Por Leopoldo Matews
“…Los trabajadores no nos extinguiremos, cubriremos la tierra con nuestro canto,
de atrás venimos y seguiremos luchando…La clase obrera es una sola, el mundo pertenece a quienes con sudor y amor lo labran, nuestro es el futuro, nuestra historia…”
Rafael Larrea I. “Cantata al 15 de Noviembre de 1922”
“…La multitud tenía alma, tenía alas…Cada una de las fisonomías innúmeras de hombres, de mujeres, talladas en guayacán o en roble opalino, saltaba del nebuloso anonimato a la cercanía de la voluntad compartida…”
Joaquín Gallegos Lara. “La cruces sobre el agua”
La huelga del 15 de noviembre de 1922, es uno de los acontecimientos más trascendentes en la historia del movimiento obrero del Ecuador. Se trata de la primera huelga general de los trabajadores, un momento alto de la lucha de clases que enfrentó a los trabajadores contra el Estado, fue un hecho heroico que marca el inicio de la lucha organizada de la clase obrera, del crecimiento de su conciencia, de su presencia e incidencia en la vida social y política del Ecuador. A partir de ese suceso y en medio del lento desarrollo del capitalismo, los trabajadores irán alcanzado un peso cada vez más decisivo en la vida económica, en la producción de la riqueza social y en el curso de los acontecimientos sociales políticos más importantes del país.
Los trabajadores de la ciudad de Guayaquil, centro del desarrollo del incipiente capitalismo, era escenario de numerosas luchas obreras que demandaban derechos básicos como el de salarios justos, jornada laboral de 8 horas diarias y descansos semanales, mejoras en las condiciones de trabajo, entre otras. Las organizaciones obreras se fortalecen, algunas alcanzan cierta conciencia de clase, unifican sus demandas y llaman a la huelga general. La magnitud de las movilizaciones, la paralización total de las actividades desconcertó al gobierno de la “plutocracia”, (gobierno de los agroexportadores y banqueros), presidido por José Luis Tamayo, responsable de la orden de masacrar a más de 1500 hombres, mujeres, niños del pueblo. Al conocer los hechos las organizaciones sindicales del país se movilizaron en distintas ciudades en rechazo y condenando el crimen. Tamayo, “ejemplar burócrata de la oligarquía” que quedó para la historia como el “presidente de la matanza”.
Ya desde esas épocas, se calificó al movimiento huelguístico como parte de una acción “extranjerizante”, como obra de “ladrones y criminales” a los que había que poner en orden para “salvar la patria” y la paz. Narrativas burguesas usadas para deslegitimar la lucha popular y justificar los crímenes contra el pueblo que, con algunas variantes, se sostiene en nuestros días. La historiografía burguesa ha tratado de ocultar los hechos de noviembre 15. Sin embargo, varios intelectuales y literatos ecuatorianos recogieron en sus trabajos los acontecimientos de esos días, dejando en varias obras un legado para la memoria y conciencia popular.
Una de esas obras es la novela “Las cruces sobre el agua” (1946), del escritor y militante comunista, Joaquín Gallegos Lara, magistral obra literaria en la que da cuenta de la situación de la ciudad de Guayaquil, de las condiciones de vida de los trabajadores y relata los trágicos momentos del crimen infame. Otra gran obra artística que recoge esta historia es la “La Cantata al 15 de noviembre de 1922” estrenada por primera vez en octubre de 1982 en el Teatro Universitario de la Universidad Central del Ecuador, escrita y dirigida por Rafael Larrea Insuasti, poeta, escritor y periodista ecuatoriano, miembro del Comité Central de nuestro PCMLE.
A partir de la Huelga del 15 de noviembre de 1922, las cosas no serán igual en el país, la clase obrera había nacido como sujeto político, los trabajadores de la ciudad y el campo desarrollarán su fuerza organizativa, su lucha incidirá en los acontecimientos políticos del país. La existencia de su organización política de clase, de su vanguardia, el PCMLE ha permitido orientar sus acciones, definir las metas mediatas e inmediatas en dirección hacia la construcción de la sociedad de los trabajadores.
A cien años de la Primera Huelga General y de la masacre, las relaciones capitalistas de producción se han expandido en todo el territorio, empresas capitalistas nacionales y extranjeras explota la mano de obra de cientos de miles de hombres y mujeres en todas las regiones, la injerencia del imperialismo afirma la dependencia del país. En esas condiciones, la lucha de los trabajadores por sus derechos se desenvuelve en numerosas acciones parciales y generales. Hoy, la clase obrera es más numerosa y es más calificada, se ha desarrollado su conciencia, su organización y proyección revolucionaria.
A continuación, presentamos una síntesis de los contextos y los acontecimientos del 15 de noviembre de 1922.
Las disputas inter imperialista a inicios del Siglo Veinte
Las dos primeras décadas del siglo veinte, estuvieron marcadas por acontecimientos internacionales de gran trascendencia que produjeron cambios económicos, políticos, sociales y culturales en todo el Mundo. El primero de ellos fue la Primera Guerra Mundial, iniciada en 1914, es la primera guerra en la etapa imperialista, fue la expresión de las disputas inter imperialistas que confrontaron a los principales países capitalistas de la época por el reparto de zonas y áreas de influencia. El resultado fue una nueva configuración del mapa europeo, se repartieron zonas y se apropiaron de territorios, se reconfiguraron y formaron nuevos países. Un grupo de monopolios y países imperialistas se consolidaron, ganaron y salieron favorecidos con la guerra, que trajo en cambio un enorme exterminio de seres humanos, destrucción de bienes y la pobreza extrema de amplios sectores de trabajadores y el pueblo.
En octubre de año 1917, la insurrección armada de los trabajadores rusos “asaltan el cielo”, toma el poder e instauran uno nuevo, el poder de los soviets, nace el primer Estado socialista. La noticia de este gran acontecimiento recorrió el Mundo, ganó la simpatía de millones de personas que se solidarizaban con el poder soviético y se adherían a las ideas del socialismo, del marxismo leninismo, estimulando a los trabajadores a luchar por un mundo nuevo, justo, solidario, por un nuevo sistema, el socialismo. La Revolución Socialista, asestó el primer golpe demoledor al imperialismo, pues marcó el comienzo de la crisis general del capitalismo, que se profundiza constantemente.
Incipiente desarrollo capitalista del Ecuador
En 1895, luego de décadas de lucha armada, triunfa la revolución liberal, comandada por Eloy Alfaro, hecho que formaliza el poder político en manos de la burguesía agro exportadora – comercial y bancaria. Desde ese año hasta 1912 (año del asesinato de Alfaro), se realizan las transformaciones de la revolución liberal, que no pudieron ser profundizadas por la traición del ala de derecha del liberalismo, dejando intactas las relaciones de carácter feudal que pervivirán por mucho tiempo más, sobre todo en la Sierra.
De todas maneras, se crearon ciertas condiciones para el desarrollo del capitalismo, para la llamada “modernización” del país; en 1906 Alfaro expide la “Ley sobre la protección de Industrias” que estimula las iniciativas industriales hacia la actividad azucarera; además se instalan fábricas de alimentos, bebidas, gas, fundiciones de acero, talleres mecánicos. En el quinquenio 1910-1915 la importación de maquinaria industrial es elevada, solo superada cuarenta años después (Icaza 1980). Las grandes plantaciones de banano, cacao, café, azúcar concentran a buena parte de los trabajadores asalariados. La principal obra del liberalismo fue la construcción del Ferrocarril que unió la costa y la sierra.
Para 1920, Ecuador era una semicolonia, dedicado principalmente a la producción y la exportación de cacao, que representaba alrededor de 70% de las exportaciones. La crisis económica internacional, provocó ese año la caída del precio del cacao en el mercado de Nueva York, de 16,76 dólares a 12,00 dólares el quintal, para caer aún más en 1921 a 5,75 dólares, la condición de país dependiente tuvo sus efectos destructores en la producción que disminuyó significativamente y se agravó por la presencia de plagas, ingresaron menos divisas al país, ocasionando el aumento del costo de los productos importados. El dólar subió de 2,25 sucres en 1920 a 5,40 sucres en noviembre de 1923, una devaluación de 140%; alcanzando un nivel promedio de 5,03 sucres en 1924, favoreciendo la rentabilidad de los exportadores.
Todo el peso de esa crisis fue trasladado por los capitalistas y el gobierno a las espaldas de los trabajadores que vivían una situación de sobrexplotación, con bajos salarios, donde el hambre y la miseria afectaba a las mayorías populares.
El poder de la plutocracia.
La plutocracia, era la denominación otorgada al poder de los banqueros, a la burguesía agroexportadora y a los industriales, asentados principalmente en la ciudad de Guayaquil, mientras en la Sierra los grupos de terratenientes, junto al clero sostenían las relaciones de producción feudales.
Guayaquil, fue escenario de trasformaciones significativas desde la revolución liberal. El auge agrícola y comercial eran evidentes, la población aumentó de 60 483 personas a 89 771. Casi 31 000 más en 21 años. La abolición del concertaje en 1918, estimuló el flujo migratorio Sierra – Guayaquil y zonas aledañas, llegaban huyendo de la esclavitud feudal, buscando oportunidades, llegaron para vender libremente su fuerza de trabajo, requerimiento esencial del capitalismo naciente. La ciudad creció, los barrios populares se expandían en medio de la insalubridad, la falta de servicios, el lodo y el abandono.
A partir del asesinato de Eloy Alfaro en 1912, el Banco Comercial Agrícola y su propietario, Francisco Urbina Jado, había alcanzado un gran poder, era quien ponía y quitaba gobiernos, uno de ellos fue el de José Luis Tamayo, abogado del banco desde 1904 y miembro de la junta directiva. Además, de emitir papel moneda, era el prestamista del gobierno. Para 1922 la deuda del Estado con el banco era de 11’218.259 de sucres, es evidente que el manejo estatal estaba plenamente condicionado a los intereses de los banqueros y agroexportadores.
Las organizaciones sindicales y el ascenso de la lucha
Para la época los trabajadores vivían una situación de sobrexplotación, de miseria y pobreza extrema, por lo que las expresiones de descontento y rechazo se presentaron y fueron cobrando fuerza, se construyeron diversas organizaciones sindicales y con ellas demandaban sus derechos.
Las primeras organizaciones obreras, eran gremios de ayuda mutua, muchos de ellos dirigidos por el clero o por representantes de los terratenientes y burgueses, eran organizaciones débiles. Pese a ello, desde su aparecimiento respondieron con lucha a la explotación capitalista; así “en 1896, la Sociedad de Carpinteros de Guayaquil (fundada en 1886) declara la primera huelga en el país, exigen y alcanzan la reducción de la jornada laboral a 9 horas. “La Sociedad Unión de Panaderos, en 1898 realiza la segunda huelga; lucha por el aumento salarial en dos sucres diarios” …” los ferroviarios se lanzan a la huelga en 1906 y 1908, buscando contrarrestar las infrahumanas condiciones de vida y de trabajo” (P. Icaza 1980). El 1º de Mayo de 1913, los obreros guayaquileños se movilizan reclamando las 8 horas de jornada laboral y “El Comité 1º de Mayo” arranca del gobierno de Leonidas Plaza que esa fecha sea declarada día festivo. Luego de la movilización persistente de los trabajadores, en 1916, cobra fuerza legal la jornada de 8 horas diarias de trabajo.
En un proceso, las organizaciones sindicales pasan a estar compuestas y dirigidas por obreros asalariados. Poco a poco las acciones y plataformas unificadas entran a debate y se van conformando federaciones y confederaciones. Según varios historiadores, se atribuye al exiliado cubano Miguel Alburquerque Vives, perteneciente al Partido liberal, la fundación en 1890 de la Sociedad de Hijos del Trabajo de Guayaquil, de la Unión Obrera de Quito y la Confederación Obrera del Guayas en 1905, considerada una central sindical. En 1908, se conforma en Guayaquil la Sociedad Cosmopolita de Cacahueros Tomas Briones” que aglutina a los trabajadores de las casas exportadoras de cacao, cuyos propietarios son los mismos de las grandes plantaciones. Los trabajadores del cacao alcanzan un peso significativo en la economía de la época y es el sector con posiciones de clase más avanzadas que estuvieron influidos por las ideas anarquistas.
El Primer Congreso Obrero Ecuatoriano se reúne en Quito, el 9 de agosto de 1909, fue convocado por la Sociedad Artística e Industrial de pichincha SAIP, al que asisten 28 delegaciones, diecisiete representan a organizaciones gremiales influidas la mayoría por la iglesia católica y el resto representan a concejos municipales. En este congreso se presentan ya las contradicciones entre las concepciones mutuales y sindicales. La Sociedad de Protección Mutua de Vivanderos (1895) en clara defensa de la independencia de clase, se opone a la participación de los industriales en el congreso y reivindican que “la clase obrera cuenta con sus hombres y elementos propios”
En 1920 se produce el segundo y el mayor congreso nacional sindical, con la asistencia de 50 organizaciones, en este evento se reitera la necesidad de la unidad de los trabajadores y de adoptar una línea de “lucha independiente y clasista del proletariado”, se conforma la Confederación Obrera Ecuatoriana, COE. En su plataforma demandaban la jornada laboral de 8 horas de trabajo, aumento de salarios para obreros y obreras… reconocimiento y protección de los derechos de los trabajadores, protección a la raza indígena, creación de escuelas nocturnas para obreros, escuelas de agricultura para campesinos, reconocimiento de las organizaciones obreras de mujeres, establecimiento de sindicatos profesionales, creación de Ministerio y Oficina del Trabajo para conocimiento de la legislación obrera y su cumplimiento, entre otros.
En octubre de 1922, se conforma la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana, FTRE, teniendo como base a la Sociedad Cosmopolita de Cacahueros, a este evento concurren 12 organizaciones, siendo las principales la Asociación Gremial del Astillero y el Centro Feminista Rosa Luxemburgo, luego de dos meses contaba ya con 36 organizaciones, era una organización anarcosindicalista que propugna la “abolición radical del dominio y la explotación del hombre por el hombre”, tiene la consigna de “Pan, Libertad, Amor y Ciencia”. Los postulados clasistas de FTRE y el ascenso de la lucha popular la convierten en la vanguardia del movimiento, desplazando a la COG, convertida en apéndice del poderoso Banco Comercial y Agrícola que difundía la resignación, la conciliación de clases y de subordinación a los agroexportadores.
En este proceso hay que destacar la heroica y decida participación de las mujeres, presentes históricamente en las grandes batallas populares, desde los levantamientos indígenas en la época de la colonia, en las gestas emancipadoras y las revueltas liberales, y, por supuesto, en esta gran gesta por los derechos de los trabajadores y contra el capital. Las organizaciones como la Rosa Luxemburgo y el Centro Feminista “La Aurora”, cumplieron un gran papel en la preparación y en el desarrollo de las acciones de la huelga, que pusieron su cuota de sangre con cerca de trecientas mujeres víctimas.
Desde 1916, ascienden las luchas de los zafreros, ferroviarios, mineros, tipógrafos y operarios artesanales, se va gestando un movimiento huelguístico.
En este proceso, el 18 de octubre de 1922, cobra relevancia la declaratoria de huelga de los trabajadores ferroviarios de la empresa norteamericana Quito and Guayaquil, Raiways Co. que se inició en la estación de Durán, contando el respaldo de la población y la adhesión de las demás estaciones de la línea férrea. Los trabajadores ferroviarios alcanzan la victoria, gran parte de sus demandas son aceptadas a regañadientes por la empresa, el alza salarial, la mejoras en las condiciones de trabajo, entre las más importantes, se convierten en realidad
Esta victoria levanta los ánimos combativos del resto de trabajadores y el pueblo, toman confianza en sus propias fuerzas, ven en la lucha y la huelga la posibilidad de alcanzar sus reivindicaciones y mejorar sus condiciones de vida. Así, los obreros de las empresas de luz eléctrica y carros urbanos de Guayaquil, el 8 de noviembre realizan un pliego de peticiones por la jornada de trabajo de 8 horas diarias y 6 días a la semana y el pago por accidentes de trabajo; otros gremios y organizaciones suman sus demandas, las reclamaciones se generalizan sin que haya respuesta de los empresarios.
Ante la tozuda negativa de los capitalistas, por iniciativa de la FTRE, se conforma la Gran Asamblea de Trabajadores, en la que están presentes los trabajadores del alumbrado público, talleres de mecánicos, del agua potable, de las panaderías, del cuerpo de bomberos, de los tranvías eléctricos, los coches urbanos, entre otros. Prácticamente todas o las más importantes organizaciones sindicales del puerto (53) decretan el paro el día 13 de noviembre, demandando el alza de salarios, las 8 horas de trabajo, mejores condiciones en el trabajo, rechazando la devaluación de la moneda, fue una acción general que no enfrentaba solo a un patrono sino al poder oligárquico y a su gobierno.
Esta Asamblea emitió elocuente y combativa proclama de huelga que decía:
“¡Compañeros!, la fuerza incontrastable del proletariado, reside en su unión, en su abnegación, en su reciproco apoyo, porque éstas son las condiciones básicas de su poder.
¡Pueblo hermano!, nos encontramos colocados en la situación más difícil a causa de la terquedad del capitalismo y sus sostenedores, quienes, prevalidos de la fuerza que los apoya, pretenden imponernos las condiciones más humillantes e imposibles para la solución de los justísimos reclamos que tenemos presentados a las respectivas empresas.
En consecuencia, la gran asamblea de los trabajadores decreta el paro general desde hoy a las tres de la tarde, como elocuente protesta por todos los atropellos de que somos víctimas.
Compañeros del pueblo, estamos vinculados por un gran imperativo, el hambre y no toleraremos que el déspota capitalista quiera pisotear nuestros derechos, si ellos viven en medio de la abundancia y de la orgía, es debido a nuestros brazos, a nuestras energías y a veces a nuestras vidas. “
A mitad de la tarde todas las actividades se paralizaron en Guayaquil. “El Comité de Huelga” asume el control de la ciudad. Se conformaron patrullas que vigilaban la urbe, las autoridades debían solicitar al Comité los permisos para transitar con sus vehículos. La huelga general había empezado. Los trabajadores sentían el poder de su unidad, de su decisión de lucha, de su trascendencia en la vida de la sociedad.
La burguesía busca desviar la lucha
La misma tarde del día 13, los representantes de los importadores y los banqueros (Banco Ecuador y Banco la Previsora) y la Confederación Obrera del Guayas, COG, se confabulan para desviar las demandas principales de la lucha, sosteniendo que el alza salarial no beneficiaba a los trabajadores, que más bien debían demandar la baja del precio del dólar. Esto provocó un gran debate en la Gran Asamblea de los Trabajadores, los sectores que sostenían la plataforma clasista fueron acusados de bolcheviques y estaban en minoría. Al final, triunfó la manipulación burguesa y las posiciones conciliadoras de la COG, contubernio con el cual los importadores y los banqueros elevaban sus ganancias, a la vez golpeaban la actividad especulativa de la fracción comercial y bancaria ligada al Banco Comercial y Agrícola (de Urbina Jado). Varios de los dirigentes sindicales renunciaron por considerar que asumir la demanda burguesa equivalía a traicionar a los trabajadores.
Los días 14 y 15 de noviembre se realizaron multitudinarias concentraciones con alrededor de 30 mil personas en las calles; esto fue calificado por F. W. Goding, Cónsul General de los Estados Unidos en Guayaquil, como “el peor levantamiento socialista (que) ha tenido lugar recientemente en el Ecuador”.
Los oligarcas y el régimen liberal de José Luis Tamayo, no estaban dispuestos aceptar las demandas, vieron en esas movilizaciones un enorme peligro para su “paz social”, así que decidieron terminar a cualquier precio con lo que calificaron como “la sedición extranjerizante” y “agitación extremista” a fin de “salvar la República del furor criminal de la chusma de salteadores”, “… “de los impreparados cholos, que creen que eso es socialismo”.
La masacre el día 15 de Noviembre
El día 15 de noviembre de 1922, las calles de Guayaquil se llenaron de miles y miles de trabajadores, artesanos, hombres y mujeres, jóvenes, viejos y aun niños, gente sencilla del pueblo, la concentración era tan grande que parecía que en las calles estaba “todo Guayaquil, menos los ricos”. La enorme multitud se dirigía a la gobernación a recibir la respuesta de las autoridades; sin embargo, el criminal y macabro plan ya estaba en marcha. Tres mil efectivos policiales y militares fueron concentrados en Guayaquil. El presidente Tamayo da la orden terminante al general Barriga, jefe de la Zona: “Espero que mañana a las seis de la tarde me informará que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil cueste lo que cueste, para lo cual queda usted autorizado”.
Pese a que habían logrado desviar los objetivos principales de la huelga, la burguesía y el gobierno desconcertados por la magnitud del movimiento en lucha, con el fin de asegurar sus intereses y dejar una lección a los trabajadores urdieron la masacre con premeditación y alevosía. Abrieron fuego contra la multitud indefensa. Cerca de 1.500hombres, mujeres, ancianos y niños cayeron víctimas de las balas asesinas. Algunos de los obreros buscaron defenderse y organizar la resistencia, construyeron barricadas, buscaron armas en los almacenes, enfrentaron con lo que podían el criminal y sorpresivo ataque del gobierno. Según Benjamín Carrión, esta fue la mayor masacre a obreros en el Mundo, teniendo en cuenta el número de fallecidos en comparación con la población de la ciudad que contaba 70 mil habitantes. Se cuenta incluso algunos burgueses dispararon contra los manifestantes cobardemente parapetados en sus balcones.
Al día siguiente del cruento crimen el poeta Francisco Delcasty, expresó su indignación y rechazo, con un sentido poema:
El hambre va en desfile,
macilentos los rostros sucios de la” plebe” pasan,
son los héroes del pan que están hambrientos,
porque el pan en mendrugos se lo tasan.
Los balcones se cierran en espanto
los lobos del sudor, en sus cubiles
imploran el milagro de algún santo,
y rezan al Señor de los Fusiles.
El hambre en tanto,
su canción arroja,
un puño en alto, una bandera roja,
y un grito rojo de humanal venganza.
Silban las balas su brutal respuesta,
¡Abrid cristianos el balcón¡¡Hay fiesta!
¡Mirad¡¡ha comenzado la matanza!
Las calles de Guayaquil se llenaron de cadáveres y sangre del pueblo, eran tantos que los criminales veían imposible que tanta gente sea enterrada en los cementerios de la ciudad, por lo que optaron por apilar el resto de cadáveres y uno a uno fueron tajados sus estómagos y echaos al río Guayas. Por ello, cada año en homenaje a los caídos, el pueblo lanza al río cruces con flores. De ahí el nombre de la novela “La cruces sobre el agua” de Joaquín Gallegos Lara.
La mascare no desarmó la huelga
Pese al tremendo impacto sufrido por la pérdida de vidas, los trabajadores no desistieron de la huelga, mostrando consecuencia, tenacidad y valentía continuaron con la medida; no había transporte ni luz eléctrica, por una semana más la ciudad siguió paralizada. El crimen no logró todo el efecto deseado, en medio de tan adversas circunstancias los obreros sostuvieron sus demandas forzando a los patronos a ceder la mayor parte de las ellas. Los trabajadores en lucha alcanzaron la victoria, los salarios fueron incrementados a los obreros gráficos, ferroviarios, barrenderos y choferes, entre otros.
Los trabajadores y el pueblo se movilizaron en solidaridad con sus compañeros del puerto, la condena se generalizó en todo el país. La burguesía, los voceros del gobierno ensayaron los justificativos más cínicos y ridículos. Así, por ejemplo, el general Barriga, responsable directo de la masacre dijo “la generosidad de los jefes oficiales y tropa han salvado al país de las horrorosas y comprensibles desgracias”; el ministro del Interior, en un informe al Congreso descaradamente espetó “Compatriotas, os juro que hemos salvado a la Patria”,En el diario El Comercio, medio de comunicación empresarial, se dijo: “la tropa disparo con medida: los tiros justos para hacer el efectonecesario”.Otro conocido personaje; José María Velasco Ibarra, en esa época, secretario del Concejo de Estado, con total desprecio al pueblo dijo “no hay masacre, no hay tal crimen, lo que hay es unos cuantos ladrones que han asaltado almacenes para robar”.
Desde esa época podemos ver que tanto los gobiernos, los sectores políticos liberales y conservadores, centristas o progresistas, los neoliberales, los funcionarios y representes de las cámaras de la producción, los generales del ejército y policía y los medios de comunicación ligados al poder, han sostenido con ciertas variantes una narrativa para ocultar y tergiversar los hechos, para insultar y descalificar a los luchadores sociales, para criminalizar a los dirigentes sindicales, para justificar los crímenes contra el pueblo. Pretenden asociar la lucha con el “crimen organizado” con los intereses de grupos externos, lo asocian con la delincuencia. Esta es otra muestra del odio profundo de la burguesía contra el pueblo trabajador.
La clase obrera inaugura una nueva era
Este acontecimiento sangriento, “apartó a las clases”, dejó en claro la naturaleza criminal de la burguesía, los trabajadores aprendieron a conocer a sus mortales enemigos. Fue el nacimiento político de la clase, cuya misión histórica es conducir la lucha de los explotados y oprimidos a la conquista del poder y la instauración del socialismo, de la sociedad de los trabajadores. Mostró objetivamente que la economía no puede funcionar sin su voluntad ni su trabajo. Demostró la importancia de sus consignas y plataformas, de la unidad y solidaridad de clase, de la capacidad política, de su rol de vanguardia para incorporar y movilizar al pueblo por objetivos cada vez más altos.
Esta primera experiencia de lucha generalizada de la clase obrera ecuatoriana que enfrentó al gobierno y a la oligarquía, también mostró las limitaciones ideológicas, políticas y organizativas propias de su desarrollo histórico. La influencia del clero, de la burguesía y del mutualismo, de las posiciones conciliadoras y del anarcosindicalismo limitaron su conciencia de clase. Fue notoria la necesidad de una dirección política que unifique la acción de la clase obrera y de los demás sectores de trabajadores de la ciudad y el campo en el resto del país. Era necesario la guía científica, su propia organización política, su propio partido político, que le conduzca al cumplimiento de las metas más altas.
El 15 de Noviembre, la lucha en las calles, fue heroica y creadora, una muestra de resistencia, de extraordinarias lecciones de iniciativas y valentía en medio del combate: Hubo expropiaciones de varias armerías, la construcción de barricadas, la presión psicológica de las mujeres sobre la tropa. Mostró que, por más instrumentos y campañas de terror y exterminio que haga la oligarquía, como la masacre del 15 de noviembre de 1922, el asesinato de los jóvenes en la Casona Universitaria de U. de Guayaquil, la Masacre de los obreros del ingenio Aztra, no detendrán el cumplimiento de la misión histórica de la clase obrera. Dejó claro que para la lucha por los intereses inmediatos y por la liberación de los trabajadores es necesario el uso de la violencia revolucionaria.
La clase obrera cobró conciencia de la dimensión de su fuerza unificada, de las posibilidades de la lucha, de la necesidad de cambios definitivos, de la unidad con los demás sectores de trabajadores, de oprimidos y explotados.
La organización política de la clase obrera
Uno de los hechos más relevante de este proceso fue la conformación de la primera organización política de la clase. Varios círculos socialistas se formaron en varias ciudades del país que devino en la fundación del Partido Socialista Ecuatoriano, el 23 de mayo de 1926, como la vanguardia de la clase obrera ecuatoriana, que significó un importante jalón en el proceso de conversión de una clase en sí en una clase para sí.
El partido del proletariado surge a raíz de esos acontecimientos como la representación de los intereses, anhelos de transformaciones de los trabajadores, es el instrumento político conformado por los elementos más avanzados de la clase obrera y por quienes se acogen a su línea, sus estatutos y su programa, a su táctica y estrategia para la liberación social y nacional, para poner fin a la explotación del hombre por el hombre.
Al poco tiempo, en el Partido Socialista, se hicieron presentes varias debilidades y deficiencias, las posiciones conciliadoras ganaron mucho espacio, provocando que los sectores más avanzados del partido, compenetrados con la teoría de la liberación de los trabajadores, el marxismo leninismo, encabezados por Ricardo Paredes, formen en 1931 el Partido Comunista del Ecuador, que cumplió un papel en la difusión y afirmación de las concepciones revolucionarias, trazó líneas para ligarse a las masas, fundan la CTE, la FEI y la FEUE, en los años 40 del siglo pasado.
Décadas más tarde, la dirección del PCE, claudican junto a las posiciones conciliadoras y revisionistas de Jruchov que tomó el poder en la URSS en 1953, tras la muerte de Stalin.
El debate entre las posiciones revolucionarias, entre las concepciones marxista leninistas se desenvuelven con intensidad y en 1964, levantando las posiciones de clase y revolucionarias nace el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador que, durante estos 58 años de existencia, ha cumplido su rol de vanguardia, de instrumento para liberación de la clase obrera y los pueblos del Ecuador, para la conquista del poder y la instauración del socialismo y el comunismo.
Han pasado cien años desde el nacimiento político de la clase obrera ecuatoriana, vivimos la etapa del imperialismo y de las revoluciones proletarias, en la que el peso de la clase obrera en la producción de la riqueza social es determinante. Si algo quedó claro durante la pandemia es el carácter parasitario de las oligarquías y el rol fundamental para sostener la vida de la humanidad de los trabajadores de la salud, de los alimentos, del agua y la electricidad, de la clase obrera de alimentos y servicios y demás sectores; la clase obrera es el centro de la lucha ideológica, del movimiento político y social. Ratifica que en el mundo la clase obrera es la sepulturera del oprobioso sistema capitalista y constructora del nuevo régimen social, el socialismo. La historia del desarrollo de la humanidad ha situado al proletariado como protagonista fundamental de la época por su rol transformador y revolucionario.
Por ello es que el imperialismo, la burguesía, la reacción y el revisionismo, en estos momentos de grave agudización de la crisis del sistema capitalista, de grandes estallidos sociales en todos los continentes, trata a toda costa de desviar, deformar, ocultar o negar la misión histórica de la clase obrera y el rol de los pueblos en la transformación revolucionaria de la sociedad. Desde mucho antes y ahora con más insistencia quieren convencer a los trabajadores y al pueblo que nada o muy poco pueden esperar de su propia lucha y organización; apelan a tener confianza en el sistema capitalista, hablan de resetear el sistema para calmar a la gente y evitar estallidos.
En realidad, el único camino que tienen los trabajadores y los pueblos es romper las cadenas de la explotación y la opresión, conquistar el poder y construir una nueva sociedad, plena de justicia y libertad, solidaridad y bienestar, de progreso y derechos para las grandes mayorías. Ese día está cada vez más cerca.
Bibliografía
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Revista Política No. 12. Revista teórica del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador, Ediciones de la Revolución Ecuatoriana ERE.1989
