Los miedos de Noboa

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Por Jaime Chuchuca Serrano

El régimen de Noboa atemoriza a la población con políticas turbias y al mismo tiempo gobierna con miedo. Y esta es una proyección psicológica, es el propio temor del presidente Noboa que se proyecta hacia el exterior: la inseguridad y ansiedad de perder el control. Todo esto está detrás del dispositivo de amenazas contra la oposición y la creación de enemigos. El noboísmo piensa: “todos están contra mí, yo me armo contra todos”. Esta es la estructura del ego noboísta, de la oligarquía que acumula demasiado poder político y económico. Los seguidores de Noboa gritan: “que se repriman las protestas con la máxima violencia posible”, como si el pueblo fuera un agente pasivo y sin respuesta.

La propaganda de campaña del presidente militarista y policíaco se ha convertido en costumbre. Noboa se acompaña de miles de militares y policías, helicópteros, tanquetas, fusiles, vehículos de todo tipo, además de funcionarios-cortesanos que le hacen caravanas entre convoy y convoy. Este es el despliegue de una guerra que Noboa ha armado contra la gente, muchos de sus votantes, contra el pueblo que protesta por pobreza y por hambre. Los rasgos paranoides de las políticas de Estado aparecen a cada momento: sospecha de conspiraciones civiles y militares; hipervigilancia del público y dirigentes; justificación de la represión extrema, de las desapariciones y asesinatos. Nunca se ha montado un show tan grande con convoys militares para hacer Tik Toks; de ahí la rabia de Noboa en Otavalo y en Cañar, cuando las piedras les dañaron las tomas. Por eso cambiaron el relato, al del intento de asesinato: un episodio tipo Netflix que se replicó en todo el mundo.

La necesidad de validación constante es la sombra de la fragilidad del ego presidencial. Se corre el riesgo de que los trastornos sociales se agraven con los trastornos psicóticos de sus líderes. El Ecuador necesita sensibilizarse por el sufrimiento ajeno; por la pobreza del vecino; por el desempleo y las ollas vacías. El racismo está a flor de piel y requiere nuevamente del efectivo bisturí del arma de la crítica. El discurso de Noboa de no querer regresar al pasado es el espejo del miedo de la minimización del poder de su oligarquía tradicional, pero, al revés, el presente del noboísmo, lo muestran los datos: el incremento histórico de homicidios, extorsiones, secuestros, y por si fuera poco, de las políticas de pobreza, crisis, represión física y violencia mediática, contra la misma gente que en pocas semanas les pedirá nuevamente el voto.

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