En Marcha
Está llegando a su fin el proceso electoral en su segunda vuelta, que se ha caracterizado por la violencia verbal, la manipulación mediática, la falsificación de declaraciones, la demagogia y la utilización institucional como no ha ocurrido en esos niveles en el pasado. La degradación de la acción política de los contrincantes es una viva expresión de la descomposición de la institucionalidad burguesa y de la decadencia de la ética burguesa: una y otra, a su vez, están relacionadas con la crisis del sistema capitalista.
El problema no es que no se respeten entre ellos, el asunto es que no respetan a los electores. Creen que el grueso de los votantes son un cúmulo de personas poco o nada pensantes, incapaces de discernir lo que es mentira de lo que es verdad o que han perdido la memoria, de manera que no pueden recordar lo que ya dijeron e hicieron en otras campañas y pueden seguir mintiendo para volver al gobierno o continuar en él. La manipulación de la pobreza, de las necesidades materiales insatisfechas, de la desesperanza en la que vive nuestro pueblo también ha sido la tónica de esta campaña, lo que caracteriza el discurso de todo político burgués.
En eso no se diferencian Luisa González y Daniel Noboa, tampoco respecto de los sectores económicos a los que representan: los dos encarnan los intereses del capital financiero imperialista y de la gran burguesía; lo que les distancia son los nexos mayores o menores con una u otra potencia imperialista y la facción burguesa que los promueve o de la que son parte. Esa pugna de intereses entre grupos burgueses los lleva a presentarse como supuestamente irreconciliables, para vender la imagen de que el país se halla en la encrucijada de escoger entre «dos modelos» distintos de gobierno y de manejo de la economía. Eso ha ocurrido siempre.
La gestión gubernamental del correísmo dejó una estela de corrupción, de represión al movimiento popular organizado, de imparable demagogia que, tras un discurso seudo izquierdista, ejecutó políticas neoliberales, extractivistas, de agresivo endeudamiento externo; el Gobierno de Noboa no se queda atrás en su conducta autoritaria, en la política extractivista y de entrega a las empresas mineras y petroleras transnacionales. Noboa sobresale por su entreguismo al imperialismo estadounidense y por su capacidad de mentir.
¿Qué pueden esperar los trabajadores y los pueblos del Ecuador con cualquiera de los dos como presidente o presidenta? Solo la profundización de sus problemas, el incremento de la dependencia externa y ver cómo las clases dominantes continúan aumentando sus riquezas.
No hay otra opción que votar NULO y prepararse para las luchas que vendrán.