“El Origen del Hombre”: libro culminante de Charles Darwin

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Por Oswaldo Báez Tobar

Después de seis ediciones de “El Origen de las Especies”, el tema del origen del hombre estaba flotando en el ambiente. Al respecto Thomas H. Huxley escribió en 1863 “La cuestión más fundamental para la humanidad… es la investigación del lugar que ocupa el hombre en la naturaleza y sus relaciones con el resto del universo”. Darwin asumió esa enorme tarea, con la publicación de “El Origen del Hombre”. Fue un acto de gran valor moral y honestidad intelectual. Por varios años recopiló datos científicos de las fuentes más objetivas de la época que eran la paleontología y la anatomía comparada.

La primera edición del libro “El Origen del Hombre” fue en 1871, en la introducción Darwin expresó que durante muchos años había estado recogiendo notas sobre este tema no con la intención de publicarlo “sino más bien decidido a no publicarlo” ya que si lo hiciera no lograría sino añadir prejuicios contra sus conclusiones generales del proceso evolutivo.  Empero, cambió de opinión luego de leer las obras de Ernest Haeckel sobre morfología y evolución, y la de Thomas H. Huxley sobre anatomía comparada. Por otra parte, las pruebas arqueológicas y geológicas revelaron la antigüedad del hombre, antigüedad que se reveló mucho mayor a la que se estimaba en esa época. Todo esto le permitió a Darwin construir un fuerte argumento para replicar el relato bíblico de Adán y Eva como los primeros padres de la humanidad. Por lo mismo creyó que había llegado el momento de publicar sus notas.

“El Origen del Hombre y la selección en relación con el sexo” es el título completo del libro; contiene dos partes: en la primera, capítulos I al VII, se refiere al Origen del Hombre; y la segunda parte: capítulos del VIII al XXI, trata in extenso el apasionante tema de la Selección Sexual.

La primera parte contiene varios capítulos inherentes a la evolución humana: Testimonios de que el hombre procede de alguna forma inferior. Sobre la manera de desarrollarse el hombre de un tipo inferior. Comparación entre las facultades mentales del hombre y los animales inferiores. Desarrollo de las facultades intelectuales y morales en los tiempos primitivos y en los civilizados. Afinidades y genealogía del hombre. Las razas humanas.

La segunda parte contiene: Principio de la selección sexual. Los caracteres sexuales secundarios en las clases inferiores del reino animal: insectos, peces, anfibios y reptiles. Los caracteres sexuales secundarios en aves y mamíferos. Los caracteres sexuales secundarios del hombre. Y concluye con un resumen general y conclusiones.

En el conjunto de la obra de Charles Darwin, el libro “El Origen del Hombre” es complementario a “El Origen de las Especies”. De la lectura del libro se puede concluir que Darwin vio la necesidad de abordar el tema de la selección sexual porque lo consideró que complementa al mecanismo de la selección natural en la evolución orgánica. Aunque podría contraponerse al concepto de la selección natural, Darwin analiza la selección sexual con la amplitud y profundidad del naturalista versado en el tema; reconoce que la selección basada en el sexo es un factor que ejerce fuerte influencia en la evolución animal.

En lo que respecta al origen del hombre, Darwin plantea el origen humano a partir de ancestros inferiores partiendo de comparaciones con otros mamíferos y primates superiores como se lo expresa en este párrafo: “Es evidente que el ser humano está construido según el mismo modelo o tipo de organización que los demás mamíferos. Todos los huesos de su esqueleto pueden compararse con los correspondientes del mono, el murciélago y la foca. Lo mismo sucede con sus músculos, nervios, vasos sanguíneos y vísceras internas. El más importante de los órganos, el cerebro, está sometido a la misma ley conforme lo han demostrado Huxley y otros anatomistas”.  En el proceso de evolución humana Darwin encuentra que las características morfológicas y anatómicas de los humanos se establecieron por el mismo proceso que operó en otros organismos: “También han debido tener, a semejanza de los demás animales, los antiguos progenitores del hombre tendencias a propagarse más de lo que permitían los medios de subsistencia con que contaba, debieron asimismo, estar accidentalmente expuestos a la lucha por la existencia, y por consiguiente, a la ley rigurosa de la selección natural” afirmó Darwin en el capítulo II.

Aparte de la transformación morfológica, anatómica y fisiológica que implicó la evolución humana, Darwin asignó un alto valor a la vida social “Todo el mundo reconoce que el hombre es un ser sociable”. La vida en comunidad permitió el desarrollo del lenguaje articulado, la inteligencia… los sentimientos de belleza y sentido moral o conciencia… El desarrollo de las facultades intelectuales y morales significó que la evolución del hombre rebasara el ámbito de lo puramente orgánico para alcanzar otras dimensiones. Al respecto expresó: “Las facultades morales se perfeccionan mucho más, directa o indirectamente, mediante los efectos del hábito, de las facultades razonadoras, la instrucción, la religión, etc., que mediante la selección natural…” “No se puede poner en tela de juicio la importancia de las facultades intelectuales, puesto que a ellas debe el hombre su predominio en el mundo”. Todo esto le elevó al se humano a la condición actual.

En el capítulo XXI Darwin afirma: “Una multitud de hechos análogos…lleva de modo más manifiesto a la conclusión de que el hombre es codescendiente con otros mamíferos de un progenitor común”. Darwin cierra su libro consagratorio, con esta frase: “Puede excusarse al hombre de sentir cierto orgullo por haberse elevado, aunque no mediante sus propios actos, a la verdadera cúspide de la escala orgánica, y el hecho de haberse elevado así, en lugar de colocarse primitivamente en ella, debe darle esperanza de un destino aun más elevado en un futuro y remoto porvenir”.

A la publicación de “El Origen del Hombre” de Charles Darwin en 1871 siguió una búsqueda intensa del antepasado común, al que se dio en llamar “el eslabón perdido”. Con este propósito geólogos, paleontólogos, antropólogos y arqueólogos se dedicaron a buscar en los sitios más prometedores de la Tierra el tesoro mejor guardado en sus entrañas que permitiera revelar en forma plena el origen de la humanidad. Con los años vinieron hallazgos sorprendentes: el hombre de Java, de Pekín, de Olduvai, entre otros, que han permitido confirmar la hipótesis darwiniana del origen del hombre a partir ancestro no humano y por transformaciones morfológicas, anatómicas, fisiológicas y sociales, y con evidentes avances en lo espiritual y moral. 

Bibliografía

Darwin, C.  Edición 2006. “El Origen del Hombre”. EDIMAT LIBROS, S.A. Madrid.                                                           

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