Por Oswaldo Báez Tobar
Tagua o marfil vegetal
La tagua, corozo o cade se obtiene de la palma Phytelephas aequatorialis, nativa de los bosques húmedos de la Costa, crece desde el nivel del mar hasta 1.600 metros de altitud en las provincias de Esmeraldas, Santo Domingo, Cotopaxi, Manabí y El Oro. Cada palma tiene flores masculinas o femeninas en plantas diferentes (es decir, hay palmas “macho” y palmas “hembra”), las inflorescencias masculinas nacen recubiertas de hojas protectoras formando un capullo de más de 1 m. de largo; las inflorescencias femeninas alcanzan 30 a 40 cm, una vez fecundadas y maduras forman racimos con numerosas semillas que contienen la tan preciada tagua. Además, las flores de tagua generan calor, con lo cual obtienen una temperatura superior a la del ambiente; esta propiedad se la conoce como termogénesis y está siendo estudiada para determinar el efecto que tiene en la polinización, fecundación y formación de la semilla.
La semilla una vez madura y seca se convierte en la tagua: un material duro de color y textura similar al marfil del colmillo de los elefantes, por lo que se le llama “marfil vegetal”. La tagua es un material noble que se lo puede cortar, tallar y pulir, para hacer objetos decorativos o utilitarios entre los cuales los botones tienen una larga historia en el Ecuador.
El proceso de fabricación de los botones de tagua es muy interesante. La semilla de tagua se la seca y pela hasta que esté completamente limpia; después se la corta con sierras de alta velocidad para obtener secciones de diámetro regular que se las conoce como “tajadas”, éstas pasan a un torno del cual salen discos regulares denominados “animelas” que ingresan a las máquinas automáticas para la fabricación de botones; luego viene el proceso de tinturado para darles color y brillo. Finalmente son empacados para la exportación a muy diversos países de Norte América, Europa y Asia.
La producción de botones y otros objetos de tagua requiere la conservación y manejo de los taguales, cosecha y beneficio de la semilla hasta obtener materia prima de buena calidad, tratamiento y elaboración artesanal o industrial hasta el producto final; todo esto es la expresión de una cultura popular vinculada a una “especie bandera” de la biodiversidad florística del Ecuador.
La tagua fue hasta la primera mitad del siglo anterior fue uno de los principales productos de exportación del Ecuador. En el año 1999 mantenían sus operaciones unas 200 empresas que daban trabajo directo o indirecto a cerca de 35.000 personas encargadas de recolectar los racimos, limpiar, secar y clasificar las semillas que entran al proceso de elaboración de botones, bisutería, adornos… para el consumo interno o para exportación (1). En años recientes hábiles artesanos están reactivando la manufactura de la tagua a través la elaboración de hermosos objetos, con lo cual se revitaliza la relación histórica entre este valioso recurso de la biodiversidad y el hombre ecuatoriano; pero, es necesario desarrollar un modelo de conservación, manejo y producción sostenible de la tagua, por ser una especie amenazada por la sobreexplotación.
En esta línea se inscribe el proyecto “Hot Palm” que está ejecutando la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y el Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo IRD. Es un estudio multidisciplinario de la tagua: comprende la polinización, genética, bioquímica, etnoecología y bioeconomía, con el objetivo de establecer las bases para su manejo sustentable. Se conoce que la tagua ecuatoriana es de la mejor calidad y está llegando a mercados de China, Hong Kong, Singapur, Turquía, Italia, España y otros países, en los que casas famosas de alta costura utilizan botones de tagua ecuatoriana, en la confección de sus prendas. La industria cosmética está empleando el fino polvo de tagua como exfoliante. El mercado de la tagua se amplía, pero a la vez la presión sobre el recurso biológico; en esto radica el objetivo central proyecto de la PUCE que conjuga investigación, vinculación con la comunidad y cooperación internacional. (2)
Paja toquilla y sombreros de antiguo abolengo
El sombrero de paja toquilla que fuera conocido como “Panama Hat” es ahora legítimamente reconocido como ecuatoriano. En diciembre del 2012 la UNESCO le reconoció como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y es conocido por su nombre propio: “Sombrero Jipijapa o Montecristi”, cuyo origen se remonta al 1630 cuando un indígena de la región: Domingo Chóez empezó a elaborar sombreros de tipo español con las fibras de la planta conocida como paja toquilla de la especie nativa Carludovica palmata. La obtención de la fibra es un proceso muy elaborado que exige la recolección, maceración y extracción de la fibra más fina, blanca y flexible, con la cual los tejedores elaboran los sombreros. Esa actividad artesanal caló profundamente en el pueblo manabita y es orgullo de la provincia. “La vida en Montecristi empezaba mansamente todas las mañanas… la paja delgada y flexible se retorcía entre los ágiles dedos… los sombreros finos había que tejerlos de tal suerte que ninguna precaución faltara: debajo del toldo hombres y mujeres de piel cobriza y ojitos perdidos trabajaban encorvados, ausentes del tiempo. Meses enteros requería dar fin a los mejores, aquellos tan suaves, ligeros como un pañuelo de seda…” (3).
La visión sociológica de la comunidad que aprendió a aprovechar un recurso natural de la tierra generosa del trópico ecuatoriano culmina con la elaboración de los sombreros de paja toquilla, noble tarea que se exalta poéticamente en el “Romance de una tejedora manabita”:
“Con una horma de esperanza y dedos de clavellina/ va tejiendo su sombrero/ la manabita más linda/…ese sombrero tan leve que más que sombrero es brisa/… Y diciendo a labios quedos oraciones de ambrosía/… Teje, teje, tejedora de dedos de clavellina/ Teje, tejedora y une mis versos con tus toquillas”.
Alrededor de la paja toquilla se ha desarrollado una importante actividad artesanal y cultural en varias provincias: Manabí, Cañar y Azuay. Esta artesanía de alta calidad y finura produce sombreros de modelos clásicos y también con nuevos diseños que llevan vistosos accesorios, lo que les vuelve muy atractivos en el mercado local y en Estados Unidos y Europa, donde se venden desde $55 hasta $30.000 cada unidad. (4) Además de los sombreros – de antiguo y noble abolengo -, los artesanos han optado por nuevos productos, como carteras, bolsos, llaveros, bisutería, objetos utilitarios y adornos teñidos de colores con lo cual se amplía el mercado para sus productos.
En la memoria colectiva de los pueblos de la Costa, Sierra y Amazonía se conserva toda una cultura ligada al aprovechamiento de los recursos de la biodiversidad como: la paja toquilla, el mimbre, la tagua, el coco, la cabuya, las conchas marinas, el pambil y muchos otros, que es necesario fomentar, porque la biodiversidad es un recurso estratégico para el desarrollo sustentable del Ecuador.
Referencias
- Montufar, R. 2013. Tagua, palma endémica de exportación. En: Ecuador Terra Incógnita. No. 86. Quito.
- https://puceapex.puce.edu.ec La PUCE trabaja hacia el manejo sustentable de la tagua. 02-03-2022.
- Pareja Diezcanseco, A. La Hoguera Bárbara. Publicaciones Educativas Ariel, Guayaquil.
- Revista Líderes. https: www.revista lideres.ec 10-12-2020.
Quito, febrero 2023.