Por Francisco Garzón Valarezo
Allá en Rusia, por el siglo XVIII, gobernaba la noble señora Catalina II, alias “La Grande”. Esta señora, no era grande, ni rusa, ni se llamaba Catalina. Era alemana, se llamaba Sofía Augusta Federica y su estatura era mediana, tirando a patucha. Pero la historia la recuerda como Grande porque modernizó el ejército, aumentó el territorio ruso y se involucró en la política europea.
Eso dice la historia; sin embargo, esa historia tiene siempre sus cojeras.
Un día, el gobernador de Moscú, el Conde Pyotr Semyonovich Saltykov, le informó a la reina que estaban listas las escuelas que había mandado a construir, que solo faltaba que los niños asistan.
La noble reina le contestó: “No las he fundado para esto, sino para quedar bien ante Europa. Piensa que, si un día nuestro pueblo siente el deseo de instruirse y consigue hacerlo, la primera consecuencia será que a ti y a mí nos echarán a patadas”.
Estas frases fueron dichas por la nobleza rusa hará unos 250 años y los plebeyos del gobierno del Ecuador de hoy, que se creen aristócratas, siguen pensando igual. Acá los niños están listos, pero las escuelas no están aptas. Hace poco la señora ministra de Educación dijo que no tenía diez millones de dólares que cuesta el mantenimiento de 222 planteles del país, pero la plata sale como maña de brujería cuando se trata de contratar publicidad para alabar al gobierno.
Cinco millones de dólares salieron para contratar gente que diga que las escuelas no están arruinadas, que no hay desempleo, que no hay enfermedades, que no faltan docentes, que no hay secuestros, que no hay crímenes.
No hay plata para la educación, pero se anuncia con delicia el avance de la construcción de la cárcel de El Encuentro en Santa Elena a un costo de cincuenta y dos millones de dólares.
Más de 24 siglos han pasado desde que Pitágoras acuñó el pensamiento de “educa a los niños para no castigar a los hombres”. Los rústicos “nobles” de aquí lo saben bien, por eso mezquinan recursos a la educación. Saben que un pueblo educado los sacará a patadas.
Así lo dijo Catalina La Grande.