Por Jaime Chuchuca Serrano
La inflación generalizada en todas las potencias (estanflación), países emergentes, y los llamados países del tercer mundo, se traduce en un problema mucho más grave: el choque de varias fuerzas económicas. Antes de la pandemia, Trump ya tensó las cuerdas con China, empezando una prolongada guerra comercial. Sin embargo, ahora se desarrolla una crisis acumulada: las quiebras de las pequeñas empresas con la sobreproducción y estancamiento del consumo, en los meses del congelamiento pandémico, así como la devaluación monetaria, se suman, ahora, a la guerra económica EEUU-Europa-OTAN contra Rusia. La disminución de los hidrocarburos rusos, ha producido una crisis en Europa y el encarecimiento del petróleo y sus derivados en el globo. Estos hechos muestran el rompimiento del pacto del libre mercado.
Ante la inflación, los gobiernos y bancos centrales se han puesto de acuerdo para subir las tasas de interés, así, teóricamente, restringen los créditos, disminuyen el consumo y bajan el precio de los productos. Sin embargo, este recorte excesivo de dinero en los mercados populares, limita la economía de las familias, aumenta el desempleo, refinancia las deudas con mayores intereses, y refuerza la crisis. De esta situación, brota la recesión que ya es un hecho empírico en EEUU y algunos países de Europa, y puede trasladarse al resto del mundo. Varios economistas, predicen una posible recesión mundial para 2023, una contracción de al menos 0,4%.
Aunque Rusia ha visto fortalecido el rublo, vendiendo sus hidrocarburos a otros países, Europa la ha venido pasando de mal en peor. La apropiación de Alemania de 3 refinerías estatales rusas (Rosneft), para garantizar combustible en invierno, es una acción de guerra, aunque se llame económica, que sale del escenario bélico de Ucrania, para imponerse en el territorio alemán. La pregunta es ¿qué hará Rusia? Y aunque esto no genere una escalada bélica, de seguro causará respuestas comerciales. La receta común, del BM y el FMI, de recorte fiscal a los servicios sociales y flexibilización laboral, dista de ser creativa. La solución económica no proviene solo de la reducción del consumo, sino del estímulo a la producción, lo cual, con las políticas actuales, es contradictorio. En estas últimas décadas, nunca hemos visto, como ahora, la desaceleración en conjunto de las máximas economías del planeta: EEUU, China y Europa.