Por Jaime Chuchuca Serrano
El Banco Central del Ecuador (BCE) que debería llevar las cuentas nacionales con pulcritud, ahora ha incorporado en su comportamiento la lentitud y el maquillaje permanente de los datos. Ecuador vivió una contracción económica a fines de 2023, y el BCE la publicó con varios meses de retraso; se advertía la recesión en 2024, y se demoró en declararla. Las dinámicas trimestrales del PIB 2024, perfilan un ahondamiento de la recesión y un posible camino a la depresión económica: el primer trimestre fue positivo (1,2%), el segundo trimestre (-2,2%) y tercer trimestre (-1,5%) fueron negativos; el cuarto trimestre siguió el mismo camino. El PIB 2024 cerrará en -2,1%, aproximadamente; de modo abstracto, esto no dice mucho, si no se estudia el comportamiento de los sectores económicos: 14 de los 20 sectores económicos continúan en caída libre en el tercer trimestre. La deuda pública está alrededor de 85 mil millones de dólares.
Por ejemplo, el peor situado, el suministro de electricidad y agua se contrae en (-9%), y le siguen, la manufactura de productos no alimenticios con (-5,4%), el transporte y almacenamiento (-5,3%), minas y canteras (-5,1%), información y comunicación (-4,4%), refinados de petróleo (-3,9%), actividades profesionales y técnicas (-2,8%), actividades de hogares (-2,7%), construcción (-2,5%), actividades financieras y seguros (-2,2%), administración pública (-1,9%), comercio (-1,1%), salud y asistencia social (-0,6%) y enseñanza (-0,4%). En estos sectores, son claros los golpes recibidos por la subida de impuestos como el IVA al 15%, el incremento del precio de los combustibles, y los mismos apagones. La caída productiva en la electricidad y los refinados de petróleo, está encadenada a todas las ramas productivas; esto ha impulsado aún mayores pérdidas estatales, por contratación externa e importaciones a valores elevados. La disminución del gobierno en la inversión pública, golpeó a sectores como la construcción, transporte, almacenamientos y otros.
La población ubicada en la llamada clase media, ha tenido una caída constante desde 2022, y se agudizó en 2024 y continuará en 2025. Los apagones dejaron pérdidas millonarias, el 1,5% del PIB o más; e igualmente de 300 mil a 400 mil personas desempleadas. El INEC habla solo de un 4% de desempleo. El 66% de la población se encuentra en precariedad laboral. La migración del año rozó las 100 mil personas. Estas perspectivas continuarán para 2025. En el mes de enero, la gasolina extra se encuentra a precio internacional y no tiene subsidio; mientras que el salario continúa a precios locales. El gobierno de Noboa quiere privatizar el Campo Sacha y el OCP, disminuyendo más aún los recursos públicos. El país está lejos de superar la crisis energética, y las mejoras corresponden a la temporada de lluvias. Por estas razones, y otras de orden político, se articula un espíritu antinoboísta; así como emerge un discurso patriótico, frente al desastre provocado en la economía nacional.