Entrevista Dr. Jaime Breilh

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Por Fermín Vaca Santacruz

El epidemiólogo Jaime Breilh Paz y Miño, plantea algunos escenarios en la lucha contra el coronavirus en el Ecuador. Además de los modelos matemáticos, hay que considerar factores como la pobreza, la falta de servicios básicos y el acceso a la salud en muchas zonas del país, pero en especial en Guayaquil y su provincia.

Foto Luis Agüello/Plan V

Jaime Breilh

Médico e investigador. Estudios de posgrado en la Maestría de Medicina Social de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, Especialidad en Epidemiología en la Escuela de Higiene de la Universidad de Londres, y Doctorado (PhD) en Epidemiología por la Universidad Federal de Bahía, Brasil.

¿Usted como epidemiólogo cómo ve las medidas tomadas hasta el momento por el Gobierno?

Es un grupo de medidas acertadas. Creo que al principio hubo dudas sobre el comportamiento de la pandemia, pero el conocimiento internacional sobre el virus nos obliga a tomar el principio de precaución, con una drástica intervención sobre la movilidad social. Hay que apoyar a la autoridad en esto más allá de cualquier posición política. Es una necesaria medida, los países que se atrasaron en tomar la medida van a tener complicaciones. Si el Ecuador es disciplinado, si logramos disciplina colectiva en defensa de la vida, podremos protegernos y proteger a los demás. Las medidas se atrasaron un poco pero creo que ahora es la única salida posible. El país debe ganar tiempo para que el ritmo de la pandemia sea manejable. Si el índice RO, que marca la expansión de la pandemia, se dispara, la situación va ser muy compleja.

¿Cuál es el escenario que usted puede anticipar para los próximos días? ¿Qué podría pasar en Guayas?

La base de datos que conocemos en los medios técnicos nos hace pensar que si el país procede con firmeza y autodisciplina podría hacer un escenario manejable. Me preocupa que la población de Guayaquil esté en algunas partes como que no pasa nada. Ese tipo de fisuras en la contención colectiva puede ser muy peligroso. Si hay una adecuada coordinación entre el Ministerio de Gobierno y el de Salud tendremos un escenario sino fácil, manejable.

¿Cuál sería ese escenario manejable?  ¿Habría casos no tan graves o se podría producir una situación como en Italia?

Hay una serie de conceptos que hay que mirar con cuidado. Estamos hablando de una pandemia provocada por un virus que es una fabricación social. Sea que el virus provino de animales, de una guerra comercial o de una empresa, debemos tomar en cuenta que esto es una fabricación social. Estas cosas no surgen por una lógica natural. Por eso, la única manera de controlarlo en lo inmediato es controlar la movilidad, las distancias entre humanos, para que el proceso no se acentúe. En la población hay tres tipos de personas: los susceptibles, los infectados y los recuperados. El juego de esas tres poblaciones nos muestra el control de la pandemia. Debemos evitar que los susceptibles pasen a infectados, pues la principal fuente de contagio son las gotas de saliva. Hay que tener un estricto cumplimiento de los protocolos que se han establecido, como quedarse en casa. Eso pone en jaque a empresas e instituciones, pero hasta que se frene el proceso debemos quedarnos en casa.

¿Cómo podemos explicar mejor estos modelos matemáticos que están circulando? La representante de la OPS y la OMS, Gina Watson, habló del 5% de la población que se podría contagiar y de por lo menos 17 mil muertos. ¿Cuán fiables son estos modelos?

En esto quiero ser terminante, venimos luchando años en el problema de las epidemias. Hay que encontrar un equilibrio entre declaraciones alarmistas forjadas sobre bases matemáticas muy deleznables y no utilizar ninguna evidencia matemática. Lo que interesa al país es frenar que haya más contagios, hay que frenar la transmisión para dar tiempo al sistema de salud para que se recuperen las personas. Por ejemplo, el llamado índice RO, que es el ritmo de infecciones versus el de recuperación, no debe ser mayor a uno. En el caso de China se logró girar una curva de crecimiento de la pandemia en dos días con mucha disciplina. En Corea del Sur se usaron recursos que en el Ecuador no se pueden improvisar, que permiten hacer una gestión directa. Si el índice RO es menor que uno el problema está controlado. Por ejemplo, el RO del sarampión es de 12 a 18, la tosferina 12, el VIH hasta 5, el SARS también de cinco. Hasta ahora ese índice para el Covid es de entre 3,5 y 4. A pesar de que este virus es muy transmisible, no es de los mayores siempre y cuando se tomen medidas. Hablar este rato de cuántos van a morir o infectarse, sin hacer siquiera solucionado el sub registro y la falta de información  no es del todo posible. Hacer cálculos preciosistas de muertos e infectados no es posible en este momento. Y así fuera posible, debemos entender que se puede frenar si hay disciplina y movilización social.

La ex ministra de Salud habló de dos millones de pruebas. El nuevo ministro habló de solamente 200 mil por el momento. ¿Si se hace un tamizaje más amplio de la población se podría tener una idea más cierta de cuántos contagios puede haber?

Ojalá sea cierto que el país pueda tener pronto un sistema de diagnóstico amplio, democrático y gratuito. No estoy de acuerdo con que las pruebas cuesten y que intereses privados busquen hacer negocio en esta circunstancia. Debe haber un sistema de diagnóstico accesible, la salud está siempre cruzada por temas de clase social. Hay gente que muere de hambre y no tiene posibilidades de quedarse en casa. Se ha dicho que los vulnerables son los mayores de 70 años, pero no se dice que también son vulnerables personas que están en colectividades sin alimentos. El Gobierno debe enviar alimentos a las casas de esas personas, hay que pensar en una estrategia integral, no solo médica sino sociopolítica. No podemos medicalizar la situación, debe haber gestión adecuada en todas las ciudades. Debe haber un respaldo de las medidas subsidiado por el Estado, porque donde va a haber una eclosión del virus es en las periferias urbanas. Esto no es sólo que nos quedemos en casa y resistamos quienes tenemos una mejor situación económica.

¿Cómo influencia la demografía en esta pandemia? Se ha dicho en Europa murió más gente mayor, pero es porque hay muchos más ancianos. ¿En América Latina morirá más gente joven?

No  hay evidencia de que una pandemia sea exclusiva de ciertos grupos de edad. Aunque en este caso estamos frente a un virus con afinidad por el tejido pulmonar, que en personas de cierta edad puede ser más susceptible, lo que genera cuadros aparatosos en los adultos mayores. Pueden afectarse otros grupos de edad porque hay otras vulnerabilidades, como niños en desnutrición, en hacinamiento. La salud no puede privatizarse, no todo puede depender del bolsillo. Un conspicuo neoliberal como el presidente Macron dice que no se pueden privatizar los recursos de salud. Hay muchos apetitos tras la venta de medicinas y equipos de diagnóstico.

¿Cómo ve usted la situación de Guayaquil? En especial en la Costa hay muchas personas viviendo en marginalidad, sin servicios básicos. ¿Puede facilitar eso la transmisión del virus?

En Guayaquil hay una gran propaganda sobre el supuesto progreso y éxito de la ciudad. Se ha construido una idea ficticia, inflada con una lógica política, que vende una ciudad maravillosa, cuando tienen los índices más graves de inequidad social. Por eso no es extraño que se ha reproducido esto en Guayaquil, no solo por su tamaño sino por la política populista. Se busca un poco y hay evidentes contrastes. La pandemia tiene que ver con condiciones de vida que en Guayaquil no son las mejores. En otras ciudades de la Costa también hay un perfil parecido, las ciudades profundas tienen gran desigualdad social. Mientras en Quito hay disciplina colectiva me da terror ver el despelote que hay en Guayaquil, se siguen aglomerando para subirse en un bus, hay mucha gente en las calles. El país profundo deberá ser protegido. Esta epidemia puede ser un jardín de infantes comparado con lo que puede ocurrir en el futuro. Si no establecemos bases de protección nacional, si no descomercializamos la salud, no vamos a aprender. No es posible que sean los laboratorios farmacéuticos los que impongan la política de salud del país. Debemos entender que la salud está en crisis, y que eso puede conducir a una crisis irreversible.

¿Cuál es el justo medio entre el pánico y no tomar ninguna precaución?

Debemos evitar el mal uso mediático de intereses distintos a proteger la vida. No debe importar quiénes sean las autoridades, debemos disciplinarnos en parar este tema y planificar la salud nacional. Debe haber un debate profundo para replanificar la salud nacional y que estas cosas no nos tomen desprevenidos. Aún esto puede ser manejable y el sistema de salud todavía puede tener tiempo para prepararse. Hay que quedarse en casa y lograr que pare la pandemia. Debe primar el interés ético por encima del político y económico.

Fuente: Revista Plan V

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