Reflexiones sobre el libre ingreso

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Por Santiago Gallegos*

A propósito de las ofertas de campaña

Podemos recordar que las causas para segmentar y segregar los cupos en las universidades, eran similares a los actuales; burdas estadísticas del crecimiento poblacional, la falta del presupuesto y el menosprecio a las capacidades de las clases desposeídas. Por lo general todo estaba amarrado para que los hijos de los más o menos acomodados puedan acceder al proceso educativo del sector público, los otros, nos fajamos como valientes para obtener nuestro cupo, en el caso de los hijos de los riquillos, es un cuento aparte pues jamás se iban a mezclar con la prole.

Desde aquel tiempo, la situación no ha cambiado, pues lo que se ha hecho es garantizar el proceso de exclusión y segregación, alineado al elitismo planteado por un tipo que a tilde de becario quería ser el ejemplo de la meritocracia. Obvio que no se soluciona mucho eliminando el examen, pues esto se trata de un tema estructural y de la superestructura social, ya que, quienes son los reguladores de la accesibilidad a la educación son los que por lo general no les interesa para nada la educación de las clases oprimidas. Si por ellos fuera, solamente se educarían los hijos de los potentados.

 No sé emboben, la equiparidad antes de llegar al «examen» depende de muchos factores que van desde la accesibilidad a tener docentes homologados, infreastructura, alimentación, herramientas educativas y por supuesto oportunidad, entre otras variables.

La miserable actuación del anterior y actual gobierno respecto del acceso a la educación superior es y será un punto a favor de los explotadores, pues cientos de miles de jóvenes en el desempleo y categorizados como mano obra no calificada, se sumarán al gran ejército de hombres y mujeres que constituyen el talento barato para el enriquecimiento del empleador.

Me sorprende leerles a muchos conocidos insistiendo en su vanidad de ser los mejores y ser los más «destacados» y que por ello sean merecedores de un trato distinto. ¿De cuándo acá les parece justo que un grupo de privilegiados que hayan tenido la «capacidad» de ser los mejores puntuados (en muchos casos pagaron para acceder a cursos de especialización para rendir el examen) puedan elegir su carrera? La opción para elegir que estudiar debe ser una garantía, no solamente para quienes tuvieron la capacidad de pagar para entrenarse, sino para todos quienes provienen de la educación secundaria.

El que se haga una clasificación adecuada de las aptitudes y habilidades no debe ser una determinante para la exclusión. Recuerden que en la historia de nuestro país hemos tenido altas eminencias, graduados en las mejores Universidades del mundo, cuya formación social solo les ha dado para ser cómplices de la explotación laboral y la depredación ambiental.

*10 de Luluncoto

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