Por Agustín Grijalva
Ecuador rompió un récord mundial entre el viernes 19 y sábado 20 de septiembre de este año. El presidente Noboa en unas pocas horas violó dos veces la Constitución al no enviar su convocatoria a Constituyente a la Corte Constitucional, a la cual desalojó de su edificio con una falsa alarma de bomba. La violación fue tan grosera que ni los más asiduos partidarios del gobierno se atrevieron a defenderla, salvo unos pocos que todo se lo justifican.
El asunto no queda ahí. Desde meses antes, el gobierno de Noboa aprobó y sigue aprobando numerosas leyes, nuevamente violando el procedimiento parlamentario, y derechos como los de asociación, propiedad, presunción de inocencia, inviolabilidad de domicilio, privacidad, seguridad social, trabajo, seguridad jurídica, igualdad y no discriminación, derecho a un juez competente, debido proceso, derecho al patrimonio cultural, y la ya larga lista va aumentando.
A pretexto de defender la seguridad el gobierno de Noboa está llevando a cabo un acelerado y agresivo desmantelamiento del Estado de Derecho. Este proceso ya ha tenido expresión incluso en cada vez más muertos, desaparecidos e innumerables arbitrariedades y abusos. Cualquier voz, cualquier crítica, cualquier protesta se responde de una solo forma: es un terrorista.
Con inmensa irresponsabilidad el gobierno sigue colocando meros alfiles en el Consejo de la Judicatura, para controlar a los jueces; en la Fiscalía, para amenazar a la oposición. Puede observarse una actividad funcional y selectiva de entidades como Contraloría, Ministerios, y hasta la Agencia Nacional de Transporte (para desautorizar transporte de manifestantes que no sean del gobierno).
La verdad es que bajo el único y falaz pretexto de la seguridad se nos pone a todos cada vez más en riesgo, se viola la división de poderes y se restringe nuestros más básicos derechos, y ahora para rematarlo todo se nos convoca a decidir sí queremos una nueva Constitución. Parece una broma, pero va en serio.
Es además asombroso que muchas personas, líderes de opinión y hasta abogados que han criticado todos los excesos del gobierno de Noboa, ahora se sumen a la campaña por el SÍ. ¿Puede acaso haber posición más incoherente? No importa que se trate de liberales, socialdemócratas, conservadores o lo que fueren, sí son demócratas y respaldan un Estado de Derecho, se están traicionando. Sí no justificaron ni justifican el autoritarismo no pueden ni deben seguirle el juego a un gobierno autoritario. Sí la Constitución actual no les gusta es legítimo, pero una Constitución no se reemplaza sólo porque a uno no le gusta.
¿No es ya evidente a estas alturas que de ganar el SÍ no habrá una nueva Constitución? La habrá solo formalmente, pero se consolidará un gobierno autoritario que tampoco la respetará y muy posiblemente acallará las críticas incluso de los mismos que ahora caen en la farsa de una nueva Constitución, innecesaria e inoportuna, como ellos mismos la consideraron hace poco.
Este no es el momento de una nueva Constitución, es el momento para defender la democracia y el Estado de Derecho, para defender los derechos de todos. Es el momento de hacerle entender al presidente que para combatir la delincuencia que nos asola se requiere un sólido Estado de Derecho, porque de otra forma el propio Estado se convierte en delincuente. Es el momento para dejarle en claro al presidente Noboa que no vamos a permitir que a pretexto de proteger nuestra seguridad se nos criminalice.