Santiago Cuesta: renuncia del poder detrás del poder

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Por Francisco Escandón Guevara

La historia humana oficial, erróneamente, se la registra como una suma de acontecimientos inconexos resultantes de la voluntad impuesta por líderes y héroes vencedores. Dichos personajes, no sólo fueron el epicentro de las crónicas, sino también de la polémica originada por sus decisiones incorrectas, que incluyen la selección de sus consejeros.

Ese es el caso del analfabeto Rasputín, quien fue consejero de la familia real Romanov. El místico monje loco, como era conocido, fue protagonista del imperio ruso que sucumbió.

Otro afamado consejero fue Vladimiro Montesinos, de tal influencia en el gobierno de Fujimori, que tuvo a su cargo un conjunto de responsabilidades vinculadas a la seguridad del Estado. Actualmente Montesinos está recluido por delitos de corrupción, venta de armas, narcotráfico, genocidio, etc.

Ecuador y el gobierno de Moreno no podían quedarse atrás. Desde el inicio del actual régimen, Santiago Cuesta Caputti fue el principal asesor presidencial, situado por encima de cualquier ministro de Estado, encargado de empujar las políticas antipopulares acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), tarea que los tecnócratas ministros aún la evaden.

A Cuesta le fueron delegadas las funciones de optimización del Estado, básicamente aquellas relacionadas a la reducción de su tamaño, que pueden ser traducidas en impulsos para masificar los despidos en el sector público, y las privatizaciones de las áreas estratégicas que son pretextadas como concesiones al sector privado.

Por ello causa sorpresa la renuncia del asesor presidencial. Más pareciera que su salida tiene relación a la disputa y acuerdos dentro del círculo más cercano a Moreno, en el que los empresarios, la Ruptura de los 25 y los ex correístas miden fuerzas en perspectivas de las elecciones del 2021.

Rasputín, Montesinos y Cuesta no fueron simples consejeros, hay quienes afirman que en ellos radicó el verdadero poder. Pero más allá de las conjeturas, lo cierto es que la renuncia del prepotente asesor ecuatoriano no significa que el carácter del gobierno de Moreno cambie, pues está vigente el neoliberalismo.

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