Por Francisco Escandón Guevara
La industrialización de Europa, y posteriormente del resto del planeta, transformó los roles de género en la sociedad moderna. La exclusividad masculina en el trabajo asalariado transmutó con la incorporación de las mujeres a la producción capitalista.
Junto al enrolamiento de ellas, miles de niños y adolescentes también fueron contratados por los patronos. Esa admisión es el resultado del desarrollo de las actividades manufactureras y del interés de las élites por abaratar el valor del trabajo.
Para ampliar el margen de ganancias, en favor de los propietarios de las fábricas, se precarizaron las condiciones de empleo. Millones de seres humanos fueron proscritos a la más terrible esclavitud asalariada con agotadoras jornadas de trabajo de hasta dieciséis horas diarias.
Aquello motivó la organización generalizada de sindicatos obreros; la represión, el despido y el asesinato fue la respuesta de los patronos y del Estado burgués. El resultado de esa ebullición social desembocó en los actuales derechos laborales.
Esa es la esencia histórica del 08 de marzo que se pretende desnaturalizar. Hay un reiterado intento de esterilizar el contenido político de las luchas por la igualdad de género, inscritas en la lucha de clases, para instrumentalizar los derechos de las mujeres. La manipulación ideológica de las élites apuesta a la mercantilización de esta y otras fechas reforzando estereotipos sexistas, machistas y misóginos.
No hay nada por festejar, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora debe convocar una profunda autocrítica de la sociedad patriarcal. En la actualidad es mayor el porcentaje de mujeres sin trabajo, los salarios son menores a la de sus pares hombres, se discrimina su contratación por estar gestantes, son asesinadas por su condición de género, están subordinadas a roles denominados femeninos, son despojadas de los espacios de dirección del poder público, sus cuerpos son cosificados, se las criminaliza por abortar (aunque fueran violadas), etc.
Ante estas realidades, las respuestas del poder son una burla. Demagógicamente Noboa decreta que las casas de acogida, para mujeres víctimas de violencia, son esenciales, mientras reduce en 23% los recursos destinados para el Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos en el año 2024; él habla de los derechos de las mujeres trabajadoras, pero en la Consulta Popular impulsa el retorno a la precarización laboral mediante la contratación por horas. Cuanta doble moral.