Por Gustavo Báez Tobar
Quiero evocar la memoria de un gran poeta que Atuntaqui dio a Imbabura y al país. Se trata del Dr. GONZALO AGUINAGA ZUMÁRRAGA, nacido en Atuntaqui el 24 de octubre de 1930, de padres oriundos de este amado terruño, destacados maestros: Plácido Aguinaga Dávila y María Ester Zumárraga Puma; matrimonio que procreara 4 hijos.
A Gonzalo Aguinaga lo conocí en mi adolescencia, aunque él era 5 años mayor, pero me honró con su amistad y mucho influyó en mí para el cultivo de las letras. Por eso cumplo con el deber de enaltecer su figura intelectual que enorgullece a la tierra que lo vio nacer. Mi compromiso sube de tono si recuerdo que hace 60 años me entregara un manuscrito intitulado CASTILLOS Y SUEÑOS, con su primigenia y fresca poesía, con poemas dedicados principalmente a los anhelos juveniles, y en donde emana transparente el amor al terruño y las ansias de volar en busca de sueños y utopías.
Gonzalo Aguinaga fue brillante Jurisconsulto. Sirvió muchos años en la Sección Jurídica del Ministerio de OO. PP y como tal escribió algunas obras relacionadas con el desempeño de sus funciones. Pero su fuerte fue la poesía, el arte para el que había nacido; cultivó también la música y la declamación. Perteneció a la Sociedad de Autores y Compositores Ecuatorianos (SAICE), así como a la Sociedad de Artistas y Compositores de Pichincha, por lo que se presentaba con frecuencia en recitales de la Casa de la Cultura Ecuatoriana con poemas de su autoría que, generalmente, develaban su rebeldía contra la injusticia y la opresión a la clase humilde.- Sus intervenciones eran bien comentadas por la Prensa Nacional.
Consideraciones generales acerca de su poesía
Gonzalo Aguinaga Zumárraga tiene más de media docena de poemarios publicados con una poesía honda y sentida, de exquisita factura y elevada inspiración. Sus versos parecerían escritos en forma ágil y espontánea al correr de la pluma. Fue un demiurgo de la poesía, porque: imágenes, metáforas, epítetos y sinestesias brotaron de su pluma, por obra de magia. Creativo y fantástico, hace fácilmente guitarras de los montes y en las flores encuentra estrellas iluminadas de besos; descubre los rondadores de los tejados y el pentagrama de cada guitarra, que es parte indisoluble del pecho acongojado. Muchos poemas los publicaba, en el rincón poético sabatino, el Diario “Últimas Noticias” de la Capital en donde se radicó la mayor parte de su vida. No se esmeraba por complicaciones en sus títulos, los nominaba llanamente sinceros, como algo nuestro y cotidiano, por ejemplo: Mujer, Sueños, Una flor, La banca, La jorga, Pena, La guitarra, El Rondador, El pasillo…; así como: Imbabura, Cotopaxi, Chimborazo, El Río Chota, etc. Nombres nacidos en nuestra Geografía y madurados en el alma, con versos emanados de una fuente prístina y diáfana, como así era él: humilde, amigable, sencillo, pero grande de corazón y de un amor que no cabía en el pecho para amar a su tierra, a su Patria y a los grandes valores que deben prevalecer en la sociedad.
Para que no se crea que solo habla la amistad o el paisanaje, quiero compartir con vosotros dos opiniones de la Prensa Nacional.- El columnista Hugo Merino Grijalva del Diario Ultimas Noticias, comentó: “No sé, pero ya era mucho tiempo que casi olvidaba que hubiera personas que escribieran como “El Principito” o “El Platero”; frases que conmueven por su ternura, sencillez y acierto. Realmente usted (refiriéndose a uno de los poemas de Gonzalo Aguinaga) ha escrito no solo inspirado, sino como una pluma tan tenue a través de la cual se mira el alma”.-
No solo es honor, sino una ratificación de la valía de Gonzalo Aguinaga, que el articulista haya hecho un parangón de dos obras famosas de la Literatura Universal, con sus escritos, pues sus autores son nada menos ni nada más que el francés Saint Exupéry y el español Juan Ramón Jiménez.
Además, “El Universo”, desde Guayaquil, comenta el poema “Tripulaciones”: “Tripulamos la tristeza sobre un barco sin mástiles, sin nada”, porque “la esperanza no pasa a ser la misma bruma”, para concluir que somos “náufragos del pasado y del presente”, es decir perdidos de rumbo y sin puerto, ayer y hoy.- En otro acápite, el comentarista anota: Gonzalo Aguinaga “Hace apología poética de “El Pasillo”, que VIVE LA PENA Y LA ALEGRÍA…VIVE EL DOLOR DE LOS HOMBRES…VIVE EL SUSPIRO…VIVE LA DICHA” hasta signarlo “EL PASILLO ES LA CIENCIA DE LA PENA”. ¡Hermosa metáfora!
Es que los verdaderos poetas son los que escriben para siempre, y sus versos pueden revivir en el latido de todo corazón sensible. Así escribió Gonzalo Aguinaga, para las actuales y futuras generaciones. Por eso él se merece nuestro amigable recordatorio, con mucho cariño y respeto.
El poemario “con la mano en el pecho”
Esta colección de sensibles versos se difundieron a principios de la década de los 60, de la cual me ocuparé en expresamente en un envío aparte, pues se trata de un libro de 261 páginas que recoge 79 composiciones poéticas, por su temática, clasificadas en tres Capítulos. Voy a ubicarme en el segundo, que se titula LOS ARTISTAS, del cual extraigo con una dedicación especial la referencia que hace Gonzalo Aguinaga de un destacado artista del país como fue Gerardo Guevara, músico, arreglista y compositor; tuve la suerte de conocerlo y disfrutar sus conocimientos y experiencias en recurrentes congresos y reuniones de Rectores de Conservatorios y Colegios de Música, y doy fe de que se trataba de un profesional que hizo mucho por la educación musical del país. Persona suave, delicadísimo, de gran carisma y conocimientos. Un gran ejecutante del piano, prácticamente un virtuoso de su instrumento predilecto. Por algo estudió durante 12 años musicología e historia de la música en París y se graduó de Director de Orquesta. Estuvo a cargo de la Sinfónica Nacional y como tal tuvimos el honor de escuchar un concierto didáctico en la Iglesia Matriz de Cotacachi en 1982, cuando se celebraba el Primer Centenario del Nacimiento del eximio musicólogo cotacacheño Segundo Luis Moreno. En una sección de este recordado concierto la Sinfónica interpretó la Suite Ecuador No. 2, que por primera vez se la escuchaba en la tierra del ilustre compositor como fue Segundo Luis Moreno Andrade.
GERARDO GUEVARA VITERI fue, pues, un baluarte de la música; por esa razón, y en vista de que el 23 de los corrientes el mencionado personaje cumplirá 90 años de fructífera existencia, quiero unirme a ese júbilo y exaltar su figura, a través de los versos artística y emotivamente concebidos por el poeta Gonzalo Aguinaga Zumárraga, el poema se titula:
Maestro Gerardo Guevara
Maestro Director de la Sinfónica
Usted roza el firmamento con los dedos,
usted habla mil idiomas con las manos
y revive al auditorio con su gesto.
En sus brazos prodigiosos suenan mares
Y aletean suavemente los anhelos.
Usted, parado dentro de la música,
reparte un país en forma de notas.
La flautas, clarinetes, violonchelos,
la fila de almas blancas de las teclas,
los violines que se pegan más al pecho.
Hay un mundo imaginario en cada ritmo.
Todo se hace en sus manos sinfonía.
Mire, señor Director, oír su orquesta
es un irse convirtiendo en melodía.
Maestro Director, su mímica salva
a las violetas que están por morirse,
usted dibuja en el aire mil figuras
y desdibuja de los pechos tantas penas
usted hace garzas de notas y…las suelta,
usted atrapa a los sueños imposibles,
transfigura su silueta en pentagrama
y sus manos son exactas a los ríos.
Por la Plaza La Merced, cuando pequeño,
usted jugaba con los trozos de frío.
Después, estudió en Francia.
Hoy es Maestro Director de Orquesta,
Y saca música de las playas, de los cerros,
De nuestras herramientas de la fábrica.
Usted dirige,
como si dirigiera a una bandada de pájaros.
Su dirección es idéntica al milagro.
Con su música se hace carne nuestro barro,
los ojos se vuelven muelles
y el pecho queda anclado en el recuerdo.
Usted implora música por nosotros,
Por nuestra parroquia urbana
bohemia de crepúsculos.
¿Cómo puede coordinar tantos sonidos?
¿cómo hace este milagro
de juntar tantos sonidos en uno solo?
Maestro Director, no sabe cuánto
Necesitamos, diariamente, su armonía.
Maestro, sus manos manejan nuestra Historia,
nuestras espinas,
cuántos paraísos se anidan en sus dedos,
el paraíso está amontonado en sus falanges.
Claro que alguna vez, a los profanos
que no comprendemos de cielos, nos sale
el misterio redondo de una lágrima.
Las mejillas pegadas de hacen lirios,
una palabra suficiente es…todo el mundo.
Una venia en flor usted pone en el centro
y se vuelan en bandadas los afectos.
¿Por qué cuando usted dirige la Sinfónica
se mantienen encendidos los luceros?
Al terminar una venia en flor pone
en el centro, y el público se vuelca
hacia el artista, convertido
su corazón de pueblo…en corazón de música.