Por Jaime Chuchuca Serrano
El proceso electoral actual que convoca a la Consulta Popular y Referéndum para la Asamblea Constituyente tiene un origen autoritario, ilegal e ilegítimo. No se podrá borrar de la historia la coacción a la Corte Constitucional, las marchas del gobierno de Noboa en su contra, el amedrentamiento a los jueces, los decretos autoritarios para esquivar a la Corte Constitucional, las amenazas de bomba, el ingreso violento de la policía a sus instalaciones, para propiciar, finalmente, la convocatoria. Como en otras circunstancias, los grupos de poder oligárquicos recrean los mecanismos políticos, electorales y mediáticos represivos para dirigir el voto ciudadano. Las campañas de terror armadas por el gobierno en contra de la oposición y la población, la persecución de las organizaciones sociales y dirigentes, el linchamiento mediático y otras ardides, evaden toda característica democrática.
Si en Japón o en la China los gobiernos y las empresas privadas están robotizando las tareas cotidianas, en Ecuador, al revés, se ha llegado a la bono-tización de la sociedad en los procesos electorales, un automatismo clientelar para la compra de consciencias más impúdica. Al menos hay nueve tipos de bonos temporales de Noboa, con datos totalmente reservados, además de los bonos anteriores. De este modo, se restringe el debate sobre las preguntas de las bases militares extranjeras, el presupuesto para las organizaciones políticas electorales, la reducción de asambleístas y la misma Asamblea Constituyente. Aunque la cúpula noboísta tiene la mayor cantidad de recursos y tecnología que ningún otro grupo político tuvo antes, no han variado el patrón oligárquico de pan y circo.
Los funcionarios gubernamentales han optado por no esbozar las ideas que impulsarían en la Asamblea Constituyente, de haberla. Es más, el mismo presidente Noboa ha preferido resaltar al ChatGPT para el probable diseño constitucional. Toda IA de generación de lenguaje tiene los sesgos de los creadores y se adapta a los usuarios y contextos. Al igual que la estructura del discurso gubernamental, una Constituyente así planteada corre el riesgo de automatizar y vaciar el debate político, para decir después la culpa es de ChatGPT. Por otro lado, un subgrupo de la vieja oligarquía quiere regresar a la Constitución de 1998, la misma que llevó al salvataje bancario. Entre la Constitución ChatGPT y la Constitución de 1998 se resume la pereza de pensar. Las políticas públicas, la Constitución, la Asamblea Constituyente, los órganos del Estado, deben nutrirse de lo más valioso del pensamiento humano y de las mejores habilidades sociales. Al contrario, en el discurso político muchas veces aparece el mundo distópico de Black Mirror, de un dibujo animado ganando las elecciones.
