Galápagos NO es base de guerra, es patrimonio de vida y soberanía

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Por Isabel Vargas Torres*

La propuesta de una nueva Asamblea Constituyente, promovida por el presidente Daniel Noboa, no tiene como objetivo ampliar derechos ni fortalecer la democracia, peor aún la inseguridad. Por el contrario, diversos sectores sociales advierten que su verdadera intención es desmantelar las garantías individuales, colectivas y de la naturaleza consagradas en la Constitución de Montecristi. Esta iniciativa busca reconfigurar el Estado para favorecer intereses empresariales, facilitar la injerencia extranjera y consolidar un modelo de subordinación geopolítica.

Como ejemplo de esta tendencia, es la reciente aprobación legislativa para reformar el artículo 5 de la Constitución —norma que hasta ahora prohibía expresamente el establecimiento de bases militares extranjeras—. Esta modificación representa un punto de inflexión en la política de alineamiento estratégico con los intereses del imperialismo estadounidense.

¿Qué establece el artículo 5 y qué implica su reforma?

El texto vigente del artículo 5 señala con claridad: 

 “Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares.”

La reforma propuesta por el Ejecutivo elimina esta prohibición, abriendo la puerta a una presencia militar extranjera permanente en suelo ecuatoriano. Aunque se ha argumentado que la medida busca fortalecer la cooperación en seguridad, el contexto revela una lógica de cesión de soberanía y reposicionamiento del país como nodo estratégico de proyección militar.

Galápagos: de santuario ecológico a enclave geopolítico

Desde 2018, se han acumulado señales que preocupan a las organizaciones sociales, ambientalistas y defensores de la soberanía y a todo el país.

– El avión estadounidense Orión P3 comenzó a sobrevolar el espacio marítimo ecuatoriano. 

– En 2019, se anunció que el aeropuerto de San Cristóbal serviría como base de operaciones para el Orión P3 y el Awac. 

– En 2022, la jefa del Comando Sur de EE.UU. presidió en Quito la Conferencia Sudamericana de Defensa, calificando a China y Rusia como “amenazas malignas”. 

– En 2023, se firmaron múltiples acuerdos militares con EE.UU., incluyendo un Memorando de Entendimiento con vigencia hasta 2029. 

A esto se suma la Ley de Asociación Ecuador-EE.UU., vigente desde diciembre de 2022, que establece patrullajes estadounidenses en la reserva marina de Galápagos y la transferencia de embarcaciones militares al país. Bajo el discurso de protección ambiental y cooperación bilateral, se configura un patrón de militarización encubierta.

¿Qué está en juego?

Las Islas Galápagos no solo representan una joya ecológica del planeta, sino también un territorio protegido por la Constitución, por tratados internacionales y por la conciencia histórica del pueblo ecuatoriano. Convertirlas en un enclave militar contradice su estatus como Reserva de la Biosfera y vulnera el principio de Ecuador como país de paz.

Frente a la propuesta de permitir bases militares extranjeras —incluidas las Islas Galápagos— diversos colectivos alertan con profunda preocupación:

En caso de un conflicto armado internacional, cualquier instalación militar extranjera convierte al territorio en blanco estratégico. 

Las Islas Galápagos quedarían expuestas a ataques, bloqueos o represalias. No se trata de especulación: así funcionan las lógicas de guerra.

Galápagos no puede ser moneda de cambio en alianzas militares. 

Su valor no es táctico, es vital: biodiversidad única, equilibrio climático, memoria ancestral y dignidad nacional.

El pueblo ecuatoriano está convocado a reflexionar con firmeza y conciencia histórica. 

¿Deben las islas ser símbolo de paz y vida, o plataforma de guerra?   ¿Debe custodiarse la biodiversidad o arriesgarla por intereses ajenos?

La respuesta es clara: NO a la militarización. NO a la cesión de soberanía. NO en la consulta popular.

La reforma constitucional aún debe ser sometida a referéndum. Será el pueblo quien decida si acepta esta transformación estructural o la rechaza con dignidad. Desde los barrios, las comunidades, los movimientos sociales y los defensores del ambiente, se levanta la voz: 

¡Galápagos no es base de guerra, es patrimonio de vida!

* presidenta de la Federación de Barrios de Quito

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