Abdón Calderón Muñoz

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Por Jaime Chuchuca Serrano

El político liberal ecuatoriano, Abdón Calderón Muñoz (1924-1978), relumbró por sus valientes denuncias contra la corrupción de las dictaduras militares de la década de los sesenta y setenta. Como en el siglo XXI, en 1973, un grupo de funcionarios del Banco Central de Ecuador vendió lingotes de oro de la reserva a 35 dólares, cuando su precio superaba los 140 dólares, en el mercado internacional, a cambio, recibía una jugosa coima. El país era perjudicado con 600 millones de dólares. El economista Calderón Muñoz lo denunció. En la década del boom petrolero, los militares habían beneficiado a las grandes compañías transnacionales y a la oligarquía local: compraron acciones de Gulf y Texaco con sobreprecios; el primer oleoducto se construyó con sobreprecio y beneficiaba a las empresas privadas. Era el “Festín del Petróleo”, como titularía su libro, Jaime Galarza Zavala.

Esta era la época del Plan Cóndor imperialista, y más tarde del Plan Viola, que desestabilizaban la región. La mano militar conspiraba atrás del Estado, como un poder entre las sombras. Las dictaduras censuraron periódicos y periodistas, exiliaron políticos y activistas, asesinaron jóvenes y desaparecieron estudiantes. Cuando se pensaba en regresar a la democracia, los militares pusieron una condición: no averiguar el pasado, la impunidad. No obstante, Abdón Calderón Muñoz realizó varias denuncias, leyendo con lupa los registros oficiales. Había acabado la primera vuelta, en la que Calderón fue candidato presidencial, y resultó ganador el binomio Roldós-Hurtado. El 24 de mayo de 1978, cerca de las 20h00, balearon a Abdón cerca de un Templo Masónico, donde tenía una charla; lo llevaron a la Clínica Santa Marianita, y después en avión ambulancia a Miami.

 Dirigía el Consejo Supremo de Gobierno, conformado por el almirante Alfredo Poveda, los generales Guillermo Durán y Luis Leoro. El asesinato fue planificado por este Triunviro Militar. El general Bolívar Jarrín Cahueñas, Ministro de Gobierno, dio la orden de muerte. Entre otros elementos que se investigaron, Jarrín Cahueñas habría entregado varias cantidades de dinero a Jaime Hermosa EsKola, quien, a su vez, los dio a Salazar, del grupo de los Atalas, para que organicen el asesinato de Abdón. Jarrín Cahueñas fue condenado a 12 años, en una cárcel militar VIP y con derecho a pensión vitalicia. Algunos hablan de la historia débil sobre las dictaduras militares, pero la historia política sigue siendo muy débil con los gobiernos y el militarismo actual.

 


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