La presencia de Donal Trump en la Casa Blanca acrecienta la agresividad del imperialismo estadounidense

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Por CIPOML

Las primeras acciones tomadas por Donald Trump, al iniciar su segundo período presidencial en los Estados Unidos, están sacudiendo el escenario político internacional e interno de su propio país. En diversos sectores y latitudes preocupa —y con justa razón— que la política del presidente estadounidense desencadene una agudización de conflictos geopolíticos existentes y genere otros, afecte al crecimiento de la economía mundial, al punto de acelerar un proceso recesivo global, y, golpee con dureza las condiciones de vida de los trabajadores y los pueblos. La administración Trump está dando un mensaje al mundo: Somos la economía más grande del mundo y nos haremos respetar a las buenas o a las malas.

El triunfo de Trump en las elecciones de noviembre de 2024 se produjo en el contexto de un avance en el mundo de las fuerzas conservadoras, reaccionarias, filofascistas y fascistas. En la campaña electoral, el actual presidente hizo gala de un discurso reaccionario, violento, con puntos de vista fascistas; ahora está ejecutando su programa.

Trump ya estuvo al frente del gobierno del imperialismo estadounidense entre enero de 2017 y enero de 2021, el mundo fue testigo de sus realizaciones para cumplir con su insignia de «Hacer América grande otra vez»; pero este nuevo período no será una repetición de su anterior: ahora tenemos en frente a un Donald Trump más abiertamente autoritario; afirmado en las concepciones del «supremacismo blanco»; más agresivo en las relaciones con los países, incluyendo a los tradicionales aliados de EEUU; dispuesto a mantener, por todas las vías, la posición de potencia hegemónica en el planeta.

Desde hace más de medio siglo, el imperialismo estadounidense jugó el papel de portaestandarte del neoliberalismo. Utilizando al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial logró que se convierta en el modelo de acumulación capitalista dominante a nivel mundial: echar abajo las barreras arancelarias, permitir la libre circulación del capital, disminuir el tamaño del Estado y su incidencia en la sociedad, someterse a las «infalibles» leyes del mercado fueron los dogmas impuestos para el manejo económico de los países. Los graves problemas experimentados por la economía estadounidense en los últimos años y, sobre todo, el temor a que China desplace a los EEUU de su condición de potencia hegemónica, ha llevado a Trump y a los grupos monopólicos y financieros que le rodean a variar su visión sobre el manejo de la economía y de otros elementos del Estado. Para ello ha preparado su nuevo gobierno formado por los multimillonarios más ricos de Estados Unidos; por su composición, es una imagen impactante de la integración de la oligarquía financiera global al aparato ejecutivo del gobierno del mayor estado imperialista del mundo actual. Los grandes monopolios en el campo de las tecnologías modernas (Tesla, X, Truth Social y muchas empresas e instituciones del centro tecnológico de Silicon Valley), las industrias militares y las grandes empresas de especulación financiera e inmobiliaria han tomado el control del aparato gobernante para gestionar directamente sus asuntos, lo que es un hecho llamativo en las transformaciones que está presenciando el Estado burgués en la fase monopolista.

Apenas posesionado en la Casa Blanca, Trump recortó el gasto público en el presupuesto, paralizó programas sociales e inició despidos en el sector público. Los fondos de estos recortes se están utilizando para financiar nuevas rebajas fiscales que proporcionarán a los multimillonarios enormes ganancias en los impuestos sobre la renta y de sociedades que él redujo drásticamente en su primer mandato.

Está concediendo subvenciones extravagantes, especialmente a empresas de tecnología financiera digital, alegando competencia con monopolios extranjeros.

La infraestructura de salud pública es socavada con sus decretos. Detuvo las revisiones de las becas de investigación, los viajes y la formación para los Institutos Nacionales de Salud (NIH), dedicado a la investigación bidomédica. En muchos estados, los programas de asistencia sanitaria no pudieron acceder a los fondos y las poblaciones pobres se quedaron sin atención sanitaria básica. Un juez federal anuló el decreto que congelaba de momento la financiación federal debido a las protestas en todo el país.

Con la privatización del servicio postal nacional en su agenda, han sido despedido personas que forman parte de la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB), que al parecer estaban a favor de los trabajadores y actuaban como mediadora entre sindicatos y los capitalistas; fueron sustituidos directamente por partidarios de los capitalistas republicanos.

El imperialismo estadounidense apela hoy a las políticas proteccionistas, abiertamente señala que se propone enriquecerse con los impuestos que paguen los otros países. El anuncio de elevación de los aranceles, que iniciaron con China, Canadá, México, y la amenaza de imponer esa política a todos —incluyendo a los integrantes de la Unión Europea— abre un nuevo capítulo en la guerra comercial, ahora más extensa y profunda.

China ha respondido en los mismos términos, fijó aranceles del 15% a la importación de carbón y gas natural licuado de Estados Unidos; desde la UE también han surgido respuestas de responder con nuevos aranceles si EEUU los eleva. En esencia, el mundo se adentra a un proceso de mayor agudización de las contradicciones interimperialistas. No solo se tensan las contradicciones entre EEUU y China, también entre EEUU y los países de la UE y con los países del G7.

La política arancelaria establecida por el imperialismo estadounidense —que persigue proteger a los monopolios estadounidenses— no solo afecta a los países vendedores de productos, también lo hace a la economía estadounidense, y a corto plazo a los mismos monopolios yanquis que operan en otros países y pagarán más impuestos cuando los productos fabricados en el exterior lleguen a los Estados Unidos. Por supuesto, son los trabajadores y los pueblos los que pagarán productos más encarecidos; como siempre, sobre sus espaldas se descargan los efectos de las políticas antipopulares de los gobiernos de la burguesía.

Trump está desempolvando la política de la amenaza, el chantaje abierto, del big stick. Pende sobre Panamá el aviso de enviar tropas militares para recuperar el control del Canal de Panamá; el presidente de ese país centroamericano ha dicho que el canal les pertenece, pero al mismo tiempo anunció que el próximo año no renovará el acuerdo de entendimiento suscrito con China en 2017 en el marco de la Nueva Ruta de la Seda; el presidente estadounidense quiere convertir a Canadá como el estado número 51, despertando el revanchismo existente desde la guerra de independencia con Inglaterra; también tiene puesta la mirada en Groenlandia, por su valor geoestratégico y por las enormes riquezas de su subsuelo: yacimientos de hidrocarburos, de uranio y de oro, y, sobre todo de yacimientos de las llamadas tierras raras, recursos minerales cruciales en la economía actual, principalmente para el desarrollo de coches eléctricos, baterías de gran capacidad o de importantes sistemas de defensa militares.

Un anuncio brutal efectuó el jefe del imperialismo yanqui, que puede entenderse también como un visto bueno para que el sionismo israelí retome los bombardeos sobre la Franja de Gaza y para el establecimiento de régimen de ocupación permanente en Palestina. Ha dicho que la Franja debería convertirse en una «Riviera del Medio Oriente», que sea disfrutada por todo el mundo. «Nosotros seremos los dueños», dijo Trump, y habló de «nivelar el terreno y eliminar los edificios destruidos, para crear un desarrollo económico que proporcione un número ilimitado de empleos y viviendas para la gente de la zona». No hay que olvidar que antes ya señaló que todos los palestinos deberían abandonar el territorio y vivir en Egipto y Jordania.

¡Aranceles del 100% a los BRICS si dejan el dólar!, anunció también Trump, demandando de esos países un compromiso de que no crearán una nueva «moneda BRICS» ni respaldarán ninguna otra moneda para reemplazar al «poderoso dólar estadounidense». Desde Moscú salió la respuesta: «hoy los países miembros del BRICS no están discutiendo la creación de una moneda común, sino están hablando de nuevas plataformas de inversión», dijo el portavoz de la presidencia de Rusia, Dmitri Peskov, olvidando todo lo que discutieron en la última cumbre en Kazan. Trump busca frenar las políticas de desdolarización del comercio internacional, impulsada por varios países, entre otros China, Rusia, India, Irán, Brasil.

Desde que el dólar estadounidense se convirtió en la moneda de reserva dominante y la más utilizada en el comercio internacional, EEUU le ha convertido en arma para el control económico y el sometimiento de los países. El imperialismo estadounidense no quiere perder esta arma, puesto que es uno de los mecanismos para garantizar su hegemonía y dominación.

Sin embargo, el «amor» de Trump por el dólar no es total: ahora apuesta también por las criptomonedas. En el año 2021 —y antes— Trump las calificó como «no dinero», «altamente volátil y basado en la nada»; además, advirtió que los criptoactivos ayudaban a facilitar los mercados clandestinos ilegales. Ahora no piensa así, o si sigue haciéndolo se ha introducido en el negocio que facilita los mercados clandestinos ilegales. A mediados el año 2024, él y sus hijos crearon la empresa de criptomonedas Word Liberty Financial. En julio de 2024, dijo que quería que EEUU fuera la capital cripto del planeta y superpotencia del bitcoin del mundo. ¡Viva la especulación financiera!

Trump ha iniciado lo que denominó «la mayor operación de deportación de la historia de Estados Unidos», dirigida a millones de migrantes indocumentados que, según él, están «envenenando la sangre» de Estados Unidos. Este criterio (del envenenamiento de la sangre) responde a la concepción de los supremacistas blancos, responsables de alimentar el desprecio, el odio y la violencia en contra de los afroamericanos, los latinos, los asiáticos. Hitler utilizó el término «envenenamiento de la sangre» en su manifiesto «Mein Kampf», en el que criticaba la inmigración y la mezcla de razas. «Todas las grandes culturas del pasado perecieron sólo porque la raza originalmente creativa murió por envenenamiento de la sangre», escribió Hitler.

Una gran campaña se ha desatado en contra de los migrantes, a los que se les está criminalizando, y la criminalización de un sector de la sociedad ha sido un recurso del fascismo para justificar su combate y sus crímenes.

El odio, el revanchismo, el supremacismo blanco, la xenofobia, la superioridad de la «nación estadounidense» respecto del resto de pueblos y países del mundo hacen parte de la concepción reaccionaria de Trump y de la élite que le acompaña. En uno de los discursos de la reciente campaña electoral, Trump recordó a los asistentes que en 2016 les dijo que él era su voz; «ahora agrego que soy su guerrero, su juticia. Y para todos los que fueron maltratados, yo soy su venganza.» Los aires de superioridad de quienes gobiernan EEUU se expresan en las palabras del presidente de la Cámara: «La Biblia dice claramente: Dios exalta a los que están en el poder, a todos ustedes, a todos nosotros.»

La política de Trump está provocando el repudio de los trabajadores, la juventud y los pueblos. Desafiando a la Policía y a los aparatos de seguridad, en Estados Unidos han iniciado manifestaciones callejeras de protesta en contra de las deportaciones; acciones de resistencia como «un día sin migrantes» están demostrando la trascendencia y el enorme beneficio que el trabajo de los migrantes tiene en el desenvolvimiento de la sociedad estadounidense y las riquezas que estos generan.

Crece el descontento de los pueblos con las políticas de chantaje y presión de Trump. Este es un esceneario importante en el que debemos desarrollar con mayor fuerza la denuncia de la naturaleza reaccionaria, opresora y explotadora del imperialismo.

Es evidente que se configura un nuevo escenario económico, político y social en el mundo, con clara incidencia en los distintos países. Dijimos que se avizora la agudización de las contradicciones interimperialistas; podemos advertir que los sectores más reaccionarios de la derecha a nivel internacional querrán aprovechar el nuevo momento para ganar posiciones, sin embago, no actúan solos, está también la resistencia, la lucha de los trabajadores y los pueblos no solo para enfrentar la ofensiva de la reacción, sino para presentar y construir su propio proyecto político revolucionario: anticapitalista, antiimperialista, por el triunfo de la revolución y el socialismo.

Los partidos y organizaciones integrantes de la CIPOML tenemos la responsabilidad de ponernos al frente en contra de la ofensiva del imperialismo estadounidense, en contra de las fuerzas fascistas y filofascitas. La unidad de los trabajadores, campesinos y clases trabajadoras y sectores oprimidos; la acción conjunta de las fuerzas democráticas, progresistas, de izquierda, anticapitalistas y antiimperialistas es fundamental para encarar el momeno actual.

Con la fuerza de los trabjadores y el pueblo derrotaremos la ofensiva de los dueños del capital.

*Comité Coordinador de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas

Febrero de 2025

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