Por Jaime Chuchuca Serrano
En EEUU existe una guerra de las ideas más conservadoras con las ideas democráticas y esta ha pasado a episodios armados. Desde el día de las elecciones se avizoró que Trump no iba a aceptar fácilmente su derrota, convocó a sus partidarios a protestar contra un fraude no probado. La fuerza del populismo sensacionalista de Trump ahora se trocó por la fuerza de las armas de los blancos de extrema derecha que se tomaron el Capitol Hill (Capitolio). El imaginario construido en la lucha política estadounidense ha tendido hacia el fascismo, el assault del día de reyes ha aclarado que está en boga una especie de hitlertrumpismo que amenaza con no ser simplemente esporádico. Trump, presidente en funciones, comanda el asalto al Capitolio con una turba armada a pretexto del presunto masivo fraude electoral que deja 4 personas fallecidas, al momento que los congresistas se encontraban en la certificación de los votos del presidente electo Joe Biden.
Atrás de Trump siempre se ha encontrado un conjunto de industriales, terratenientes parasitarios, agroexportadores, grupos financieros, oligarquías recalcitrantes, millonarios de la industria cultural y la burguesía más conservadora de EEUU. La élite de los latinos que apoyan a Trump tiene una posición social privilegiada y están a favor de la restricción de los derechos de los inmigrantes. El trumpismo tiene ristras ideológicas coloniales, racistas, patriarcales, guerreristas. La toma del Capitolio conecta estos rasgos con el permisivismo de la policía y el ejército que apunta a su complicidad; el ethos policial estadounidense es racista y disimula el asalto. Si otros grupos sociales como los afroamericanos hubiesen intentado entrar al Capitolio habrían sido masacrados, pero como eran partidarios blancos de Trump no tuvieron mayor contención.
La organización de grupos conspiranoicos alrededor de Trump tienen larga historia. Desde que llegó a la Casa Blanca anotaba que estaba contra el Deep State (Estado Profundo) que supuestamente toma en realidad las decisiones de EEUU. Las acusaciones de Trump contra Biden y los Demócratas de traer el socialismo han logrado tener un gran peso en las argumentaciones diarias. Vienen bien un par de ejemplos. Marjorie Taylor, quien ganó un escaño en el Congreso, hizo campaña disparando ametralladoras y poniendo como objetivo a China, su consigna “Salvar América y frenar el socialismo”. Uno de los participantes en el assault del Capitolio, Jake Agneli, (quien aparece con un sombrero con cuernos, tipo Vikingo) conocido como el QAnon Shaman, representa a un grupo conspiracionista.
No sólo los Republicanos, sino también los Demócratas son culpables de haber apoyado a Trump en la adquisición cada vez mayor de poder e influencia con sus políticas venenosas. Si bien el conteo final dio para Biden 306 votos (51,4%), 81 millones 283 mil 485 votos, y para Trump 232 (46,9%), 74 millones 223 mil 744 votos, con la crisis económica y política que atraviesa EEUU estos votos pasan en distintos grados a la polarización total de la sociedad. Siempre ha estado en las discusiones el proceso de impeachment contra Trump y a lo tarde regresó el discurso de la destitución.