Por Jaime Chuchuca Serrano
Han pasado varios días, y el CNE de Venezuela no hecho públicas las actas; su web ha pasado caída desde el 28 de julio. ¿Es un suceso extraordinario? En realidad, no. Lo hemos visto muchas ocasiones, con mayor o menor intensidad, en Ecuador, México (en la era del PRI), Perú, Guatemala, Honduras, El Salvador, EEUU y muchos otros países. ¿Qué hace diferente al proceso venezolano? La historia del chavismo es larga, con victorias y reveses. A Maduro le tocó afrontar los reveses: recibió denuncias de fraude en 2011, 2018 y ahora en 2024. Sin embargo, en 2011, Chávez (Maduro era vicepresidente) sacó 55,07%, una diferencia de 10 puntos respecto del segundo; en 2018 Maduro obtuvo 67,84%, unos 47 puntos de diferencia sobre el segundo; ahora, en 2024, el CNE proclamó que Maduro obtuvo 51,2% y González 44,2%, las otras candidaturas suman 4,6%.
La oposición de extrema derecha, con Machado y González a la cabeza, asegura que obtuvo más del 73% de los votos, y aunque este resultado tampoco es muy creíble, si han publicado sus actas en varias webs. La falta de transparencia de los órganos electorales, la casi nula corroboración de actas, la doble contabilidad de votos en oficinas paralelas, miembros electorales parcializados, son cuestionamientos reiterados en Venezuela y en la mayoría de países. En este sentido, las estrategias mediáticas disparan las alertas con claros objetivos geopolíticos: en la historia reciente tenemos a Perú, Bolivia, y ahora le toca el turno a Venezuela. El elevado conflicto social es el síntoma de la crisis política y polarización que existe en el país.
Independientemente de las elecciones, Venezuela ha sido centro de disputa por la mayor reserva de petróleo y otros minerales. El bloqueo económico se ha convertido en una válvula de escape global, para encarecer o abaratar el crudo. Entre 2015 y 2022, los hidrocarburos venezolanos se redujeron casi a un 20%. Desde la guerra en Ucrania, Venezuela ha recuperado terreno con un crecimiento positivo. Incluso en Wall Street, como lo revela el WSJ, hay empresarios a favor y en contra de Maduro, por los contratos millonarios. Los BRICS prefieren apoyar a Maduro, al igual que otros países, como Bolivia, Nicaragua, México, por la contienda entre los bloques económicos. Los gritos guerreristas de algunos políticos de EEUU, o de presidentes latinoamericanos (como Noboa y Milei), para intervenir el país, no tienen sustento alguno en la democracia, porque de otro modo no apoyarían a monarquías o dictaduras de África o Asia, de donde fluye el petróleo sin trabas para el bloque hegemónico. En materia internacional, hay que respetar el principio de no intervención y que sean los pueblos los que se autodeterminen.