Por Vladimir Maiacovski
A todos,
los que marchan por las calles,
y detienen las máquinas y talleres.
A todos,
deseosos de llegar a nuestra fiesta,
con las espaldas cargadas de trabajo.
¡Salid el 1° de Mayo,
al primero de los Mayos!
Recibámoslo, camaradas,
con las voces entrelazadas de canciones.
¡Primavera mía,
derrite las nieves!
¡Yo soy obrero,
este Mayo es mío!
¡Yo soy campesino,
este Mayo es mío!
A todos,
tendidos en las trincheras,
esperando a la muerte infinita:
a todos,
los que desde un blindado,
apuntan contra sus hermanos,
hoy es primero de Mayo. Vayamos al encuentro,
del primero de los Mayos nuestros,
enlazando las manos proletarias.
¡Callad vuestro ladrido, morteros!
¡Silencio, ametralladoras!
¡Yo soy soldado,
este Mayo es mío!
A todos,
a las casas,
a las plazas,
a las calles,
encogidas por el hielo invernal.
A todos,
hambrientos de hambre,
estepas,
bosques,
campos.
¡Salid en este primero de Mayo!
¡Gloria, al hombre fecundo!
¡Desbordaos en esta primavera!
¡Verdes campos, cantad!
¡Sonad sirenas y pitos!
¡Yo soy de hierro,
este Mayo es mío!
¡Yo soy la tierra,
este Mayo es mío!
(Dedicado al 19 de Mayo de 1918)
Vladimir Maiacovski (1893-1930) pasó a la historia como el poeta de la Revolución Rusa pese a todas las polémicas que despertó su obra, aun entre los dirigentes soviéticos. Fue también dramaturgo, actor, diseñador gráfico y publicista de la Rosta, antecesora de la agencia de noticias Tass. Para ella realizó afiches y escribió innumerables poemas de agitación para el frente durante la guerra civil, e incluso de propaganda de diversos productos de la naciente industria socialista.
Exponente destacado de la juventud artística revolucionaria, Maiacovski irrumpió de modo irreverente a la poesía rusa de inicios del Siglo XX, para escándalo de espíritus refinados como el de León Trotski, quien le recriminó su “carencia de armonía y equilibrio”.
Con la revolución —sostuvo el poeta— “ha nacido una nueva lava de idioma. ¿Cómo darle la forma poética? Las viejas reglas con sueños y rosas, con versos alejandrinos no sirven”. De allí, sus versos: “Come ananás,/ saborea langostas./ Te llegó el último día,/ burgués” (…) “Tiene la palabra el camarada Mauser”. La pasión, entusiasmo, la desmesura y hasta el desaliño de la poesía de Maiacovski surgían del torbellino joven y heroico de la primera gran revolución proletaria. Él mismo lo describió así: … “¡mi patria/ es una adolescente, / crea, / prueba, / inventa! / La alegría empuja./ La vida es espléndida/ y asombrosa!”.
Pese a todo, terminó quitándose la vida. Este poema fue traducido por la argentina Lila Guerrero para las Obras escogidas del poeta (Editorial Platina, Bs. As., 1958).
Tomado del libro Poesía Social