Por Marcelo Andocilla, MD.
En medio de ese encantador bullicio producido por los comentarios a media voz de los estudiantes en los corredores de nuestras aulas universitarias, pasa con parsimonia y contestando, uno a uno, los saludos respetuosos de los jóvenes que ingresan al aula, donde contrasta un espectacular silencio y expectativa.
Con voz clara como mandan los cánones pedagógicos y también artísticos, pronuncia muy bien verbalizadas las palabras, que salen en un cuidadoso manejo del idioma y de los conceptos, traza el tema de la clase y lo lleva de manera sistemática y organizada, subrayando a viva voz los conceptos y definiciones más importantes. Los estudiantes no pierden un segundo.
Así, de manera similar transcurren, una a una, las páginas del libro “ENSAYOS BIOLÓGICOS Y SOCIALES”, que recoge una selección rigurosa de escritos en formato de ensayos científicos preparados para la difusión pública, producidos por su autor en los últimos diez años (del 2005 al 2015, nos dice Oswaldo) y publicados inéditos y oportunos por el semanario alternativo Opción. Capítulos cortos, apenas con la duración de una clase, de una conferencia o de una reflexión, pero con el rigor de un investigador serio que los colecciona como si los exhibiera en un museo, presente y para el futuro, de conocimientos actualizados y repartidos con una temática específica y precisa. Tienen ese olor a vitalidad que guarda el libro abierto.
El Autor es el investigador, el docente, el maestro, títulos que se ganan en los años de una intensa práctica científica, académica y humana, por tanto, social.
De Atuntaqui, provincia de Imbabura, su punto de partida, se inició como docente del Instituto Nacional Mejía de la ciudad de Quito, dirigió la restauración del museo de Ciencias Naturales de ese prestigioso Instituto. Ejerció la cátedra universitaria por cuarenta y cinco años, en la Zoología General, de Vertebrados y la Mastozoología, pero se apasionó particularmente por los temas de la Biología Evolutiva, la Ecología y la Conservación. Pasión que lo llevó al ejercicio de importantes funciones como los de Coordinador de Proyectos de Conservación de la Naturaleza en la Fundación Natura; miembro del Directorio del Forest Stewardship Council, FSC, Consejo de Administración Forestal; Asesor del Ministerio del Medio Ambiente; Presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Biología; Miembro gobernador de la Fundación Charles Darwin para las Islas Galápagos; y, a ser invitado por la Academia de Ciencias de Filadelfia y del Museo Smithsoniano de Historia Natural de Washington, EE.UU.
En sus variadas publicaciones de artículos y ensayos científicos se encuentran entre otros la: “Introducción a la Biología Experimental”; la Investigación para la conservación de la diversidad biológica en el Ecuador, Mamíferos del Ecuador; “Reflexiones sobre ecología, medio ambiente y cambio climático”; “La Gran Transgresión: Bioética, Salud y Ambiente” (coautor), Historia de las Ciencias en el Ecuador (autor del capítulo: Desarrollo de la Biología en los últimos 50 años) publicación de la Academia Nacional de Historia, 2015 y el actual “Ensayos Biológicos y Sociales”, 2016.
El libro habla, desborda la temática, sugiere, inclina posiciones, remarca conceptos, suscita discusiones y orienta acciones. Veinte y cuatro artículos y cinco entrevistas que pasa por la Clave de la vida, la molécula de ADN, los genes y genomas, a la Conservación de la diversidad biológica, la ecología, el medio ambiente, la naturaleza hasta los aspectos más culminantes sobre Ciencia y sociedad, y, Utilización política de la ciencia.
Recojo estos dos últimos aspectos: Nos habla de la enseñanza de las ciencias en la formación del ser humano, de la que nos dice “sus objetivos superiores son crear confianza en las ciencias y la vez afianzar el pensamiento reflexivo y crítico, desarrollar actitudes científicas frente a la vida y en la toma de decisiones importantes”. Es la enseñanza del maestro.
Y al hablarnos de la hominización nos recuerda que su contenido no es exclusivamente biológico, “le permitió al ser humano construir un mundo nuevo: el mundo de la libertad” dice. Pero, por este mismo atributo, el ser humano, posee fenómenos epibiológicos que lo convirtió en “capaz de construir o destruir; amar y odiar, de las acciones más crueles e inhumanas, como de las más nobles y solidarias”. Recuerdo al poeta cuando hablaba de que el hombre dividió al tiempo en 24 horas: 12 para crear y 12 para soñar sobre lo creado, pero que se ideó una más, la hora 25 para destruir todo lo creado y soñado por el hombre… Sin embargo, el maestro Oswaldo no se queda en la derrota de la existencia del “gen egoísta” y de las premoniciones de la sociobiología, sino que reflexiona sobre el Homo sapiens que dejó de ser el mono desnudo, para ser el creador de la libertad y que por “esta libertad el sector más comprometido de la sociedad actual busca construir un mundo más justo y solidario, de auténtica liberación; y a la vez denuncia con firmeza todo intento de falsificación de la ciencia”.
Al terminar de leer, creo haber asistido a sus clases, escuchado con reverencia y haber agitado el entusiasmo.
La producción de ciencia para la divulgación, sin vulgarizarla, es un verdadero arte y una verdadera ciencia: crear ciencia sobre la ciencia, cuestionándola y recreándola, lejos del fetiche académico, del prurito del “ranking”, de los “papers” masivos sin relevancia y de importancia cada vez más dudosa, pero que inflan vanidades.
Me permito incorporar un hecho adicional, desde mi perspectiva de amante de las letras: se trata de una lectura sencilla, ágil, sin dejar el rigor; es un uso adecuado de la lengua en asuntos científicos, y lo destaco tomando en cuenta que nuestro idioma, el Español, no brilla en las áreas de la ciencia y la tecnología, igual que en la literatura; lo que demuestra la necesidad imperiosa que el vértigo de la ciencia y sus avances se asuman con manifestaciones hispanohablantes y no solo desde los extranjerismos y neo lenguas que se han asumido con cierta vanidad, en realidad por ignorancia de la palabra en español o por un prestigio mal entendido. El mérito reside en la expresión sencilla y adecuada: no nos olvidemos que “quien mal se expresa mal organización del pensamiento refleja”.
Permitidme rememorar, en esta ocasión, los escritos “montalvinos” cuando éste defendió su creación literaria de “Los Capítulos que se le olvidaron a Cervantes”, padre de Garcilazo, de Lope de Vega y de Gabriel García Márquez, en fin…
Montalvo dio a la creación literaria, y yo lo hago en esta oportunidad por extensión a la científica, la analogía de un precioso collar, dice él: “el orden y la exactitud en los fenómenos y acontecimientos constituyen la memoria… Un collar de piedras preciosas de diferentes colores artísticamente engarzadas, representará la memoria, el diamante cristalino, el rubí que está echando fuego, el zafiro de celestes visos, la verde esmeralda, el ónice apagado, todos con sus significaciones respectivas, darán idea de la memoria, esta rica facultad que, si se desquicia un punto, cae desbaratada; y las mismas piezas sueltas y revueltas en resplandeciente muchedumbre, son elementos de la imaginación. Sin almáciga de ideas, no hay facultad imaginativa; y como sin recuerdos el círculo de ideas sería menguadísimo, resulta que la memoria es el aparador suntuoso donde la imaginación toma lo que necesita para sus portentos, los cuales a su vez van a cebar la fuente donde está bebiendo de día y de noche la inteligencia humana”.
Perdonadme esta transcripción tan larga de Montalvo sobre la creación intelectual como la creación sobre lo creado e imaginado, para finalizar presentando a ustedes, este excelente trabajo de la memoria y la imaginación, esta almáciga de ensayos científicos de donde vierte un collar brillante, de los temas más cercanos y actuales de la vida y del planeta.
Nota de la Redacción
Para la Sección Cultura del periódico digital Opción es un muy grato poner a consideración de los lectores este texto que fuera escrito y leído por el Dr. Marcelo Andocilla MD, el 31 de marzo de 2016 en el Centro Escritores Médicos del Ecuador, Centro de Convenciones Eugenio Espejo.
Marcelo Andocilla López: médico, profesor universitario poeta y colaborador de nuestro medio de comunicación, cultivó la rigurosidad de las Ciencias Médicas con el arte de la palabra; armonizó la escritura científica con la escritura creativa. Fue tejedor de ciencia y poesía, hombre de sensibilidades múltiples y de firmes convicciones.
Autor de varias obras poéticas que alcanzaron reconocimientos tales como premios Universidad Central del Ecuador. Escribió numerosos ensayos de corte académico sobre la educación superior, sobre arte, historia de la medicina y la salud.
En la presentación del libro “Ensayos Biológicos y Sociales” (cuyo texto fue recuperado hace poco) Marcelo Andocilla hizo gala de una elegante prosa, dominio de las ciencias de la vida y conocimiento de los mejores escritores de nuestra lengua. Culminó con un precioso fragmento de Juan Montalvo en el que defiende su obra: “Los Capítulos que se le olvidaron a Cervantes” y a la vez exalta la creación literaria, la memoria, la imaginación.
Como dijera José Saramago: “Somos la memoria que tenemos, si la perdemos, si la perdemos dejamos de existir”. Por esta razón tenemos el agrado de reproducir el hermoso texto de Marcelo Andocilla, que ya no está con nosotros, pero que le recordamos entrañablemente.
Quito, octubre 2023.