Por Juan Bajaña*
En los años 60 y 70 del siglo 20, los vientos revolucionarios en ciertas circunstancias se convirtieron en huracanados; la revolución Cubana, la lucha guerrillera que asestaba golpes al imperialismo, las guerras de liberación, las masivas protestas que exigía libertades y nuevos derechos para los trabajadores y los pueblos y otras tantas acciones del movimiento obrero – popular, establecían los contornos de una situación de auge de la lucha de las masas que veían como nortes la revolución cubana, los combates de los pueblos de Vietnam, Laos y Cambodia, las incursiones militares del “Che Guevara”. En los mismos EE.UU. el movimiento Hippie y de negros se identificó condenando abusos del imperialismo.
El Mayo francés, el Cordovazo en Argentina, la masacre en Tlatelolco en México y a los bachilleres en Guayaquil, signaron al movimiento de jóvenes que se expresó por cientos de miles en el Mundo; el triunfo de la izquierda con Salvador Allende en Chile reafirmaba la existencia de un movimiento de izquierda en alzada, al que el imperialismo y las burguesías nativas respondieron con la represión que se cumplió con la dictaduras militares en los gobiernos, quienes dieron luz verde a la represión abierta y selectiva con la instalación de centros de interrogatorio y exterminio de revolucionarios.
En Ecuador las expresiones de condena a la política del imperialismo, principalmente norteamericano se sucedían; especialmente se puede recordar el rechazo a la presencia de Nelson Rockefeller, al rol del Instituto Lingüístico de Verano, al igual que las condenas a la violación de la soberanía en las 200 millas de mar territorial, en donde el saqueo era permanente por parte de los denominados barcos piratas, la presencia de la CIA, de empresas imperialistas como la Stándard Fruit Company, a lo que se unía la solidaridad con la revolución cubana y la indignación que causó el asesinato del “Che” Guevara como acto preparado ejecutado desde la CIA.
El golpe de los Coroneles en 1963, fue una clara respuesta del imperialismo y sus lacayos a la lucha popular que tenía una clara incidencia de la izquierda ecuatoriana. Entre las expresiones del avance de la lucha revolucionaria queda señalada la fundación del PCMLE el 1 de agosto de 1.964.
El arte popular, con todas las limitaciones que se quieran señalar, estuvo presente con obras que reflejaban la acción del movimiento obrero – popular y también fue blanco de la represión, el movimiento Tzánsico, los actos que tuvieron a la Casa de la Cultura como centro de importantes jornadas, la formación de grupos de literarios con la clara posición de izquierda, la plástica y la escritura tomaron significativos espacios en las luchas populares.
El golpe militar del 15 de febrero de 1.973 que puso como presidente a Guillermo Rodríguez Lara, fue una respuesta de la burguesía al momento político que vivió Ecuador en esos tiempos; la dictadura de Velasco Ibarra esta desgastada y la era petrolera requería de guardianes que aseguren al imperialismo Yanqui todos sus privilegios, lo que pasaba por enfrentar, entiéndase reprimir, la acción del movimiento social.
Al discurso desarrollista y demagógico de la dictadura le sucedieron acciones populares que entre otras consignas levantaban la de “hechos y no palabras”; el movimiento estudiantil asumió un rol protagónico, la presencia de la gente del pueblo en las universidades incidieron en la participación más activa y masiva del movimiento estudiantil. En 1.970 fue secuestrado y asesinado Milton Reyes, presidente de la FEUE de Quito; su sepelio fue otra expresión de la fortaleza que contenía ese segmento del movimiento social.
Las luchas que protagonizó el movimiento estudiantil fue variada y sostenida, varias detenciones y muertes dejó la represión policial; pese a toda la persecución de forma constante arreció en varios escenarios. La FESE se formó en 1.966 y en Guayas, Jorge Tinoco, fue un dirigente de primera línea en los 70 del siglo 20.
El auge de la lucha revolucionario aportó a nuevos espacios para la participación de las mujeres en la lucha social y lo político, los aportes que dejaron Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, Mamá Tránsito, se llevó a nuevos a nuevos niveles, ahora con jóvenes revolucionarios que enfrentaban y derrotaban prejuicios impuestos por el capitalismo en torno al rol de la mujer. Su participación, ha sido evidente en organizaciones que tenían la influencia de la izquierda.
Agosto de 1973 marcó un capítulo especial en las luchas populares del Ecuador; si bien la dictadura tenía engañado o chantajeado a ciertos dirigentes de organizaciones populares, de ninguna manera se puede pensar que todos estaban a favor del régimen de facto; las voces en la ciudad y en el campo se hacían escuchar contra la política de engaño del régimen.
Quedó señalado que a las denuncias que realizaron profesores sobre la entrega de cuadernos y lápices de mala calidad, lo que constituyó acto de corrupción y de engaño, la dictadura respondió con la cancelación de los denunciantes y la amenaza. Este fue otro hecho en contra de quienes opinaban y actuaban desde posiciones populares; en particular el magisterio ya había advertido su posición de exigencia en relación a ofertas realizadas por los dictadores, así como por las demandas de distintas reivindicaciones de dicho sector.
Podríamos decir que la UNE desbrozó un camino que lo tenían establecido diferentes sectores populares; más cuando se dio el asesinato a la profesora Rosa Paredes Jumbo en la recordada marcha por la dignidad del magisterio, cumplida en horas de la tarde en Guayaquil y que fue atacada por la policía en la calle 6 de marzo, al llegar a las inmediaciones del Mercado Central.
Rosita Paredes Jumbo fue de esa generación de jóvenes dio fuerza a esos vientos que se huracanaron en favor de la libertad, particularmente que alentaban cambios revolucionarios; su figura delgada de pelo largo se identificaba por el normal atuendo de los jóvenes que parecía tener como slogan “siempre listos para el combate”; su trato afable y amigable ha sido descrito por sus compañeras y compañeros de jornadas, en particular con quienes planificaron aquella histórica huelga de estudiantes del Colegio de Mujeres (en esos tiempos) Normal Rita Lecumberry, acontecimiento que rompió el dique se habían impuestos en otros colegios como el 28 de mayo, quienes también recurrieron a la huelga para ser escuchadas y atendidas.
Bien puede afirmarse que las acciones de la comunidad educativa, esto es UNE, FESE, FEUE en especial fueron influjos y motivaciones para otras en la ciudad y el campo.
Los años 60 y 70 del siglo 20 puso de manifiesto que los ideales revolucionarios llenan de grandes sensibilidades, en particular a la juventud; la solidaridad y la unidad, la lucha y el internacionalismo, la honestidad y la consecuencia podemos decir sin equivocarnos que son valores que identifican a esas generaciones. De seguro su faceta de integrante del coro así lo confirma.
Educar a la gente del pueblo fue una constante de los revolucionarios, quienes en muchos casos como el Profesor Federico (Jorge Tinoco) la asumieron de forma directa; la vocación de Rosita Paredes Jumbo por educar a la gente del pueblo la llevó a estudiar en el Normal Rita Lecumberry y asumir la cátedra en la escuela municipal en donde, como dijo Pedro sin trabajo en su poema, “los niños se preguntaran al final de cada clase con los cuadernos vacíos de tu presencia y que encontraran respuesta en tu palabra herida de muerte en la calle”.
La dignidad que con sus actos proclamó la juventud en los tiempos de Rosita derrotó a sus enemigos en los interrogatorios en los que Jorge Tinoco y Milton Reyes rindieron tributo a la vida; Rosa Paredes Jumbo se negó a dar la mano a Renán Olmedo González en la ceremonia de graduación, no vio digno mostrar amistad para con quien era carta de opresión y represión contra la gente del pueblo y en particular contra ella; ese fue otro gesto de rebeldía de esa juventud que soñaba con seguir los caminos del Che, “seamos realista hagamos lo imposible”.
Rosita, nacida el 12 mayo de 1.952, fue la bella flor arrancada en plena primavera, y el haber vivido sobre el manglar, en esa casa a la que llegaba cruzando puentes de caña, bien nos identifica con lo que se escribió en alguna de sus evocaciones y recuerdo “en medio del pantano florecen rosas rojas, que el fango inútilmente trata de ocultar, se olvidan del mensaje que impregnó su aroma, fluye como el viento y no lo detendrán”
Su rol de revolucionaria, militante del PCMLE, hace que su legado rebase los límites del feminismo; su ejemplo y acción de mujer combatiente por los derechos de participación de la mujer y de otros los amplió al comprometerse con la lucha por el cambio de la sociedad capitalista por la sociedad socialista, esto es derrotar de raíz las causas que sojuzgan y someten a la mujer a los mezquinos intereses de la burguesía que por ahora quiere restringirla a ciertos derechos democráticos que no resuelven los problemas de fondo.
El legado de Rosita Paredes Jumbo, es el de la mujer combatiente que se reconoció como luchadora por la revolución proletaria, esto es por el triunfo el socialismo y el comunismo, hace parte de la historia que se forja y escribe con la letra de los trabajadores y que establecen compromisos y juramentos que señalan recoger los manuales marxistas leninistas para atrincherarse con pasión el cumplimiento del deber como hija y madre, ahora de esta comunista con nombre propio… ROSA CECILIA PAREDES JUMBO.
*Voceo del PCMLE de la provincia del Guayas