Redacción Opción
Pablo Tapia, dirigente revolucionario, combatiente de primera fila, fue asesinado hace 26 años, junto a Jaime Hurtado, de quién era diputado alterno. Ese día, miércoles 17 de febrero de 1999, Pablo caminaba junto a su compañero Jaime Hurtado, luego de haber salido del Congreso Nacional. A pocos pasos de la Corte de Justicia, los asesinos descargaron sus armas contra Pablo, Jaime y Wellington.
Pablo nació en Imbabura, en el seno de una familia del pueblo, era el séptimo de 10 hermanos y desde muy joven se integró a la lucha apenas ingresado al colegio Montalvo de Quito, siendo parte de la FESE y la comisión de propaganda y el comité nacional de la misma, en los últimos años de la dictadura de os años 70.
Su vida fue la de un luchador popular, participó de importantes jornadas de lucha, en todos los sectores donde hizo actividad política, como la Cooperativa de Vivienda Eloy Alfaro, en Quito, el sindicato del Hotel Tambo Real, las comunas de Pesillo y Olmedo en Cayambe. Fue parte de los fundadores del Movimiento Popular Democrático, regando semilla revolucionaria en Cuenca, Loja, Carchi e Imbabura.
Hombre valiente, a veces temerario, era también, el reflejo de la fraternidad, la solidaridad y la camaradería, el aprecio le llegaba de sus camaradas, sus amigos, los luchadores populares y sobre todo de su familia, quiénes continúan su legado de lucha. Militante comunista desde su juventud, dirigente revolucionario y ser humano entregado a la noble causa de la revolución.
Pablo fue uno de los principales blancos en los violentos sucesos de aquel día de febrero, en el que el imperialismo, la burguesía y los enemigos del pueblo buscaron apagar unas luces, pero, terminaron encendiendo muchas más, que algún día alumbrarán la pradera de los pueblos en la que, aquellos caídos, se levantarán con la liberación de millones de seres humanos, cuando se vuelva realidad el sueño que soñaban y que soñamos.
Pablo vive.