Entre la noticia y la mentira: manipulación y guerra psicológica en la era mediática

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Por Psc.Cl. Jonathan Párraga

En la actualidad, producto de la “modernización” y la accesibilidad a la información, la manipulación mediática se ha convertido en una de las armas más sutiles, normalizadas y efectivas dentro de la guerra psicológica contemporánea. No se trata únicamente de controlar la información, sino de moldear la percepción colectiva, sembrar emociones y criterios específicos para implantar una ideología y dirigir comportamientos, reacciones y costumbres en beneficio de una clase social.

En este contexto, los medios de comunicación —escritos, radiales, televisivos y digitales— dejan de ser simples transmisores o reproductores de noticias y se transforman en instrumentos al servicio del poder, capaces de construir realidades y supuestas verdades a conveniencia. Para citar algunos ejemplos: la “toma” de un canal de TV nacional para declarar “una guerra interna” en el país y elevar el IVA al 15%; la detención y desaparición de cuatro menores de edad en Las Malvinas por parte de militares bajo la excusa de ser “sospechosos”; y, más recientemente, la construcción de un “nuevo Ecuador” de paz y desarrollo para poder aplicar las exigencias del FMI, sin importar todas las consecuencias que ello ha traído consigo.

Haciendo uso de estrategias clásicas de regímenes fascistas, autoritarios y dictatoriales —como la falacia ad populum o apelación a la popularidad, y la falacia ad baculum o argumento del bastón— la guerra psicológica opera a través del miedo, la confusión, el desconocimiento y la saturación informativa. Esta lucha ideológica busca desgastar la capacidad crítica del individuo, inducir pasividad y orientar la opinión pública hacia intereses políticos o económicos determinados. El bombardeo permanente de mensajes, la repetición de narrativas y la desinformación selectiva erosionan la autonomía del pensamiento y moldean a las masas a gusto y antojo del gobernante.

En tiempos de crisis, como la que atraviesa el Ecuador, la manipulación mediática alcanza su máxima eficacia, pues la población se encuentra vulnerable, desesperada, ansiosa de certezas y más dispuesta a aceptar relatos prefabricados. Por ello, resulta urgente cuestionar los discursos dictatoriales, diversificar las fuentes de información y recuperar la capacidad de análisis crítico de la población.

Defendernos de la guerra psicológica implica no solo identificar y denunciar la manipulación y la mentira, sino también fortalecer nuestra conciencia crítica y reflexiva frente al uso político de la verdad, así como fomentar la necesidad de difundirla a través de medios alternativos y honestos, comprometidos con los intereses de la inmensa mayoría.

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