Por Jorge Cabrera
Guayaquil, 1969. Las aulas se convirtieron en trincheras. Las mochilas, en escudos. Las palabras, en balas de dignidad. Y los corazones, en banderas rojas que jamás se rindieron.
La historia no se archiva. Se grita. Se revive. Se clava en la piel del presente como herida que no cicatriza, como llama que no se apaga. Así es el 29 de mayo. Así son los estudiantes ecuatorianos.
Era 29 de mayo. El sol no salía del todo, como si presintiera que ese día la historia se escribiría con sangre joven. Los estudiantes —esos sembradores de futuro— bajaban a las calles no por capricho, sino por derecho. Gritaban lo que duele, exigían lo que les pertenece: una educación digna, libre, crítica. Exigían el pan del saber, la libertad de pensar, el derecho de soñar sin cadenas.
Los muros del Colegio Vicente Rocafuerte y del Aguirre Abad temblaban ante la fuerza de sus consignas. No había miedo, solo fuego. Un fuego que no abrasa, sino que ilumina.
Y fue entonces, en ese instante en que la esperanza se hacía multitud, que el Estado mostró su rostro más oscuro. Llegaron los perros del régimen, los fusiles cobardes, las botas asesinas. No preguntaron. No dialogaron. Solo dispararon. Dispararon contra cuadernos, contra pupitres, contra gargantas que aprendían a gritar.
Los nombres de los caídos cuya memoria aún palpita en el pueblo no se perdieron entre la sangre derramada. Se alzaron como símbolos. Porque no murieron: fueron sembrados en la historia.
Desde entonces, el 29 de mayo no es un día más: es un estandarte. Es la memoria que no olvida ni perdona. Es la cicatriz que sangra cada vez que el poder asesina al pensamiento libre. Es el clamor de un pueblo que encontró en su juventud el fuego de la resistencia.
Allí estuvo la FESE, con su rebeldía incansable, con su voz de secundario que ya es pueblo. Allí marchó la FEUE, con sus banderas rojas, alzando el pensamiento crítico como puño. Allí floreció la Juventud Revolucionaria del Ecuador (JRE), cantera de valientes, fragua de combatientes, escuela de dignidad.
Porque la juventud no es el futuro: es el presente que combate, que construye, que transforma. Porque de sus filas brotan los y las revolucionarias que no piden permiso para cambiar el mundo, que no se arrodillan, que no negocian sus principios.
Hoy, 29 de mayo, no lloramos. Nos rebelamos. No conmemoramos una derrota, sino una siembra. Y desde esa siembra, cada año florecen nuevos estudiantes con libros en una mano y coraje en la otra. Estudiantes que entienden que la educación es lucha, que la libertad se defiende, que las reivindicaciones no se mendigan, se conquistan.
Y de su ejemplo florecieron conquistas: el libre ingreso a las universidades públicas, la gratuidad educativa, el reconocimiento del estudiante como sujeto de derechos. Conquistas que no fueron regalos de ningún gobierno, sino fruto del sudor, la organización y la sangre de generaciones enteras.
Malditos sean los verdugos. Maldita sea la bala que quiso silenciar la palabra. Maldito el Estado que respondió con muerte al clamor por vida.
Pero más fuerte que su odio es nuestra memoria. Más potente que sus armas es nuestra organización. Porque los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos. Porque mientras haya un estudiante dispuesto a levantarse, el 29 de mayo vivirá como llama encendida, como himno de rebeldía.
La juventud ecuatoriana, organizada en la FEUE, la FESE y la JRE, no está dispuesta a olvidar. Son la memoria rebelde. Son la cantera de la que brotan los y las combatientes del pueblo. Son el grito que exige: educación pública, gratuita, de calidad y para todos.
A los verdugos del pasado y del presente, les decimos: ¡a cada intento de represión, responderemos con más organización!
A quienes mercantilizan la educación, les advertimos: ¡la juventud no se vende, se levanta!
Y al pueblo, le recordamos: ¡la lucha estudiantil es la lucha de todos!
¡Honor y gloria eterna a los estudiantes caídos!
¡Viva la FEUE, la FESE y la JRE!
¡Viva la Juventud Revolucionaria del Ecuador!
¡29 de mayo: día del estudiante rebelde, día de dignidad, ¡día de combate!
29 de mayo de 2025