno perdió apoyo ante los electores que la eligieron.

El ajuste fiscal durante el gobierno de Dilma trajo consecuencias desastrosas y profundizó la crisis. De acuerdo con el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE), órgano del Gobierno Federal, entre el 2013 y 2016, fueron cerradas en Brasil, nada más y nada menos que 13,8 mil industrias. Solamente en el 2014 al 2015, aun en el gobierno de Dilma 10 500 empresas fueron cerradas, resultado de cual quedaron millares de obreros despedidos. (G1, 21/06/2018).

Un número espeluznante, pero verdadero y que muestra toda la capacidad de destrucción que tiene la crisis del sistema capitalista. La población desempleada creció 27,35% en 2015, y alcanzó 8,59 millones de trabajadores. Con el aumento de la demanda de empleo, el salario mínimo y muchas pequeñas empresas del sector servicios también cerraron las puertas. La inflación oficial fue de 9,28%, el poder de compra de la población se edujo, el PIB cayó y la economía registró una contracción del 3,9%, la deuda interna aumento en más de 70% y los pagos de los intereses a los banqueros dejaron al Estado con pocos recursos para las inversiones públicas y sociales.

Los enormes gastos realizados por los gobiernos del PT para construir estadios para la Copa Mundo de la FIFA, en 2014, cuando la sociedad carecía de salud, de educación y pagaba caro por un transporte público deficiente, hizo crecer la desconfianza en el gobierno de Dilma y el PT, que prefirió culpar a las manifestaciones de junio del 2013 contra los abusivos aumentos de los pasajes, en vez de enfrentar las reales causas de su desgaste político.

Además del aumento del ejército de desempleados, formado en buena parte por jóvenes, las capas medias también pagarán su cuota en la crisis.  Aquellos que abrieron pequeñas empresas, miran sus locales sin clientes, su capital se hace humo y las deudas crecen, en mientras los bancos celebraban el aumento de sus gigantescas ganancias

En consecuencia, ocurre un vertiginoso aumento de la criminalidad y de la violencia, algo que sucedía lentamente en los años pre – crisis. La inseguridad de las personas en las grandes ciudades es motivo de conversación en las calles, las familias se sienten indefensas, miran diariamente en la televisión los asaltos y las muertes y se muestran receptivas al discurso que promueve acabar con la mayoría de edad penal y la delincuencia, matando a los bandidos. Tal discurso de protección a la familia, de más seguridad pública, pasó a ganar apoyo en las capas medias de la sociedad, pero también en la población trabajadora que asociaba los problemas sociales y económicos del país, no a sus verdaderas causas, el sistema económico, más a la corrupción y la impunidad. Recordemos lo que escribió Jorge Dimitrov en su importante obra La Unidad de la clase obrera contra el fascismo: “La demagogia social dio al fascismo la posibilidad de arrastrar consigo a las masas de la pequeña burguesía desajustada por la crisis y hasta los sectores de las capas más atrasadas del proletariado que jamás seguirían al fascismo si hubieran comprendido su verdadero carácter de clase, su verdadera naturaleza”

Ahora, la crisis económica, el desempleo, la pobreza, la violencia y la criminalidad no son obras del diablo, sino el resultado de la manera como la sociedad se organiza económicamente. Cuando el sistema es capitalista como en el de Brasil, solamente una minoría de personas, la burguesía puede enriquecerse y eso lo consigue explotando la fuerza de trabajo de la clase obrera y demás trabajadores y utilizando en su beneficio los recursos del Estado.  De hecho, según el informe del banco suizo OBS divulgado el día 26 de octubre, apenas 24 brasileños tiene una fortuna de US$ 176,6 billones, mientras falta trabajo para 27,6 millones de personas, de acuerdo con IBGE.

La ausencia del trabajo de concientización

Regístrese también que durante los 14 años que el PT estuvo en el Palacio de Plan Alto, en varios gobiernos estadales y centenas de prefecturas, no desenvolvió ningún trabajo de concientización del pueblo, no dejó claro quien realmente ganaba con el crecimiento de la economía capitalista o cuan perjudicial era que el capital financiero domine el Estado. En realidad en esos 14 años el PT, así como el PC do B, la entidades y movimientos sociales que dirigen buscaban al máximo la conciliación de clases.

Algunos días antes de las elecciones en un acto pro – Haddad, en Rio de Janeiro, el cantor y compositor Mano Brown, integrante del grupo Racionais MC’s, hizo exactamente este análisis: “Si el personal de aquí falló, ahora va a pagar el precio. Porque la comunicación es el alma y, sino está hablando la lengua del pueblo va a perder, ¿verdad?

La práctica de la conspiración

Incluso después del golpe parlamentario que sacó a Dilma de la Presidencia y entró Temer; el PT siguió con su política de movilizar y después frenar el movimiento. Fue así cuando durante la cúspide de las manifestaciones contra la destitución, Lula dijo que volvería a adoptar la “política de Lulinha paz y amor” y asumiría el Ministerio de la Casa Civil. Fue así también durante la huelga general contra las reformas laborales y de la Previdencia, haciendo apenas un día de paralización a pesar de toda la adhesión que tuvo de los trabajadores. Hubo además la decisión de no impulsar una nueva huelga general, meses después, contra la reforma de la Previdencia.

Además, las verdaderas causas dela crisis económica nunca son reveladas por los grandes medios de comunicación y los partidos revisionistas y socialdemócratas como el PT, que prefieren vender ilusiones de que es posible mejorar la vida del pueblo en la misma economía capitalista.

Resultado, los trabajadores y los pobres no perciben la relación directa existente entre los problemas económicos vividos por la sociedad y la violencia, y que el mismo sistema capitalista que concentra la riqueza en manos de unos pocos, es el sistema que lava dinero del tráfico de drogas en sus bancos y que los políticos que prometen más represión no pretenden reprimir el crimen, sino la lucha del pueblo por sus derechos.

Otro elemento decisivo para que el capitán retirado consiga llegar a la segunda vuelta y quedar en condiciones de derrotar a Fernando Haddad fue la puñalada que sufrió en día 6 de septiembre durante un evento de su campaña electoral en la ciudad de Juiz de Fora, en Mina Gerais. A pesar de estar cercado por seguridad privada, la Policía Federal y de correligionarios y con toda su experiencia militar, Bolsonaro consiguió la proeza de ser el único candidato a presidente apuñalado en una campaña. Extrañamente, la puñalada provocó en el excapitán una cara de dolor y de satisfacción.

A partir de ese momento, el candidato, que tenía apenas unos segundos de propaganda en la TV y en la radio, pasó a ser el candidato con más tiempo en todos los medios de comunicación. Fueron días enteros de cobertura mediática, de su cirugía, de su transferencia en avión para Sao Paulo, convirtiéndose en una víctima más de la inseguridad y de la violencia que reina el país. Nada podía servir mejor a un candidato que tenía como su principal bandera la cuestión de la seguridad pública que llevar una puñalada en plena luz del día. Todos los demás candidatos declararon tregua al candidato-víctima y suspendieron sus campañas. Fue una situación inédita: un solo candidato hacía campaña mientras los otros miraban por la televisión su crecimiento en la opinión pública.

¿Quién tenía motivos para dar esa puñalada a un candidato tan mediocre? Nadie se atrevió a hacer esta pregunta en los debates de los demás candidatos. El hombre que consiguió con el salario de capitán y de parlamentario construir, junto con sus hijos, una fortuna de R$ 16,5 millones apenas en inmuebles, que tenía una empleada fantasma en su gabinete, que recibía gastos de residencia a pesar de tener departamento propio en Brasilia, era inatacable dentro de un hospital.

Lamentablemente la campaña del PT pasó toda la primera vuelta sin desenmascarar a Bolsonaro. No denunció ninguna de sus mentiras, ni lo que realmente representaba su candidatura. La justificación para tal comportamiento es que nadie sabía que Bolsonaro iría para segunda vuelta. Pero no es así, el periódico A Verdade, en la edición 209, lanzada a inicios de septiembre, ya indicaba cual es el principal enemigo a ser combatido en las elecciones, decía en su titular: “Millonario Bolsonaro votó para retirar los derechos de los trabajadores”- (Ver: www.averdade.org.br).

En la segunda vuelta, la campaña de Haddad decidió revelar la verdadera cara del excapitán, su compromiso con el capital extranjero, la defensa que hace de la tortura y su posición siempre contraria a los derechos de los trabajadores y de los pobres. Pero tenía menos de 20 días para la elección y nada dijo sobre los intereses detrás de la prisión de Lula, se calló ante las acusaciones de corrupción de los gobiernos del PT y no aclaró por qué ocurrió el crecimiento del desempleo en el Gobierno de Dilma. Lo peor, se abrió de varias de las propuestas presentadas, mostrando vacilación en relación a lo que realmente defendía para el país.

Fue en ese ambiente que, mentiras como “los bandidos matan y son liberados y que los policías nada pueden hacer” repetidas por los medios de comunicación se trasformó en falsas verdades. De hecho, Brasil tiene la tercera mayor población carcelaria del mundo: el total de personas presas en el país llego a 726 712, en junio de 2016. En 2002, el número de presos en Brasil era de 238 345 personas. Hubo un crecimiento de casi 500 mil presos, por eso todas las cárceles están superpobladas.

En los últimos diez años, la Policía Militar de Sao Paulo mató a 5 mil personas y en Rio de Janeiro a 8 000, según el Levantamiento de Informaciones Penitenciarias (Infopen).

En realidad no tenemos una campaña de noticias falsas solo en la campaña electoral, sino durante los 365 días del año, pues así actúan los medios de comunicación buscando inculcar en las masas que el capitalismo es el mejor régimen del mundo, que el socialismo fracasó y que la revolución es imposible.

Exactamente por eso, nosotros, los comunistas revolucionarios, nos mantenemos con todas nuestras fuerzas, desde hace 19 años, publicando rigurosamente todos los meses el periódico A Verdade. Nos gustaría que fuese un diario o semanal, pero disponemos de pocos recursos y sabemos que para mantener nuestra independencia política, tenemos que andar con nuestros propias piernas.

El peor ciego

Después del resultado de las elecciones varios comentaristas burgueses propagan nuevas mentiras, como que: el gobierno de Bolsonaro no será fascista porque fue electo por el voto y él va a respetar la Constitución y la democracia.

Olvidan esos señores y señoras que el fascista y asesino Hitler también fue elegido por una parte significativa del pueblo alemán. De hecho, después de la profunda crisis económica de 1929, en las lecciones de 1930, el partido nazi obtuvo 107 lugares en el Parlamento. En las elecciones de julio de 1932, los nazis se convirtieron en el mayor partido del Reichstag, con 230 curules. Un año después, ya con Hitler en el poder, el partido nazi eliminó todos los partidos e implantó el régimen nazista en Alemania. También los golpista de 1964, después de deponer a Joao Goulart, juraron cumplir con la Constitución, pero después la desgarraron.

No es necesario tener maestría en ciencia política para comprender que Bolsonaro es un fascista y de la peor especie de fascista que existe: es fascista cobarde y mentiroso. Él es un fascista porque solo un fascista dice que cerraría en Congreso Nacional u orienta a su chico a decir que pueden fácilmente cerrar el Supremo Tribunal Federal (STF).

Bolsonaro es fascista porque solo un fascista no acepta que las personas tengan derecho de escoger su sexualidad, porque quiere imponer su vieja y podrida moral a toda la población brasileña. Es fascista porque solo un fascista dice que una mujer merece ser violada y no acepta convivir con otras opiniones. Es fascista porque solo un fascista dice lo que él dijo el día 21 de octubre, una semana antes de la elección, en un video divulgado en actos públicos de sus apoyadores:

“Esos marginales rojos serán expulsados de nuestra patria. (…)

Aguarde. Haddad va a llegar ahí también, pero no será de visita, no. Será para pasar algunos años a su lado.

Ya que ustedes se aman tanto, ustedes se pueden podrir en la cárcel. Porque el lugar del bandido que roba la pueblo es detrás de la rejas.

Petralhada, van todos ustedes para la punta de la playa. Ustedes no tendrán más ONG para saciar el hambre con mortadela de ustedes. Será una limpieza nunca vista (sic) en la historia de Brasil. (…) Bandidos del MST, bandidos del MTST, las acciones de ustedes será tipificada como terroristas. Usted no llevará más el terror al campo y a la ciudad.  O ustedes se encuadran y se someten a las leyes o van a hacer compañía al cacharro en Curitiba”

Eso es un discurso fascista hecho por un fascista y continuará siendo que quien ha tenido millones de votos

Por otra parte, como no creer que hay una tentativa de imponer el fascismo en nuestro país si días antes de la votación los tribunales ordenaron a la policía invadir universidades para reprimir la libertad de expresión, incautar cartas, folletos o manifiestos que denunciaban el fascismo: En la UFMG, en la UFRJ, en la Ufersa (Federal de Semiárido), en la UFCG (Prado o campiña Grande) y la Uerj. Hasta la inscripción: “más libros menos armas, la Policía retiró de la Universidad Estadal de Paraíba, y los debates y las aulas públicas sobre el fascismo fueron prohibidos en las Universidades Federales de Gran Dourados y de Rio Grande do Sul.

Si eso no es fascismo, ¿qué es entonces? ¿Autoritarismo? ¿Despotismo? ¿Violencia y tendencia para formas autoritarias o dictatoriales del gobierno?

El fascismo será derrotado.

Ahora, el hecho de que Bolsonaro sea fascista no quiere decir que todos los que votaron por él sean fascistas. Claro que no lo son. Es necesario separar la cascara del trigo. Como dice el poeta Mano Brown, se trata de una multitud que tiene que ser conquistada y eso será con un trabajo paciente en la base.

Él no conseguirá imponer el fascismo porque en medio del camino hay un pueblo que ama la libertad y siempre lucho por ella. Prueba de eso, son las amplias manifestaciones realizadas el día 29 de septiembre y el día 20 de octubre, así como la verdad de las urnas: 89 millones rechazaron votar al millonario que está en contra de los trabajadores y de las trabajadoras domésticas a tener un contrato firmado.

Además de eso, Bolsonaro, como ya declaro el banquero Paulo Guedes, su futuro ministro de Economía quiere privatizar todas las estatales. Sin embargo, el 67% de la población brasileña considera que la venta de las empresas brasileñas trae más perjuicios para la nación que beneficios. La privatización de Petrobras es rechazada por el 70% de los brasileños y 78% es contraria a la participación del capital extranjero en Petrobras y también en la Amazonía.

El discurso de Bolsonaro de que va a hacer crecer la economía y crear millones de empleos no pasa de un cuento de hadas. La gran burguesía y sus medios de comunicación también dijeron que con el gobierno de Temer iba a mejorar el país y fue un gobierno cien veces peor que el de Dilma. De hecho, el desempleo alcanzó niveles insoportables, varios derechos de los trabajadores fueron suprimidos y la corrupción creció. Solamente un ex ministro del gobierno de Temer, Geddel Vieira Lima, fue atrapado con R$ 50 millones en maletas en un apartamento en Salvador.

Las mentiras del capitán reformado de que acabara con los bandidos, con la violencia y toda su demagogia reaccionaria serán desenmascaradas en la medida en que su gobierno revele lo que realmente es: un gobierno para favorecer al capital financiero internacional y nacional, a los monopolios capitalistas y los grandes latifundios. Su política de traición nacional, de entregar nuestras riquezas, nuestro territorio, como la base de Alcántara y de la Amazonia a los Estados Unidos y otras potencias imperialistas, lo rebelaran como traidor a la patria que es.

Eso no significa, sin embargo, que el gobierno de Bolsonaro caerá solo. Para derrumbarlo es necesario un paciente y cotidiano trabajo de concientización de las masas, en particular de las masas trabajadoras. La clase trabajadora, como sabemos, es la principal clase revolucionaria de la sociedad, pues es esa clase la que produce las riquezas y solo ella puede construir el poder popular.

Para vencer al fascismo es preciso, por tanto, estar mucho más tiempo en las fábricas y empresas, en las escuelas, en las universidades y en los barrios pobres. También, en esa lucha contra el gobierno fascista de Bolsonaro es fundamental dejar de lado cualquier sectarismo, defendernos con unidad para debilitar al mayor enemigo, que tiene en este momento más fuerza y cuenta con todo el estado y medios de comunicación a su favor.

Es verdad que crecerá la represión, es verdad que ocurrieron cambios en la correlación de fuerzas en la sociedad a favor de la extrema derecha y de la gran burguesía nacional y extranjera. Pero como establece una conocida de ley dela Física: “A toda acción le corresponde una reacción opuesta y de igual intensidad”. Las luchas populares, obreras y estudiantiles, por tanto crecerán también.

La juventud estudiantil y combativa, con certeza tomara las vías contra todo acto represivo y arbitrario del gobierno fascista de Bolsonaro y su plan de destrucción de la educación pública. Las familias pobres continuarán luchando por su derecho a tener hijos, de criar a sus niños y luchar por el derecho humano a vivir dignamente. Las masas trabajadoras, que hoy tienen un enorme contingente de desempleados, exigirán su derecho al trabajo, derecho a vivir luchando como lo hicieron siempre, por un salario decente, harán asambleas y organizaran huelgas para derrotar la feroz explotación de los patrones. Los campesinos no tienen salida: si quieren tener tierra para trabajar, tendrán que también luchar y enfrentar con la cabeza erguida los arrestos autoritarios de ese gobierno de mentiras.

No se trata de ser aventureros. Acumulamos fuerzas y construimos en los dos últimos años, sin ningún centavo de la burguesía y contando con la abnegación y dedicación irrestricta de nuestros militantes, ese poderoso instrumento que es Unidad Popular, sin embargo, esta batalla aun no terminado y continua exigiendo de nuestra atención.

No hay motivo, por tanto para el desánimo. Somos herederos de sangre derramada por Manoel Lisboa, Emmanuel Bezerra, Manoel Aleixo, de revolucionarios que no temieron delante de los cascos. Somos herederos de Zumbi, de Jara, de Olga Benario Prestes, de Helenira, de Tina Martins, de las hermanas Mirabal, de Lenin, de Stalin, del Ejército Rojo, somos herederos del comandante Che Guevara y, como tal, somos compañeros de todos aquellos que luchan contra la injusticia en cualquier lugar del mundo. Nuestra causa es la causa de la liberación de nuestro pueblo, de siglos de sufrimiento, y la causa del socialismo y del comunismo y de la causa de la humanidad que lucha para destruir un sistema que mata de hambre a mil millones de personas y provoca guerras imperialistas.

Hoy, somos muchos más fuertes y más organizados de lo que en cualquier otro momento de nuestra historia. Si vencemos al espontaneísmo que aún existe, si superamos los individualismos que muchas veces nos lleva a tener descompromiso con nuestra organización, si desenvolvemos un trabajo aún mayor en el seno del pueblo y nos integramos con él, el futuro nos pertenecerá y la victoria será nuestra.

Notas:

¹El billonario Mark Zuckerberg es dueño y controla toda la red de Facebook y WhatsApp en el mundo. En 2016, en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, más de 87 millones de usuario de Facebook tuvieron sus datos personales filtrados para favorecer la campaña de Donal Trump.

²https://www.youtube.com/watch?v=Bed

*Luis Falcao, es director del periódico A Verdade, es miembros del Comité Central do PCR

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