Por Jaime Chuchuca Serrano
El triunfo del NO coincide con los dos años de Noboa en la presidencia. Aunque las políticas que generan hambre del gobierno de Noboa han sido constantes, de mayo acá, estas se han recrudecido. El Paro Nacional de 2025 que duró más de un mes, llevó a los diferentes pueblos y nacionalidades a una operación política de desgaste; con una estrategia flexible, la CONAIE y varias organizaciones populares resolvieron el cese del Paro, como un cambio de forma para la lucha social, para enfrentar el proceso electoral. En el Paro, el gobierno mutiló la relación de confianza entre el ejército y las comunidades en resistencia, muchas donde había ganado en abril. Noboa y su oligarquía, así como las élites en el Estado, se decidieron por convocar a la Consulta Popular y Referéndum con cuatro preguntas, la más importante la de la Asamblea Constituyente, las otras tres fueron utilizadas como distractores (la de las bases militares extranjeras, el presupuesto para los sujetos electorales, la disminución de asambleístas).
La estrategia del miedo de Noboa, la persecución y linchamiento mediático de las organizaciones sociales y los dirigentes, configuraron una relación de desigualdad en el terreno electoral. El oficialismo y el CNE pensaban que gracias a la campaña permanente de Noboa y con una batalla electoral relámpago de trece días derrotarían a una oposición dividida y dispersa. Al contrario, la diversidad de la oposición y de la misma ciudadanía fue su principal ventaja, los mensajes se segmentaron casi de modo natural, como dice la comunicación política, para hacer frente a los shows y mentiras del régimen. La diversidad se convirtió en pluri-actorial, sutil y sin forma definida, un adversario imposible de vencer para el régimen que estaba acostumbrado a la antinomia correísmo y anticorreísmo. El noboísmo subestimó a una oposición y ciudadanía activa, que venía de las movilizaciones, del Paro Nacional, de los procesos judiciales en defensa de los derechos, del Quinto Río de Cuenca defendiendo Kimsakocha y la naturaleza, de la resistencia de Imbabura, de la mayor parte de la Sierra y algunas provincias de la Amazonía; una ciudadanía que sufre la inseguridad a diario sobre todo en las provincias de la costa.
El gobierno mantuvo su estrategia rígida, a pretexto de la inseguridad pasó el ajuste estructural empobrecedor, antes del Paro subió el precio del galón del diésel en un dólar y de las gasolinas en un cuarto de dólar, y unos pocos días antes de la votación, bajó 7 centavos a las gasolinas; el IVA se mantuvo al 15% en general, pero en el feriado previo a las elecciones se acomodó para el sector turístico. El gobierno segmentó el clientelismo buscando reductos de la población para ofrecerles un bono temporal. La bonotización llegó a su límite de funcionamiento electoral, con casi dos decenas de bonos, y 9 creados por Noboa. El gobierno ejecuta el engaño y el cinismo como base de su comunicación política. La pasaron factura los dislates de la Constitución ChatGPT, la inauguración de la Cárcel del Encuentro al 35% o 40%, la declaración de pasar la atención de salud del IESS al Ministerio de Salud.
Pero Noboa tenía guardados los ases de un nuevo bono a militares y policías, el pago del décimo tercer sueldo dos días antes de las votaciones, los shows mediáticos de armas flotando cerca de las Galápagos, la llegada de la cazamigrantes Kristi Noem para la instalación posibles bases militares y un largo etcétera. Por la campaña, Noboa sacó de la lista de lugares para las bases a las Islas Galápagos, aunque ya tenía acuerdos previos con EE.UU. La campaña de Noboa fue una de las más caras de la historia ecuatoriana, pero asimismo tuvo la derrota más estrepitosa. La industria mediática de la enajenación mental de la oligarquía, al mismo tiempo, que el sistema de operación política clientelar, no pudo convencer a la mayoría del electorado. La ventaja de Noboa era la concentración de poder, el militarismo y el Estado policíaco, la guerra contra la gente en las protestas, y dejó de lado la capacidad de persuasión.
Los grupos sociales no se creyeron las encuestas del régimen y siguieron trabajando por el NO, en el debate público, los medios, la academia, el arte, la música, las redes sociales. En la pregunta A (sobre las bases militares extranjeras), el NO alcanzó el 60,85% de los resultados sobre el 39,5% del Sí. En la pregunta B (la eliminación del presupuesto a las organizaciones políticas), el NO logró 58,32% sobre el 41,68% del Sí. En la pregunta C (sobre la disminución de asambleístas), el NO llegó al 53,73% sobre el 46,27% del Sí. En la pregunta D (sobre la convocatoria a la Asamblea Constituyente), la población se pronunció por el NO con el 61,83% sobre el 38,17% del Sí. El NO gana en 23 de las 24 provincias, salvo en Tungurahua, donde gana el Sí, pero incluso en 3 de 9 cantones de esta, el NO ganó en varias preguntas. Hay que recordar, que en la Consulta 2024, la pregunta sobre el trabajo por horas alcanzó el 69,5% y la pregunta sobre el arbitraje internacional 65,16%; y en la Consulta 2023, Lasso también perdió en todas las preguntas.
Un dato clave y conclusivo es que la Constitución de 2008 fue aprobada con el 63,93% del electorado y ahora, como se ve, el NO llegó a 61,83% en la pregunta de la Constituyente. Estos porcentajes similares se convierten en una ratificación de la Carta Magna, un pacto social que, a su vez, exige el cumplimiento de los derechos, las garantías, la separación de poderes, el Sumak Kawsay y al ordenamiento legal. La articulación democrática se sobrepuso al plan oligárquico. En Montecristi, ciudad de la Asamblea Constituyente de 2008, la proporción llegó a 8 de cada 10 personas que votaron por el NO. En Imbabura, 6 de cada 10 personas votaron por el NO, en Otavalo 7 de cada 10, y en parroquias en resistencia como Peguche y San Rafael, 9 de cada 10 personas apoyaron al NO. Un resultado en homenaje al Paro Nacional y a los comuneros asesinados por el gobierno.
El voto popular superó las restricciones del CNE, que continuó con la ilegalidad de impedir las fotos ciudadanas; los militares presionaron en varios recintos, amedrentaron a periodistas y a la gente en general. El control popular del voto y de las organizaciones sociales y políticas jugó un gran papel. El CNE y el gobierno interfirieron en la votación del exterior, como al cerrar juntas por más de 10 mil votos en otros países de Latinoamérica. De 164 mil electores de Canadá y EEUU, apenas votaron algo más de 20 mil. De más de 280 mil electores en Europa, Oceanía y Asia, solo votaron 77 mil personas. De más de 36 mil electores en Latinoamérica, Caribe y África, solo se acercaron 5 mil votantes.
La actividad política superó el debate técnico de las preguntas, los tinglados jurídicos, para abrir diferentes rutas de la expresión ciudadana. La organización popular comprendió que el blanco actual es Noboa, y no el fenómeno correísmo-anticorreísmo. El gobierno se redujo a la arrogancia, la estrategia del show y se desconectó de la realidad. El NO conectó con las necesidades concretas del pueblo: el costo de la vida y la crisis; priorizó lo público frente a la concentración de poder. El triunfo del NO es el inicio de una nueva fase política, que puede impulsar la unidad social y presentar alternativas de gobierno, en los hechos y en las elecciones, de mantener la organización y la lucha social. Las fracturas de esta unidad temporal por pugnas internas, derivarían en que Noboa o las otras derechas se recuperen. La coalición ciudadana y temporal del NO ganó la legitimidad y el corazón de la población.
A pesar de los resultados, el gobierno de Noboa afirma que continuará buscando caminos para reformar la Constitución. Sin embargo, hay una experiencia viva de que la campaña de la gente humilde puede ganar a las grandes chequeras. Se ha fracturado la hegemonía del noboísmo; mientras se ha fortalecido la coacción y la fuerza extrema a través de la militarización y el orden policíaco, la oligarquía pierde el consenso y la dirección cultural e ideológica. El noboísmo y su aparataje perdió temporalmente el consenso de la mayoría de la población. Los intelectuales orgánicos de las fuerzas de la oposición se sobrepusieron a las redes mediáticas del régimen. La visión del Ecuador de Noboa hace aguas por todo lado y es desafiada por el ciudadano común, por las clases postergadas. Hay una tensión entre la tendencia democrática del pueblo, como lo muestra el voto, y la oligarquía tradicional que conserva el poder político y económico. Tras los Levantamientos Populares de 2019 y 2022, y ahora el Paro Nacional de 2025, se percibe una recomposición de las fuerzas sociales que influye en los resultados electorales.
