Por Ruth Cristina Vaca
En tiempo de elecciones, cuando nos encontrábamos a pocos días de realizarse la segunda vuelta para elegir al candidato que ocupará la Presidencia de la República del Ecuador durante los próximos cuatro años, prevalecía en la ciudadanía una constante preocupación por la transparencia de los comicios, más aún cuando en la primera vuelta electoral realizada el domingo 9 de febrero, la votación obtenida por cada uno de los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta tuvo una diferencia de apenas 19 mil votos.
Con estos antecedentes, el llamado a la ciudadanía por parte de las dos organizaciones políticas contendientes para que los ciudadanos participen en la jornada electoral del domingo 13 de abril de 2025, no se hizo esperar; pues el control electoral durante toda la jornada, desde la instalación de las juntas receptoras, hasta el conteo de votos y el registro de los resultados en las actas de escrutinio, se convirtió en una actividad clave para garantizar la transparencia de las elecciones.
Según el Consejo Nacional Electoral, 92 mil personas fueron acreditadas como delegados de las Organizaciones Políticas para el control electoral de la segunda vuelta. En muchos de los casos, el ejercer esta dignidad se convirtió para los ciudadanos en una responsabilidad voluntariamente adquirida, con el único afán de contribuir con el país para que el proceso se realice sin contratiempos y que los resultados sean claros, precisos y oportunos.
Para que una persona pueda ser delegado ante una Junta Receptora del Voto no solo era necesario tener la voluntad, sino, sobre todo, asumir la responsabilidad de asistir y recibir la respectiva capacitación para conocer las obligaciones y los aspectos en los que se debe prestar especial atención. Estos son: la instalación de la mesa electoral y principalmente durante el proceso de escrutinio, para observar alguna irregularidad, como por ejemplo: con los votos en blanco, en donde puede existir la posibilidad de que estos sean marcados a favor de uno de los candidatos; o con los votos válidos, que pueden invalidarse perjudicando al candidato originalmente favorecido, así como con las papeletas no utilizadas, que podrían rayarse de manera fraudulenta o alterar los resultados el momento del registro en el Acta de Escrutinio. Además, de estar presente durante toda la jornada electoral, de principio a fin.
El 13 de febrero recibí una invitación para formar parte de este proceso. Inmediatamente, y consultando solo con mi conciencia, tomé la decisión y registré mis datos para inscribirme. No fue sino hasta una semana antes de las elecciones, que recibí una llamada para preguntarme si en efecto estaba interesada y deseaba participar como veedora en este proceso electoral. Mi respuesta fue afirmativa. Recibí la información de los lugares y horarios de las capacitaciones, a una de las cuales necesariamente tenía que acudir y para ello ya era inminente comunicar en el seno de mi familia lo que había decidido hacer; pero, en mi fuero interno temía que no me iban a apoyar: porque creían que podía ser peligroso, por tener que pasar todo el día en el recinto electoral, y por la duda de que mi participación como veedora serviría de algo; estos fueron algunos de los cuestionamientos que recibí. Sin embargo, mis respuestas solo hicieron que cambiaran de opinión y que poyaran mi decisión.
Llegó el día esperado: domingo 13 de abril de 2025. La noche anterior había revisado mis apuntes de la capacitación recibida, pues quería tener perfectamente claro lo que me correspondía hacer y dejé todo dispuesto para llegar a las 06h30 al recinto electoral asignado, en donde tuve el enorme placer de conocer personalmente a algunas de las personas con quienes ya nos habíamos comunicado a través de mensajes y llamadas telefónicas y con quienes compartimos una extenuante jornada en pro del país.
Un hecho muy emotivo a resaltar, que se evidenció durante todo el día domingo, fue la presencia de las personas de la tercera edad, quienes, solos o acompañados, y a pesar de no estar obligados a hacerlo, acudieron a votar en sus respectivos recintos, dándonos un vivo ejemplo de responsabilidad, civismo y patriotismo.
Para satisfacción de todos los ecuatorianos, las elecciones se realizaron sin mayores contratiempos y los resultados fueron dados a conocer de manera rápida y oportuna. Es importante resaltar la participación de miles de personas que, como yo, de manera silenciosa, libre y voluntaria, asumimos la responsabilidad de actuar como delegados veedores en las juntas receptoras del voto, sacrificando un día para beneficio del Ecuador y su democracia.