Por Simón Zavala Guzmán*
El 25 de octubre del 2015 se inició la circulación de una colección de libros sobre la literatura ecuatoriana denominada “Biblioteca Básica de Autores Ecuatorianos”, un “proyecto cultural y educativo” de la Universidad Técnica Particular de Loja. Este proyecto según la información que consta en la página de créditos de cada libro tiene como autor y director general al señor Juan Valdano y como Coordinador al señor Francisco Proaño Arandi y está compuesto por 28 libros en los que constan 123 escritores. En la contratapa de cada uno de los libros publicados se expresa: “La Biblioteca Básica de Autores Ecuatorianos (BBAE) es un proyecto editorial y académico de la Universidad Técnica Particular de Loja. Su finalidad es presentar una antología de la literatura ecuatoriana en la que se hallen presentes los autores más representativos del pensamiento literario del Ecuador a partir del siglo XVIII. Esta magna tarea fue encomendada a un equipo de reconocidos críticos y estudiosos de la historia de las letras ecuatorianas, quienes, luego de evaluar el aporte de cada uno de los escritores cuyas obras han sido publicadas a lo largo de estos cuatro siglos, elaboraron un listado de nombres y obras que objetivamente se consideran los más destacadas e imprescindibles para entender la evolución del arte literario de nuestro país”.
Lo primero que sorprende es que tanto el señor Valdano como el señor Proaño, al incluirse en esta “Antología”, (los que, por un sentido de ética personal, no debían haberlo hecho), independientemente de que sean escritores, no pueden ellos mismos autocalificarse como “autores más representativos del pensamiento literario del Ecuador, a partir del siglo XVIII”. Esto hace recordar ese refrán de la sabiduría popular que dice: “Alábate queso rancio”. Con qué autoridad ética y moral, los dos se consideran “autores más representativos del pensamiento literario del Ecuador, a partir del siglo XVIII”. ¿Quién los ha calificado de esta manera? ¿En base de qué se autocalifican así? Los dos, son autores con relativa importancia en las letras de nuestro país, que no constan en ninguna antología internacional, que no aparecen tampoco en el contexto de por lo menos Sudamérica y que no pasan de ser escritores de y para nuestro medio. El hecho de pertenecer a la Academia de la Lengua Ecuatoriana (excluyen de esta “Antología” a la Dra. Susana Cordero de Espinoza Presidenta de la Academia a la que los dos pertenecen) no los hace, bajo ningún punto de vista, representativos del pensamiento literario del Ecuador.
Por otra parte, se sostiene, con el objeto de darle algún sustento a este “Proyecto” que: “Esta magna tarea fue encomendada a un equipo de reconocidos críticos y estudiosos de la historia de las letras ecuatorianas, quienes, luego de evaluar el aporte de cada uno de los escritores cuyas obras han sido publicadas a lo largo de estos cuatro siglos, elaboraron un listado de nombres y obras que objetivamente se consideran los más destacadas e imprescindibles para entender la evolución del arte literario de nuestro país”. Es grave una afirmación de esta naturaleza, porque con esto se pretende darle soporte a una «supuesta» “Antología de la Literatura Ecuatoriana, que «supuestamente» registra a los autores más representativos del pensamiento literario de nuestro país en cuatrocientos años”, que no responde bajo ningún punto de vista a lo que literariamente se tiene conceptuado como “Antología”; que es un trabajo sin ninguna rigurosidad literaria y peor académica, realizado de una manera totalmente irresponsable, en donde se puede notar claramente el amiguismo de ciertos pequeños círculos y capillas literarias para incluir a ciertos “escritores” que, bajo un criterio estrictamente imparcial, jamás podrían estar en una verdadera Antología de la Literatura Ecuatoriana porque existen otros escritores de gran valía que, con un sentido de justicia literaria deben estar en lugar de ellos y que malsanamente han sido excluidos; un trabajo hecho con un total facilismo, que parece haber sido tomado de algún “rincón del vago” y que demuestra un total desconocimiento de la literatura ecuatoriana por parte de ese supuesto “equipo de reconocidos críticos y estudiosos de la historia de las letras ecuatorianas así como del Director y del Coordinador de este Proyecto. En consecuencia, se hace absolutamente necesario que los señores Valdano y Proaño, señalen públicamente quiénes son los integrantes de ese equipo de “reconocidos críticos y estudiosos de la historia de las letras ecuatorianas” para que ellos indiquen, a los escritores ecuatorianos y a la opinión pública, cuántas obras de las letras ecuatorianas, que por lo menos suman unas CIENTO CINCUENTA MIL en poesía, cuento, novela, ensayo y dramaturgia, (no hablo de crítica literaria porque la existente es muy parva) han analizado y estudiado, para llegar a evaluar el aporte de cada uno de los escritores cuyas obras han sido publicadas a lo largo de estos cuatro siglos, y a elaborar un listado de nombres y obras que objetivamente se consideran los más destacadas e imprescindibles para entender la evolución del arte literario de nuestro país”; cuáles han sido los criterios que han manejado como premisas fundamentales para evaluar las obras de los autores ecuatorianos que se han publicado “a lo largo de cuatro siglos”, que a su vez, los han llevado a elaborar este sagrado listado de “nombres y obras” que deben considerarse como las más destacadas e imprescindibles; y en calidad de qué y por quiénes han sido calificados como críticos y estudiosos de la historia de las letras ecuatorianas?. Esta argumentación para disfrazar la irresponsabilidad y la falta de seriedad con que ha sido efectuado este “Proyecto” es totalmente hueca, falsa y refleja únicamente el deseo de cumplir con un trabajo por el que, seguramente recibieron alguna paga, que le hace mucho daño a la literatura nacional, tanto dentro del país como fuera de él, porque no refleja la verdad de la literatura ecuatoriana, ni de las obras ni de sus autores, presentándose un panorama pobre y reducido de ella, muy demostrativo, eso sí, de un odio y discriminación intelectuales, que pone de cuerpo entero a sus autores.
Por otra parte, hay que señalar la falta de investigación en la realización de las notas biográficas y en la exposición de las obras literarias de cada autor (en algunas de ellas existen mutilaciones de los textos, y la bibliografía es totalmente incompleta), así como la pobreza de los juicios críticos que parecen elaborados por estudiantes de colegio. Es una vergüenza, por decir lo menos, que “un equipo de críticos y estudiosos reconocidos” de la historia de las letras ecuatorianas haya efectuado este “trabajo”. Pero todo esto, ratifica lo expresado anteriormente: no ha existido responsabilidad, seriedad, rigurosidad y, por lo menos, una mediana investigación, en el mismo. Y esto, desgraciadamente, es lo que se entrega a los estudiantes, a la cultura de nuestro país, a los lectores, y a los investigadores de la literatura del Ecuador y del mundo, por parte de “dos académicos de la lengua” que son los directamente responsables y de una Institución de educación superior, que previamente a la aprobación y publicación de los libros, irresponsablemente no realizó una verdadera evaluación de este “producto” que se iba a entregar a los jóvenes estudiantes y al público ecuatoriano.
En las dos últimas páginas de estos libros constan los nombres de los escritores escogidos como los más representativos del pensamiento literario del Ecuador durante cuatro siglos. No es momento de analizar autor por autor, y la jerarquía literaria de sus obras, pero lo que sí se puede afirmar, es que por lo menos, el 40% de los incluidos son absolutamente discutibles, empezando por el Director y el Coordinador General del “Proyecto. De los tomados en cuenta, que son 123, 111 son hombres (dos incluidos a último momento Euler Granda y Ulises Estrella) y 12 son escritoras mujeres. Esto refleja una actitud machista y misógina de los autores del Proyecto y del equipo de críticos y estudiosos “escogedores”, que siguen en la misma posición de antes, esto es, invisibilidad la literatura de mujeres en nuestro país, cometer deliberadamente un verdadero femicidio literario insoportable y rechazable que no se puede aceptar por muy “críticos y estudiosos” que sean, y que con este “trabajo” son responsables de la eliminación de un gran número de mujeres escritoras significativas en la literatura ecuatoriana.
Nuestra literatura está nutrida de la poesía, el cuento, la novela, el ensayo (en el que puede considerarse a la crítica literaria), el teatro y, la literatura para niños y adolescentes, que es quizás, lo más importante dentro de la literatura nacional. En este “trabajo”, en una suerte de discriminación despreciativa, se borra a las obras de literatura para niños y adolescentes y a sus creadores y, no se incluye a autoras y autores como Manuel del Pino, Carlos Carrera, Leonor Bravo, Juana Neira, Rina Artieda, Margoth Proaño, Graciela Eldredge, María Fernanda Heredia, Etna Iturralde, Francisco Delgado Santos, Edgar Alan García que también es poeta y narrador, Soledad Córdova, María de los Ángeles Boada, Luis Cabrera Delgado Ana, Carlota González, Liset Lantigua, etc. etc. Para estos “críticos y estudiosos de la historia de las letras ecuatorianas de cuatro siglos” simplemente no existen. Los han borrados de un plumazo con la aquiescencia del Director y el Coordinador de este proyecto. Nos preguntamos: ¿Es honesta esta actitud? ¿Es ignorancia, es desconocimiento, o es deliberado empeño para enterrar a la literatura infantil y a sus creadores? Vaya uno a saberlo, pero el hecho, es que para este soberbio “equipo” esta parte fundamental de la literatura ecuatoriana NO EXISTE porque ellos lo han decidido así.
Nos preguntamos cómo es posible, que en el campo del teatro no se tomen en cuenta a autores tan importantes como Ricardo Descalzi, autor de la Historia del Teatro Ecuatoriano en 7 Tomos; Álvaro San Félix, Santiago Ribadeneira, Patricio Vallejo, Patricio Estrella, Roberto Sánchez, Cristian Avecillas que es uno de los jóvenes poetas más importantes de su generación, Viviana Cordero, Miguel Campos, Pecky Andino, Juana Guarderas, León Sierra, entre otros; que en el ensayo literario o histórico, por citar algunos nombres, se excluya a grandes escritores y estudiosos de la literatura ecuatoriana y latinoamericana como Pio Jaramillo Alvarado, Justino Cornejo, Piedad Larrea Borja, Manuel Medina Castro, Edmundo Ribadeneira, Galo René Pérez, Antonio Sacoto y Rodrigo Pesantez Rodas, que junto a Isaac J. Barrera y Hernán Rodriguez Castelo que sí constan, quizás son los mayores estudiosos de la literatura ecuatoriana, Padre José María Vargas, Leonardo Barriga López, Galo Vaca Acevedo, Susana Álvarez, Marcelo Recalde, Alfonso Rumazo González, Franklin Barriga López otro de los más importantes estudiosos de la literatura y de la cultura ecuatoriana,, Jorge Núñez gran historiador y Marco Robles López quizás el único autor en nuestro país que ha escrito profundamente, con sapiencia y rigurosidad intelectual sobre la historia y los grandes temas de la filosofía, mitología, religión y política de nuestro Ecuador y del mundo; que en la narrativa se omita paladinamente, a Fernando Chávez, Lupe Rumazo, Iván Oñate que también es poeta, Telmo Vaca, Nicolás Jiménez, Walter Bellolio, Ramiro Arias, Alfredo Noriega, Adolfo Macías, Cristián Londoño, Ruth Patricia Rodríguez, Stalin Alvear, Byron Rodríguez, Elsie Santillán Flor, Rosalía Arteaga Serrano, Jennie Carrasco, Pablo Yépez, Juan Pablo Castro, Patricio Viteri, Edwin Alcaraz, Miguel Antonio Chávez, Galo Galarza, para enunciar algunos; que en la poesía se omita gravemente a importantes y verdaderos poetas como Mary Corylé, Aurora Estrada Ayala, Remigio Romero y Cordero, Augusto Arias, Augusto Sacoto, Miguel Ángel Zambrano, Miguel Ángel León, Atahualpa Martínez, Horacio Hidrobo Peñaherrera, Carlos Basantes, Hugo Salazar Tamariz, Vicente Espinales Tejena, Ana María Iza, Violeta Luna, Victoria Tobar, Nelly Córdova, Rafael Larrea, Carlos Manuel Arízaga, Humberto Varela, Maritza Cino Alvear, Carmen Vascones, Diego Velasco, Fernando Nieto Cadena, Fernando Artieda, Hugo Salazar Tamariz, Manuel Zabala Ruiz, Enrique Noboa Arízaga, Manuel Federico Ponce, Catalina Sojos, Alberto Ordóñez, David Ledesma Vásquez, Roy Siguenza, Franklin Ordóñez, Jacinto Santos Verduga, Jaime Rodríguez Palacios, Raúl Arias, Yolanda Añasco, Alfonso Chávez, Alfonso Murriagui, Fabián Núñez Baquero, Rodrigo Pesantez Rodas, Thalía Cedeño, Ximena Mendoza, José Sosa, Orlando Tenorio, Julio Micolta Cuero el mayor decimero de nuestro país, Edgar Castellanos, Victoria Tobar, Ruth Basante Chiriboga, Iván Petroff, Jenny Londoño, Ruth Cobo, Sheyla Bravo, Pedro Gil, Ana Minga, María de los Ángeles Martínez, Ana Cecilia Blum, Ramiro Oviedo, Ivonne Gordón, Rocío Durán Barba que también es narradora y ensayista, Fabián Guerrero, Cristóbal Zapata, Silvia García, Ariruma Kowi, César Carrión, Roy Siguenza, Cristian Avecillas, Xavier Oquendo, Andrés Villalba, Liyanis González, Santiago Vizcaíno, Paúl Puma, Sandra de la Torre, Carlos Vallejo, Julia Erazo, María Luz Albuja, Cristian López Talavera, Freddy Ayala Plazarte, Margarita Lasso, Alfredo Pérez, Alfonso Espinoza, Mireya Ortega, Carla Badillo, Silvia del Castillo, María Fernanda Espinoza, Javier Lara, Carlos Garzón, Katia Ortega, entre otros, es una omisión de lesa literatura. En suma, una ofensa a la verdadera literatura nacional.
Me parece que esta irresponsabilidad literaria, por decir lo menos, no se debe ni silenciar ni permitir. Por ello va este cuestionamiento, que desea únicamente que este tipo de publicaciones no se vuelvan a producir, porque no corresponden a la verdad literaria histórica; porque con sus discriminaciones odiosas e injustas buscan enterrar a escritores realmente valiosos y revalorizar falazmente a escritores que jamás deberían estar en un trabajo antológico; porque los dos coordinadores y el famoso “equipo de reconocidos críticos y estudiosos de las letras ecuatorianas” si no lo hicieron deliberadamente demuestran una ignorancia supina de la literatura ecuatoriana; porque su “magna tarea de escoger, luego de una supuesta evaluación, los nombres y las obras de los autores incluidos” no pasa de ser una farsa literaria con la que se pretende justificar ante la cultura nacional este colosal engaño; porque se ofende a la literatura nacional con una muestra tan pobre cuantitativa y cualitativamente hablando (cualquier investigador o estudioso extranjero de la literatura en general, podría decir, pobre país con 123 autores que son lo más representativo en 400 años; en realidad NO EXISTE ESE PAIS); y, porque es muy fácil darse cuenta, que en este “famoso” proyecto, lo único que ha existido es un interés mercantilista de los que han intervenido en él. Es decir, el dinero por sobre la honradez y la rigurosidad intelectuales sin que importe la dignidad nacional de nuestra cultura.
Simón Zavala Guzmán* Poeta y ensayista
Fuente: revistaelobservadorec