“El periodismo, el mejor oficio del mundo”

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Por: Xavier Alejandro Andocilla Rojas

Han existido dos grandes obras que me han marcado la vida y que se encuentran palpitando en mi memoria cada vez que viene la añoranza de los recuerdos a mi mente. La primera tiene que ver con una biografía, posiblemente se convertiría en una de las obras más completas y apegadas a los hechos históricos que he leído y que se titula “Yo tengo siete vidas”, esa obra me regaló mi padre cuando termine mis estudios primarios y me fue demostrando lo hermoso que es luchar por un mundo diferente; la segunda obra, se convertiría en uno de los motivos por los que me predispuse a seguir la carrera de comunicación social, fue escrita por Gabriel García Márquez y se titula “Vivir para contarla”, este texto lo leí cuando finalice mis estudios secundarios, este material formaba parte de la biblioteca que tenía mi papá y que me puse a leer por pura coincidencia de la vida.

No tengo mucha memoria de lo que decía cada una de las páginas, ni tampoco tengo un recuerdo consolidado sobre la trama general de este texto. Pero sí tengo el recuerdo de algunas descripciones de cómo desarrollaba su labor periodística el Gabo y la sensibilidad de estas figuras se consolidaron cuando llegué a dar el examen de ingreso en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central, ya que ahí nos dieron una revista de la Facultad que se denominaba “Textos y contextos”, en la cual estaba publicado el artículo de Gabriel García Márquez titulado “el mejor oficio del mundo”. En esta obra, el Gabo nos va enamorando sobre este oficio y nos cuenta cómo en el pasado se formaban los periodistas, es decir, nos contó lo mejor de lo que implica el oficio de periodista.

Lamentablemente, Gabriel García Márquez no nos relató los riesgos que tiene el ser periodista, ya que por A o B circunstancia, el periodismo incomodará a las personas que tienen el poder político en sus manos. Los diferentes tipos de periodismo que existen, en algún momento tienen que ver directamente a los ojos de quienes están en el poder y contar las verdades sobre ellos. Desde el periodismo en la comunidad, en donde los vecinos llegan a hacer diferentes tipos de denuncias, que van desde las relacionadas a la convivencia entre los habitantes de una misma ciudad hasta aquellas que develan los sobreprecios en las obras mal elaboradas y que alteran la vida de los ciudadanos; el periodismo deportivo, muchas de las veces se han visto obligados a dejar de lado el relato de las contiendas deportivas para destapar las cañerías del deporte y develar los tentáculos de las mafias en esta área.

Posiblemente, el periodismo investigativo ha sido el que más ha difundido muchos de los materiales en los que se presentan las verdades de quienes han gobernado los países. Es también el tipo de periodismo que más riesgos ha tenido y del cual se ha buscado silenciar las investigaciones, callar a sus periodistas y, en momentos, incluso asesinarlos de forma física o asesinar su imagen, para así desvirtuar las denuncias que han realizado.

Por ejemplo, el periodismo investigativo llevó a los tres periodistas de El Comercio a ser víctimas del narcotráfico y fueron asesinados por cumplir su labor de buscar y develar la verdad. Muchos de los investigadores que desarrollan el periodismo han tenido que pasar a la clandestinidad, al destierro, al exilio, han sido encarcelados o han recibido una serie de acusaciones para silenciarlos.

Recordemos que, cuando la Plataforma Digital de contenidos periodísticos La Posta denunció los primeros datos sobre el caso que fue titulado “El Gran Padrino”, los acusados, que ahora son prófugos de la justicia, les amenazaron con ponerles un juicio por medio millón de dólares (incluso, uno ellos no solo se quedó en la amenaza, sino que fue a los tribunales a colocar la denuncia).

En los últimos días, con los grandes acontecimientos sucedidos en el caso Metástasis, se generó un debate relacionado con la deontología periodística, conocida comúnmente como la ética profesional que tiene el periodista. Este debate inició a pretexto de los chats que tenía el conocido narcotraficante Leandro Norero con el periodista de La Posta, Anderson Boscan. Una de las principales acusaciones que existen para criticarlo, es la forma de tratamiento que mantiene este periodista con el narcotraficante, incluso le acusan que su trato es tan familiar que le llama “ñaño”, señalan que en los chats se revelan criterios de preocupación de Boscan sobre las acusaciones que tiene Norero y, en algún comentario, hasta le da sugerencias de cómo llevar el caso.

Para juzgar ese debate, se han puesto de juez y jurado desde periodistas del diario Expreso, del programa digital Bajo el ocaso, se han realizado programas de entrevistas en los medios tradicionales de comunicación, en donde aparecen famosos personajes como César Ricaurte (presidente de fundamedios), María Paula Romo (ex Ministra de Gobierno), Diego Ordóñez (ex secretario de seguridad), Patricio Carrillo (ex Ministro del Interior), Ana Galarza (actual Asambleísta) y un sinnúmero de personajes cuestionables.

Lo curioso de este debate, es que la polémica principal que se ha presentado son las acusaciones en contra de Boscan, así como la lengua de la serpiente es viperina, este debate también es viperino, ya que tienen un doble objetivo: por un lado, cobrar cuentas a los periodistas que, en los últimos años, han presentado una serie de denuncias de actos de corrupción de los diferentes gobiernos de turno (nos referimos a los gobiernos de Correa, Moreno y Lasso) y, por el otro, se busca distraer a la llamada opinión pública para que sus ojos se dirijan a castigar y disciplinar al periodista que denuncia la corrupción, al tiempo que se esconden las fechorías que han realizado muchos de los funcionarios del gobierno, de la justicia y de las fuerzas policiales, los cuales se han puesto al servicio del narcotráfico.

Es decir, se ha tomado un frame de la noticia para encuadrar la información, de forma sistemática y organizada, y generar una agenda periodística que esconda y oculte los grandes vínculos que ha tenido el narcotráfico con la institucionalidad burguesa. Es ahí en donde entendemos por qué se han tomado los medios de comunicación, principalmente los grandes y tradicionales medios de comunicación, para defender a personas que han sido acusadas y destituidas de los cargos públicos como son los casos de Romo, Carrión, Ordóñez y Galarza, todos ellos igual de corruptos, con juicios políticos relacionados con casos que han sido publicados por La Posta, por ejemplo, el reparto de los hospitales o también lo que se denominó el caso Encuentro y otros.

Es decir, la campaña impulsada contra Boscan y La Posta busca dejar sentado un precedente contra el periodismo y la libertad de expresión; no busca el debatir o confrontar opiniones para fortalecer la deontología periodística, sino que, sobre todo, lo que busca es dejar sentado, para las futuras investigaciones o investigadores que realizan su trabajo relacionado con el gobierno, la justicia, el narcotráfico y todo lo que afecte al poder y dominación de las clases pudientes, que tendrán como recompensa un linchamiento mediático para acallar sus investigaciones.

Es así que el debate sobre la práctica impulsada por Boscan y La Posta no debe quedarse en los meros hechos de la superficialidad, de que si el periodista debe o no “ñañarlo” al investigado, sino que se debe profundizar la labor que debe tener el Estado para proteger y fortalecer el trabajo del periodismo y la búsqueda de la verdad. Es decir, el debate debe ir a plantear cómo el Estado debe fortalecer la libertad de opinión y de prensa.

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