Por Jaime Chuchuca Serrano
La gravedad de los acontecimientos en Ecuador, crisis económica, política, institucional, de seguridad, energética, han pintado un mapa con otros fenómenos políticos: el correísmo y anticorreísmo, el noboísmo y antinoboísmo, que han impulsado a una polarización; a lo que se sumaron las escasas probabilidades del movimiento organizado, popular e indígena para ganar las elecciones. El gobierno de Noboa ha sido desastroso, pero ha tenido la comunicación a su favor. Las dos grandes maquinarias electorales del oficialismo (ADN) y del correísmo (RC), consolidan su posición política en el tablero electoral. Aun así, ADN sigue siendo más poderosa por los recursos económicos de las oligarquías; las dos tiendas tienen gran presencia estatal, pero con un modelo hiperpresidencialista, ADN continúa teniendo gran ventaja para la disposición de los recursos públicos, contra toda normativa. En esta situación, la disputa electoral se realiza entre las redes oligárquicas noboístas, y del otro lado, la modernización capitalista del correísmo, que ha tenido relaciones con las primeras.
A lo anterior se añade, la fragmentación del escenario electoral, en el que juega un papel central el CNE, para registrar partidos e inscribir listas. El CNE está subordinado a Noboa. Aquí primó la antigua fórmula política, del divide y vencerás, y se fortalecieron las dos tiendas más representativas: ADN y RC. En esta situación, las elecciones del 9 de febrero, arrojaron los siguientes resultados: un empate técnico de Daniel Noboa (44,17%) y Luisa González (43,96%), en tercer lugar, Leonidas Iza (5,30%), y le siguen, Andrea González (2,7%), Kronfle (0,72%), Granja (0,53%), Escala (0,39%), Jairala (0,39%), Cucalón (0,36%), Tillería (0,32%), Tabacchi (0,26%), Araus (0,25%), Rabascall (0,22%), Gómez (0,18%), Cueva (0,17%) y Saquicela (0,12%). Los porcentajes electorales, demuestran el escenario de polarización política y de dispersión electoral, lo que se traduce en la falta de alianzas y capacidad programática. Sin embargo, lo fundamental, es que el noboísmo y el correísmo priman en la escena política electoral, y la votación de arrastre, hizo que esto se replique en la Asamblea Nacional; los 151 asambleístas se distribuyen así: RC (67), ADN (66), PK (9), PSC (4), Construye (1), UP-PID-PS (1), otras alianzas y movimientos locales (3).
En la primera vuelta de 2025, la mayoría del anticorreísmo se unificó alrededor de Daniel Noboa (44,17%), y la mayoría del correísmo y antinoboísmo alrededor de Luisa González (43,95%); de este modo, superaron sus porcentajes de la primera vuelta de 2023, donde Noboa obtuvo (23,47%) y Luisa (33,61%). La expectativa ciudadana, ante el proceso electoral de febrero de 2025, fue mayor en el conteo, porque se sabía la predominancia de la fuerza de Noboa sobre el CNE prorrogado. Se promocionó un Exit Poll de Diego Tello y algunas encuestas tendenciosas, para intentar sentar la idea de la victoria de Noboa en primera vuelta; pero los partidos y actores políticos esperaron a los resultados oficiales. Noboa ha usado la presidencia y los recursos públicos para la campaña electoral, y esto continuará en la segunda vuelta. En la primera vuelta, Noboa fortaleció su discurso autoritario y neofascista, acercándose a Trump y Milei, para ganarse al anticorreísmo y la derecha, y ahora buscará los votos faltantes, en los electores de Andrea González, Tillería, Cueva, Saquicela, Tabacchi, Gómez, Cucalón, Araus. El correísmo y Luisa, buscarán ampliar su base electoral con Iza, Rabascall, Jairala, Granja, incluso Kronfle, y el antinoboísmo que se dispersó en la primera vuelta; también con Topic, a quien el TCE sacó del juego. La segunda vuelta de 2023, resultó así: Noboa (51,83%) y Luisa (48,17%); ahora se mantiene la incógnita, y se preparan las estrategias para la segunda vuelta de 2025.