Kimsakocha y la democracia del agua

Periódico Opción
Periódico Opción
3 Minutos de lectura

Por Jaime Chuchuca Serrano

El derecho humano al agua se constitucionalizó en el Ecuador de 2008. A pesar de los gobiernos, las Consultas Populares de Girón y Cuenca, del Yasuní y del Chocó Andino, triunfaron mayoritariamente para proteger la naturaleza, y con ello el agua y la vida. Sin embargo, ni las empresas extractivistas, ni los gobiernos sometidos a las transnacionales, han querido respetar la voluntad popular, ni las decenas de informes que prevén la gravedad de la contaminación. A pesar de todo, las movilizaciones sociales, las paralizaciones, los procesos judiciales e institucionales han fundado una racionalidad y una ética, una política y una técnica a favor del derecho al agua.

Ciudades de la sierra como Cuenca, rodeada por ríos, colinas y montañas, páramos y lagunas, por las cordilleras y El Cajas imponente, tienen una geografía que fácilmente se hermana con los ciudadanos. A pesar de la contaminación de ciertas empresas y personas inconscientes, los cuencanos y cuencanas tienen un habitus imposible de comprender sin hacer una historia del agua; una sabiduría que emerge en juegos, pinturas, canciones, paseos y luchas. Aún soñamos con que los ríos se vuelvan a llenar de peces y las aves vivan tranquilamente en los bosques. Contemplando esta vida (kawsay), citadina y rural, que describo, cualquiera se podrá imaginar la indignación que provoca el colonialismo minero en pleno páramo, donde nacen los ríos, como en Kimsakocha (zona de recarga de los ríos Rircay, Yanuncay, Tarqui y otras conexiones).

En Cuenca no solo que se ha ganado con el voto popular, también en sentencias judiciales como en los casos de Río Blanco y la misma Kimsakocha. Sin embargo, cuando no es de su parecer, las clases dominantes abusan, inventan o desusan el derecho que no les satisface. El gobierno autoritario de Noboa ha atemorizado a la gente para continuar el despliegue minero a pesar de todo; llegando al colmo de chantajes presupuestarios a los gobiernos locales, así como a amenazas de penalizaciones internacionales. Noboa ha dejado claro que favorece a las transnacionales y a las oligarquías, no a la voluntad popular, ni a la Constitución.

Las experiencias de Cuenca y Azuay, de unidad política, cultural, institucional, de lucha, ante los gobiernos de turno y las transnacionales, son una estrategia plural por la defensa del agua. Kimsakocha y los páramos necesitan de una visión unitaria de futuro para proteger la vida ante el extractivismo y los caprichos del capital. No hay democracia sin lucha y tampoco en esta débil democracia del agua.

ETIQUETAS:
Comparte este artículo
Deja un comentario