Por Oswaldo Báez Tobar
La encíclica “Laudato Si´ sobre el cuidado de la casa común”, escrita por el papa Francisco y publicada el 18 de junio de 2015, se centra en el cuidado del planeta Tierra: nuestra casa común, en peligro de colapsar por la degradación incontrolada de la naturaleza y el medio ambiente.
La encíclica Laudato Si´(“Alabado seas”, en español) venía gestándose desde el año 2013 y es el resultado de reflexiones del Sumo Pontífice compartidas con científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales que han enriquecido el pensamiento de la Iglesia Católica sobre cuestiones del medio ambiente, con lo cual el Vaticano se alinea con la ciencia actual para entender la crisis ecológica del planeta y formular un llamado a la en defensa del mismo y de todos los seres que lo habitan (n.7). Laudato Si´ se inspira en San Francisco de Asís y se sustenta en las ciencias de la vida y de la Tierra, así como en saberes y prácticas de organizaciones conservacionistas latinoamericanas.
La nueva carta vaticana consta de seis capítulos y 246 parágrafos numerados; en cada uno de ellos aborda la cuestión ecológica y del medio ambiente con prolijidad y solvencia. Sus principales ejes temáticos son los siguientes: la convicción de que en el mundo todo está conectado, la íntima relación entre la pobreza y la fragilidad del planeta, la crítica a las formas del poder ligado a la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor de cada criatura, el sentido humano de la ecología y de un nuevo estilo de vida (n.16).
Capítulo I. Lo que está pasando con nuestra casa
Presenta una visión general de las condiciones ecológicas y ambientales del mundo actual: contaminación, cambio climático, basura, cultura del descarte, el clima como un bien común, el problema del agua y la pérdida de la biodiversidad, y, se sustenta en los mayores conocimientos académicos disponibles actualmente. Reafirma que “el cambio climático es (un) problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas, políticas que han devenido en uno de los principales escollos contemporáneos para la humanidad cuyos impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo” (n.25).
“Los recursos de la Tierra –explica- están siendo depredados a causa de formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva” (n.33). Respecto de la inequidad planetaria puntualiza: “La inequidad no solo afecta a las personas sino a países enteros y obliga a pensar en una (nueva) ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera `deuda ecológica´ particularmente entre el Norte y el Sur (…) Los pueblos en vías de desarrollo siguen alimentando el desarrollo de los países ricos a costa de su presente y su futuro”; ante lo cual existe una “débil reacción política internacional, a lo que se debe el fracaso de las conferencias Cumbres sobre medio ambiente” (n.51). Finalmente advierte que “es previsible (…) que se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones. (Panorama frente al cual) la Iglesia debe promover el debate honesto entre los científicos” (n.57).
Capítulo II. El evangelio de la creación
A partir de una visión holística y post-cartesiana de la realidad ambiental, el papa Francisco analiza las raíces del problema ambiental desde la perspectiva de la fe cristiana y propone una comunión universal y el destino común de los bienes de la naturaleza.
Capítulo III. Raíz humana de la crisis ecológica
Cuestiona el paradigma tecnocrático dominante y el lugar del ser humano y de su acción en el mundo al apuntar que “(…) el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado del desarrollo del ser humano en responsabilidades, valores, conciencia” (n.105). Denuncia al paradigma tecnocrático, al que lo califica como “paradigma homogéneo y unidimensional” (que) “supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta (y) que lleva a ´estrujarlo´ hasta el límite y más allá del límite. Es un presupuesto falso de que existe una cantidad ilimitada de energía y recursos utilizables, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de la manipulación de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos” (n.106). “El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. (Y provoca) un superdesarrollo derrochador y consumista que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora” (n.109).
Aboga por una nueva cultura ecológica: “La cultura ecológica no puede reducirse a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas del medio ambiente y las reservas naturales y la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida, y una espiritualidad que conforme una resistencia al avance del paradigma tecnocrático” (n.111).
Una concepción de la cultura que, cabe relievar, coloca en las antípodas a los fundamentos de las (contra) reformas educativas que impulsan en América Latina tanto los gobiernos conservadores como los “revolucionarios”, en obediencia a los dictados del capital transnacional de distinto origen.
El papa Francisco remarca en este capítulo que “la crisis ecológica es una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad, (por lo mismo) no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano”. Respecto del antropocentrismo moderno reflexiona en forma categórica: “Un antropocentrismo desviado da lugar a un estilo de vida desviado… cuando el ser humano se coloca a sí mismo en el centro termina dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales” (n.119).
De otro lado, expresa su preocupación por “la indiscriminada manipulación genética que ignora los efectos de esas intervenciones” (n.131). Sobre el cultivo de cereales transgénicos admite que puede incrementar la producción, pero advierte de las consecuencias negativas: “Su expansión arrasa con el complejo entramado de los ecosistemas, disminuye la diversidad productiva y afecta al presente y futuro de las economías regionales, además que conduce al establecimiento de los oligopolios de la producción de granos y otros productos, aumenta la dependencia…”. Respecto de asuntos tan cruciales escribe: “Hay que asegurar una discusión científica y social que sea responsable y amplia” (n.135).
Capítulo IV. Una ecología integral
En este capítulo formula varias proposiciones innovadoras: “Propongo que nos detengamos a pensar en una ecología integral que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales, la ecología ambiental, económica, social” (n.137). “Una ecología integral requiere una apertura hacia categorías que trasciendan el lenguaje de la matemática o de la biología y nos conecta con la esencia de lo humano” (n.11). Presta especial atención a la ecología cultural, a la ecología de la vida cotidiana, el principio del bien común y la justicia intergeneracional (n.144). Así, la encíclica Laudato Si´ se convierte, sin duda, en un mensaje mayor de ecología integral, al proponer un nuevo paradigma que trasciende lo estrictamente ambiental, como ni siquiera la ONU ha podido hacerlo.
Capítulo V. Algunas líneas de orientación y acción
Propone un diálogo sobre el medio ambiente y la política internacional. Con gran versación pasa revista a diversas conferencias de las Naciones Unidas: la conferencia de Estocolmo de 1977, la conferencia Cumbre de la Tierra o cumbre de Río de 1992 y Río+20 del año 2012, así como a las convenciones internacionales sobre biodiversidad, cambio climático y otras. Cuestiona la internacionalización de los costos ambientales, los bonos de carbono (…) Aboga por un diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales (n.178). “La grandeza política se muestra cuando en momentos difíciles se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo”. Plantea la necesidad de mayor transparencia en las decisiones y de una política y economía en diálogo con la plenitud humana; y la importancia de que las religiones participen en el diálogo con las ciencias (n.199).
Capítulo VI. Educación y espiritualidad ecológica
En el capítulo final llama a un gran desafío cultural, espiritual y educativo, a la apuesta por otro estilo de vida y de una educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente. “La educación ambiental ha ampliado sus objetivos. (…) Ahora tiende a incluir una crítica a los ´mitos´ de la modernidad basados en la razón instrumental (progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles de equilibro ecológico (…)” (n.210). Por otra parte, advierte: “(…) los paradigmas del pensamiento realmente influyen en los comportamientos. La educación será ineficaz y sus resultados serán estériles si no se procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. De ese modo seguirá avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de comunicación y a través de eficaces engranajes del mercado” (n.215). Aboga por la conversión ecológica y por la fraternidad universal, con lo cual el planteamiento ecológico se convierte en un predicamento para la humanidad.
A manera de conclusión
Laudato Si´ es un documento único en la historia de la Iglesia, escrito por un Pontífice latinoamericano renovador, coherente en su discurso y en su praxis diaria. Francisco es un humanista que predica la austeridad y actúa con austeridad, que cambió el boato y la ostentación de las ceremonias vaticanas por la humildad, sencillez y espiritualidad. Como el principal líder espiritual se dirige a todo el mundo con autoridad moral, llama a la reflexión y a la acción para salvar al planeta y a la mayoría de pobres que lo habitan.
La encíclica del papa Francisco aborda un tema de preocupación mundial con valentía, franqueza y a la vez con emotividad cuando exhorta a recuperar la capacidad de fascinación por la naturaleza y todos los seres que la conforman. En un lenguaje claro y directo presenta un cuadro realista de la degradación ambiental y social, que van de la mano –según su propia expresión-, a la vez que formula un llamado a la responsabilidad de los países.
En la preparación y publicación de la encíclica ecológica -como se la ha llamado-, Francisco se fundamenta en las ciencias naturales, particularmente en la ecología que ofrece la evidencia científica y es el soporte principal del corpus de la encíclica, con lo cual presenta al mundo un texto de alta rigurosidad científica y elevado contenido político -en el mejor sentido de la palabra-. Además, traduce su espíritu ecuménico al dirigirse a todos los hombres y mujeres -sin importar su raza o su religión-, para invitarlos a reconocer “la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para el desarrollo pleno del género humano” (n.62).
Es preciso destacar la corriente innovadora en la Iglesia Católica actual respecto a la contribución de la ciencia al conocimiento e interpretación de la realidad. La encíclica Laudato Si´ es rica en contenido científico, con ello la Iglesia hace suyos los conceptos y principios de las ciencias naturales y de la conservación de la naturaleza. Con esta apertura a la corriente científica actual el Papa potencializa y respalda su mensaje para llegar a un mayor número de personas en todo el mundo, a la vez que convoca y motiva -lo que por sí sola la ciencia no ha logrado hacer-.
La encíclica ha recibido el aplauso de la ONU, la FAO, la comunidad científica internacional, así como de las organizaciones conservacionistas y ambientalistas de todo el mundo; pero no ha sido bien vista por los gobiernos y políticos conservadores/modernizantes de Europa y Norteamérica que ven en el documento pontificio un cuestionamiento a sus políticas económicas y financieras, que son los factores raizales de la crisis ecológica. No cabe duda que el mensaje del papa Francisco, dado su liderazgo y capacidad de convocatoria, está llamado a provocar un gran remezón en la conciencia de hombres y mujeres de todas las latitudes.
Laudato Si´ acaso tenga una trascendencia similar a la que tuvo la encíclica “Pacem in terris” (1963) del papa Juan XXIII, cuando el mundo se encontraba al borde de una guerra nuclear. Ahora el papa Francisco hace un dramático llamado para salvar el planeta e invita a “buscar caminos de vida nueva” con ello su palabra llega para quedarse y trascender en la conciencia de la humanidad entera.
Referencias
Encíclica de Francisco: “Laudato Si´ sobre el cuidado de la casa común”. http://www.aciprensa.com/Docum/Laudato Si´. pdf 01/07/2015.