Por Xavier Alejandro Andocilla Rojas
El debate en la Asamblea Nacional sobre la “Ley de Intiegridad Pública”, que tiene el objetivo la incorporación de reforma al Código Penal y, especialmente, al de la Niñez y Adolescencia, en la que se busca endurecer las penas a los niños, niñas y adolescentes infractores, ha desenterrado una vieja polémica y que ha sido parte de los sueños húmedos de las clases dominantes ecuatorianas.
La bancada de Acción Democrática Nacional (ADN), que es la bancada gobiernista, con el Asambleísta Andrés Castillo a la cabeza han sacado de los cabellos los justificativos para el endurecimiento de las penas, que busca golpear los derechos de los trabajadores y los pueblos, fortificar las cadenas de dominación de las clases pudientes, bajo el objetivo de construir una sociedad punitiva que castigue el delito y no que prevenga el crimen.
Los principales elementos que plantean para justificar estos hechos tiene que ver con tres elementos principales y que fueron señalados por Andrés Castillo en su intervención en la Asamblea:
“… a los grupos que defienden a los criminales, a aquellos que se sostienen en el argumento de que son niños, y porque son niños hay que protegerles”.
Para los asambleístas del gobierno todos los que se oponen a estas medidas, son inmediatamente pro-delincuencia, promoviendo así uno de los principios de la manipulación, tan viejos que fueron usados por los nazis, que es la “simplificación y del enemigo único” que tiene que ver con adaptar una única idea, un único símbolo; individualizar al adversario en un único enemigo, lo que significa reunir a diversos adversarios en una sola categoría, en este caso reducir a toda la oposición a la categoría de delincuentes.
Pero es muy difícil sostener este elemento, ya que organismos como la UNICEF han rechazado o han mostrado preocupaciones a estas medidas, ya que señalaron estar “preocupada” por esta decisión de la Asamblea y calificó a las normas como “reformas regresivas al sistema de justicia penal juvenil que afectan gravemente a los adolescentes”.
El señor Castillo continúa:
“…hay que hablar principalmente de los derechos de la gente buena, en el Ecuador tenemos derecho a vivir, no ha matar…”
Al escuchar esto me hizo acuerdo de aquel argumento de Aristóteles de que la “polis debía ser dirigida por los filósofos”, este argumento fue señalado cuando en la Roma se buscaba remachar las cadenas de dominación esclavista, ahora lo que se busca fortificar las leyes para que la mal llamada “gente buena” sea cuidada y el resto sean perseguidos.
Hay que partir de una preguntando: ¿Quiénes son los integrantes de la llama gente buena? Para Castillo la gente “buena” son los blancos o mestizos, que tienen trabajo, dinero, que viven en los lugares residenciales como Gonzales o se encuentran en Cumbayá, que tienen empresas, es decir, él realiza una autoidentificación para denominar quienes pueden ser parte de esta categoría, mientras que el resto de las personas que no cumplen con esas características, son conocidos como “los malos” o en palabras de Michel Foucault como los “anormales, desviados o excluidos”, ya que como señala este filósofo en el texto la sociedad punitiva “…las leyes sociales son hechas por personas a quienes no están destinadas, pero para aplicarse a quienes no las han hecho”.
El criterio de determinar que es “bueno o malo”, es una característica subjetiva y moral, que es determinado por la visión de clase con la que se mire. Es un concepto o una disputa tan vieja como lo es el sistema capitalista, ya que uno de los principales debates entre Tomás Hobbes y Jean-Jacques Rousseau fue el enfrentamiento sobre la naturaleza humana, el primero afirmaba que “el hombre es un lobo para el hombre” y que en ese estado precivilizado lo que impera es la guerra de todos contra todos. ¿Por qué? Porque el ser humano es agresivo y egoísta: si quiero una manzana y tú la tienes, yo te la voy a quitar. No hay ley, ni hay límites que lo impidan, de modo que, si para lo de la manzana te tengo que matar, te mato. Por lo que Hobbes, el ser humano es malo por naturaleza, de modo que para poder convivir se necesita un poder absoluto, una ley autoritaria que controle el impulso agresivo que surge de la motivación egoísta de todos los seres. Estas ideas son muy cercanas a lo que dice en la actualidad Miley o en el caso ecuatoriano Castillo.
En cambio, Jean-Jacques Rousseau señaló que el ser humano es bueno y empático, porque si uno de esos salvajes ve a otro sufriendo, siente una inclinación natural a auxiliar. Entonces, ¿qué es lo que hace malo al ser humano? Lo que hace al hombre malo, lo que despierta su agresividad es el momento en que el primero dijo «esto es mío», la propiedad. Porque si esto es mío, otro puede decir, «pero yo también lo quiero» y así aparecen la competencia, la envidia y la agresividad.
Fue Carlos Marx quien desbarató estos dos criterios y marcó un norte, ya que señaló que no existe “la naturaleza humana”, es decir que no existe “el ser humano bueno” o “el ser humano malo”, sino que sus reflexiones del materialismo dialéctico y el materialismo histórico, le llevó a la conclusión de que “el ser humano es un ser social” y como ser social las condiciones materiales que tienen esa sociedad son las que les determinan su forma de pensamiento y sus maneras de actuar, es decir, que una persona que lo único que ha vivido es la pobreza y la miseria, que no tiene expectativa de cambiar su condiciones de vida, ya que no puede conseguir trabajo o no puede continuar con su educación, tiene como una única oportunidad la delincuencia o realizar actos criminales, es decir esas condiciones sociales son el caldo de cultivo que ha generado una conciencia social, del niño, niña y adolescente, diría Carlos Marx.
Pero por otro lado en la sociedad existen las ideas dominantes, que son las ideas de las clases dominantes, como lo señaló Marx en su texto la Ideología Alemana, por lo que si la niñez y juventud se forma mediante el sistema educativo (escuelas, colegios, universidades), los medios de comunicación, los llamados “influencers”, las religiones y muchos medios más bajos las ideas del individualismo, del egoísmo, o si se naturaliza la violencia y el crimen, entonces estamos frente a una juventud enajena, que en algún momento tendríamos que analizar más a profundidad esta categoría de enajenación que fue señalada por Carlos Marx.
Entonces si están tan preocupados por los niños, niñas y adolescentes como señala el asambleísta Andrés Castillo, ya que en su discurso afirma que “…nosotros como Estado debemos proteger a nuestros jóvenes, para que no caigan en manos del crimen organizado y las mafias…”
Debería estar preocupado en las condiciones materiales en las que viven los infantes, es decir, la obra social no es un anexo al que se debe inmiscuir la labor del Gobierno, sino que debe ser una prioridad para quitar la base social a la delincuencia.
En algo tiene razón el señor Castillo, cuando señala que es obligación del Estado el proteger a nuestros niños, niñas y adolescentes, ya que el Estado y principalmente los gobiernos de turno, incluido el gobierno de Noboa, no se han preocupado en mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría de los niños, niñas y adolescentes.
Solo como muestra analicemos estos datos en donde se señala que más 450.000 estudiantes siguen fuera del sistema educativo; 1,3 millones de jóvenes no accedan a la universidad; 270.000 niños y niñas trabajen desde temprana edad, y que casi 780.000 jóvenes se encuentras desempleados, en el subempleo y en empleos precarios, eso sin contar que en menos de un año se perdió 117.793 empleos.
Esos datos que son públicos y que han sido difundidos por el Estado demuestra una dura realidad, pero sí ha eso sumamos que al menos 28.082 estudiantes fueron víctimas de abuso sexual; que 7.303 niñas y niños fueron violentados dentro del sistema educativo; que 4.937 niñas menores de 14 años fueron forzadas a la maternidad por abuso, y que entre 3.000 y 3.100 niños mueran cada año por causas relacionadas con la salud y la desatención. Podemos llegar a la conclusión de que el Estado, los gobierno y las Asambleas, incluyendo la del señor Castillo, no se preocupan en proteger a los infantes y los adolescentes.
Pero en cambio lo que se busca mediante el miedo es crear un Estado policiaco o una sociedad punitiva, que tenga como meta el castigar delitos, castigar a sus contrincantes políticos y no construir una sociedad en donde se prevenga los crímenes.
Cuál es el objetivo de fomentar esto y generar este tipo de legislatura, es que se quiere imponer a la fuerza o a la brava las políticas neoliberales, es decir: reducir los derechos, incrementar los impuestos, aumentar los costos de los servicios básicos, desarrollar políticas laborales en contra de los trabajadores y la privatización de los sectores estratégicos.
Esas líneas son el programa estratégico que impulsa el gobierno, su gabinete y su bancada de asambleístas, en el que Andrés Castillo se ha convertido -en el ajedrez político- en un buen burrito de pelea, ya que la condición de caballo le queda muy grande. Lo que confirma esta resolución es que los representantes de ADN no están haciendo una “nueva” política, como nos quieren vender cada vez que abren la boca, sino que mantienen las viejas prácticas de la oligarquía internacional y nacional, de los cuales los trabajadores, la juventud y los pueblos ya las hemos conocido y las hemos combatido en las calles y las plazas del Ecuador, realidad que en muy poco no será diferente.