Por Francisco Escandón Guevara
A un año para que los ecuatorianos vuelvan a las urnas, las fichas del tablero político se mueven para posicionar a las candidaturas que participarán en los comicios del 2021.
Hasta el momento existen no menos de una docena de candidatos que aspiran llegar al Palacio de Carondelet. Esta dispersión causa zozobra entre los votantes y vaticina una reñida contienda, pues a esta altura no existen favoritos para colgarse la banda presidencial.
Los candidatos de la tendencia derechista son varios y cada vez más se fragmenta su electorado cautivo.
Así el banquero Lasso oficializó su candidatura por tercera oportunidad, con menos expectativas que las anteriores, cargando sobre sí la responsabilidad de pactar con el gobierno neoliberal de Moreno en la Asamblea Nacional.
Otro representante de esta tendencia es Jaime Nebot a quien no le es suficiente el legado de su paso por la alcaldía de Guayaquil, sobre todo después de sus desatinadas declaraciones racistas que recomendaba a los indígenas quedarse en el páramo durante las movilizaciones de octubre anterior.
La apuesta del oficialismo, también representante de derecha, es Otto Sonnenholzner. El vicepresidente promueve su figura aprovechando la estructura estatal, aunque en varias ciudades es interpelado por el pueblo que condena la ineptitud del gobierno y su obediencia a los dictámenes del Fondo Monetario Internacional.
En las filas del correísmo hay incertidumbre porque buena parte de sus figuras no podrán ser candidatos si la justicia llega a sentenciarlos por corrupción. En la revolución ciudadana saben de sus límites, de la marginal posibilidad de crecimiento electoral más allá de su votación consolidada.
En la otra orilla se trabaja por lograr un gran consenso que sume a los partidos y movimientos políticos de izquierda (Pachacutik, Unidad Popular, etc.) junto a las organizaciones sociales como la CONAIE, el FUT y el Frente Popular. Cierto es que aún no han decidido su candidato, pero existen perfiles como el de Leonidas Iza, Jaime Vargas o Yaku Pérez. El reto de esta tendencia es convertir en votos el apoyo extraordinario que tuvo el levantamiento indígena y popular, de hacerlo lograrían la victoria.
La carrera presidencial empezó, la decisión la tiene el pueblo.