Por Patricio Camacho Z*
PacazaNews
En un informe de las Naciones Unidas, llamado “Un mundo en deuda”, presentando el 12 de julio por su secretario general, Antonio Guterrez, “unos 3.300 millones de personas -casi la mitad de la humanidad- vive en países que gastan más en el pago de intereses de la deuda que en educación o sanidad»
La deuda externa afecta a todos los países del Mundo, pero los efectos no son diferentes. Para países como EE. UU y Japón, que son de las economías más endeudadas; pero el peso político de estas potencias mundiales, determina que no tenga una misma valorización para la opinión mundial.
El crecimiento de la deuda pública en los países en vías de desarrollo y los enormes recursos destinados a su servicio, están ahogando las posibilidades de progreso para casi la mitad de la humanidad. Según los datos de la ONU, en 2022 el mundo alcanzó un récord de 92 billones de dólares de deuda pública, de la que, los países en desarrollo representan una parte desproporcionada del total y, en general, pagan unos intereses muy superiores, a menudo a acreedores privados que les cobran unas tasas muy elevadas.
Según datos del FMI, de un total de 52 países, casi un 40% del mundo en desarrollo, se enfrentan a problemas de deuda y 36 están sobre endeudados o en alto riesgo.
La mitad de las naciones en desarrollo dedican más del 1,5% de su producto interior bruto (PIB) y un 6,9% de los ingresos de sus gobiernos al pago de intereses, y en 55 de ellas, ese último porcentaje supera el 10%.
Según Guterres, medio Mundo se está hundiendo «en un desastre de desarrollo», con los gobiernos obligados a elegir entre «servir su deuda o servir a su gente», y sin espacio fiscal para invertir en mejoras para la ciudadanía (…) “Es un fallo sistémico; puede parecer que los mercados no estén sufriendo todavía. Pero la gente está sufriendo» (…) “los países africanos pagan cuatro veces más por tomar prestado, que los Estados Unidos y ocho veces más que los países europeos más ricos». Pero Guterres, hizo una aseveración histórica “esto es el resultado de la desigualdad construida en nuestro obsoleto sistema financiero global, que refleja la dinámica de poder colonial de la época en que se creó».
También reclama que la comunidad internacional dé más liquidez en momentos de crisis usando instrumentos ya existentes en el marco del FMI o expandiendo los bancos multilaterales de desarrollo para apoyar inversiones. Es decir, la arquitectura desigual de la economía mundial y de su deuda podría ser superada por una reforma en profundidad de todo el sistema financiero internacional; con medidas a corto plazo que pueden aliviar la situación, entre ellas un mecanismo que facilite las suspensiones de pagos, plazos más largos y tipos más reducidos de interés para países con dificultades, incluidos algunos de ingresos medios.
Como corolario, la mitad de la población mundial vive en países que gastan más en el pago de intereses de la deuda que en educación o salud, según este informe de la ONU; y restringen al máximo su inversión social. Por ello se dice que, en Wall Street, o en Tokio o Bonn, se define qué, cuánto y cuántas veces al día, comemos; dónde y con qué calidad estudiamos, y cuántas horas se destina para trabajar.