Por Guido Proaño Andrade
Las perspectivas de crecimiento económico mundial son preocupantes, y lo son porque cuando la economía tiene tropiezos y caídas, son los trabajadores y los pueblos los que llevan la peor parte: pierden sus empleos, sus salarios disminuyen, los presupuestos del sector social se recortan, lo que significa menores posibilidades de acceso a la salud, educación, créditos productivos, vivienda y más; los grandes empresarios, en cambio, generalmente se benefician de créditos y políticas estatales de salvataje. No solo salvan los muebles, en medio de las crisis sus riquezas aumentan. Es lo que economistas del stablishment denominan aprovechar las oportunidades para crecer.
En julio pasado, en el Informe de Perspectivas de la Economía Mundial, el FMI hablaba de un «panorama sombrío e incierto». Semejante descripción bien valdría en el libreto de alguna película para crear una atmósfera de terror o suspenso. Aún más, se dijo que «La titubeante recuperación de 2021 ha venido seguida de una evolución cada vez más lúgubre en 2022». ¡Panorama lúgubre, sombrío e incierto!
Unido a semejante descripción, el FMI llegó a la conclusión que se debía revisar las previsiones de crecimiento. Este «se reducirá de 6,1% del año pasado a 3,2% en 2022, un descenso de 0,4 puntos porcentuales con respecto a la edición de abril de 2022», señala ese informe. El panorama «lúgubre, sombrío e incierto» parece que también será trágico. Eso se desprende de las opiniones de Kristalina Georgieva, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, vertidas este 6 de octubre en un discurso pronunciado en la Universidad de Georgetown, en Washington, en el que advierte que el mundo está amenazado por una recesión económica.
Georgieva adelantó que la próxima semana el FMI presentará una actualización de Perspectivas de la Economía Mundial, en el que se rebaja el crecimiento para el próximo año. Reconoció que «ya han rebajado tres veces las previsiones de crecimiento». Desde el lunes 10 de octubre hasta el domingo 16 de octubre, se realizarán la Reuniones Anuales del Fondo Monetario Internacional y el Grupo Banco Mundial.
Según el FMI, para hacer frente a la crisis, hay que ceñirse a estas tres políticas: Uno, política monetaria dura para controlar la inflación; dos, política fiscal responsable; y, tres, apoyo a los mercados emergentes y a las economías en desarrollo.
Una política monetaria dura significa elevación de las tasas de interés. Los bancos centrales ya están adoptando esas medidas, la Reserva Federal de los Estados Unidos ha aprobado las subidas más agresivas desde 1980, pero la inflación no ha sido controlada. En una economía con poco crecimiento y alta inflación, la elevación de las tasas de interés puede tener un efecto distinto al esperado, pues, podría contener las presiones inflacionarias (disminuye el consumo, encarece el crédito) pero limita el crecimiento. El Fondo sabe esto, la misma Georgieva advierte del riesgo de provocar «una recesión prolongada», especialmente por la acción muy agresiva y simultánea de los diferentes bancos centrales.
Otros efectos del endurecimiento de la política monetaria se observa en el intercambio comercial: bajan los niveles de consumo, disminuyen los niveles de producción, se elevan los costos de las manufacturas. Un día antes del discurso de la principal del FMI, la Organización Mundial de Comercio también informó una drástica reducción de las previsiones de crecimiento del comercio mundial para 2023. Para este año esperan un crecimiento del volumen del comercio mundial de mercancías del 3,5%, pero proyectan apenas un aumento del 1,0% para 2023. En abril pasado estimaban que el crecimiento sería del 3,4%. El año anterior el crecimiento fue del 9,7%. Las exportaciones de América Central y del Sur y el Caribe crecerán un 1,6% este año y apenas 0,3% en 2023, mientras en 2021 crecieron un 5,6%, o sea, será una de las regiones con mayor caída. La OMC reconoce que hay mucha incertidumbre sobre las previsiones, entre otras causas, debido al cambio de la política monetaria en los países capitalistas más desarrollados.
La segunda recomendación del FMI, política fiscal responsable, es bastante conocida en el país porque es una de las preferidas de los gobiernos neoliberales: disminuir o mantener bajos presupuestos estatales para los sectores sociales e inversión pública. Georgieva une esta política con la anterior y dice que «mientras la política monetaria está pisando el freno, no debería haber una política fiscal que esté pisando el acelerador». En el país, la Asamblea Nacional está por iniciar la discusión de la proforma presupuestaria del 2023 enviada por el ejecutivo, ahí veremos cómo el gobierno tiene previsto atender sectores esenciales, como educación y salud, que este año se vieron disminuidos en recursos.
Habrá que ver cómo encarará el Fondo el «apoyo a los mercados emergentes y a las economías en desarrollo». Una cosa es clara, la elevación de las tasas de interés provocará que se muevan capitales invertidos en países de menor desarrollo a los de mayor desarrollo, por el beneficio que esas tasas les otorga, afectando a esas economías. Y si se habla del endeudamiento público, que ha llegado a niveles records, el asunto se complica aún más.
La economía mundial no logró reponerse bien de la crisis del 2020 y se advierte que se avecina una situación similar. No hay duda que se trata de un fenómeno estructural del capitalismo.