Por Rafael Riofrío Tacuri
La historia de Hitler, sus mentiras y su ascenso al poder resuenan inquietantemente en la política actual del Ecuador, especialmente con las pretensiones de Daniel Noboa de usar un referendo para concentrar poder y consolidar un modelo autoritario. Al igual que Hitler, Noboa se presenta como un “líder joven y moderno”, mientras mantiene vínculos con grupos empresariales y bancarios que representan a la élite económica. Su discurso intenta proyectar la imagen de un salvador desinteresado, pero sus políticas buscan blindar intereses poderosos y limitar la capacidad de organización y resistencia de las mayorías.
Hitler construyó su poder fabricando enemigos internos, manipulando el miedo y presentándose como la única solución posible. En el Ecuador actual, el relato oficialista recurre a un mecanismo similar: al identificar sectores sociales, políticos y jurídicos como obstáculos para su gobierno, señalando a movimientos sindicales, estudiantiles o críticos como amenazas al orden. El referendo impulsado por Noboa se plantea entre comillas como una herramienta para resolver la crisis, pero en la práctica abre la puerta a reformas legales que reducen derechos, debilitan el control ciudadano y refuerzan el aparato represivo del Estado.
La historia muestra que el autoritarismo no siempre comienza con un golpe de Estado; a menudo se viste de legitimidad electoral y se disfraza de medidas “necesarias para el bien común”. Así fue en la Alemania nazi, donde la legalidad desmanteló la democracia desde dentro. Noboa apela al miedo generado por la inseguridad y la crisis económica para obtener un cheque en blanco que le permita modificar el equilibrio de poderes y gobernar sin contrapesos efectivos.
La supuesta “lucha contra el crimen”, como lo hizo Hitler, puede ser cortina de humo para eliminar la oposición y la resistencia popular e imponer un modelo elitista. Este discurso seduce mientras socava libertades y derechos. Noboa busca someter a la Corte Constitucional, porque le incomoda su independencia, disfrazando de “marcha ciudadana” una ofensiva autoritaria orientada al control absoluto del poder.
La historia no se repite idéntica, pero sus patrones sí. En el Ecuador actual, la memoria histórica y el pensamiento crítico son vitales para reconocer las señales del autoritarismo antes de que sea demasiado tarde. La defensa de derechos y libertades debe ser activa, porque el fascismo moderno no llega marchando con botas, sino envuelto en el brillo engañoso de la “seguridad”.
*ex-presidente UNE-Loja