Del Reichstag al Mall del Sol: el guion se repite

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Por Gaby Guerrero Idrovo

En política, las falsas banderas no son teorías descabelladas, pero tampoco deben usarse a la ligera. Son operaciones históricas documentadas, usadas para manipular contextos políticos.

Y por eso, entenderlas es clave para no tragarnos cualquier narrativa ni propagar falsedades.

1, ¿Qué es una falsa bandera?

Es cuando un actor político (Estado, gobierno, grupo de poder) provoca o aprovecha un hecho violento y culpa a otro, para instalar un relato conveniente y justificar decisiones o medidas excepcionales.

No siempre significa que el hecho sea “inventado”: muchas veces se instrumentaliza políticamente.

2. El ejemplo histórico: Hitler – Incendio el Reichstag (1933)

La noche del 27 febrero el Parlamento Alemán (Reichstag) fue incendiado. En cuestión de horas Hitler culpó a los comunistas. Al día siguiente el presidente de Hindenburg firmó el “Decreto del Incendio del Reichstag “que suspendió libertades civiles, legalizó detenciones arbitrarias y censuras de prensa.

Semanas después, el Parlamento aprobó la “Ley Habilitante”, que dio a Hitler poderes dictatoriales plenos.

No importó si él inició el incendio o solo lo instrumentalizó: el evento fue usado para destruir la oposición y transformar al régimen.

  1. Ejemplo: Pinochet – “Plan Z” (1973)

Tras el golpe, la dictadura difundió un documento “secreto” que supuestamente revelaba un plan de la izquierda para asesinar oficiales y tomarse el poder. El “Plan Z” nunca existió.

Se uso para justificar la detención masiva de miles de personas, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales.

Además, sembró terror en sectores sociales que pudieron haber resistido al golpe, quebrando solidaridades.

La fala bandera aquí no fue un acto violento físico, sino una narrativa fabricada para legitimar un régimen autoritario.

4.- León Febres Cordero y el enemigo interno (1980s)

En el Ecuador de os 80, su gobierno desplegó una política de “seguridad nacional” alineada a la Doctrina de Seguridad de los EE.UU.

Se le atribuyeron atentados y acciones violentas al grupo Alfaro Vive Carajo (AVC), algunas reales, otras manipuladas o montadas.

Se usaron esos hechos como pretexto para torturas, detenciones sin debido proceso y persecución política, especialmente a sectores de izquierda y movimientos sociales.

Casos emblemáticos como el “Operativo Fénix” o las ejecuciones extrajudiciales fueron cubiertos con el relato del “combate al terrorismo”.

La estrategia fue clara: crear un clima de miedo interno para justificar la mano dura.

5.- Mall del Sol, 2025


Un hecho violento en un centro comercial icónico, en un momento políticamente clave (se acerca el referéndum constitucional).

En minutos, la narrativa oficial y mediática gira en torno a “ataques a la familia presidencial” y “grupos terroristas”, sin investigación transparente previa.


Paralelamente, en Imbabura hay represión a pueblos indígenas y denuncias graves de violencia estatal, pero el foco mediático se desplaza.


No se afirma que sea una falsa bandera, pero sí hay elementos clásicos de manual: timing político, control narrativo y desvío de atención. 

Ejemplos recientes del gobierno de Daniel Noboa.

El ataque a TC Televisión (enero 2024)

El asalto armado a un canal en vivo fue real, pero la forma en que el gobierno lo explotó políticamente fue inmediata: En menos de 24 h se declaró “conflicto armado interno”, se posicionó un relato de “narcoterrorismo” sin esclarecer responsabilidades estructurales, se justificaron medidas de excepción y reformas aceleradas.

El shock mediático neutralizó el debate sobre su legitimidad y preparación.

El caso Mall del Sol (octubre 2025)

Un ataque violento en un centro comercial emblemático, justo semanas antes del referéndum constitucional.

Narrativa mediática inmediata: “ataque a la familia presidencial”.

Distracción total del foco de Imbabura y de críticas crecientes a la militarización.

Uso político del miedo ciudadano para reforzar su discurso de “mano dura”.

Conclusión

No se trata de afirmar que todos estos hechos fueron montajes. Se trata de leer políticamente el patrón: hechos violentos o de alto impacto, relatos mediáticos unificados y emocionales, distracción de problemas estructurales y justificación de medidas autoritarias.

La historia enseña que las falsas banderas no siempre son ficciones totales; muchas veces son instrumentalizaciones políticas inteligentes y peligrosas.

Y en un país con memoria autoritaria, no cuestionar es abrir la puerta a la manipulación.

Fuente: X @gabiguerreroi

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