La arrogante estupidez de la plutocracia

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Por Dr. Jorge Villarroel Idrovo

“La estupidez debería ser declarada un delito”.

                           Eduardo Galeano

El intelectual chileno Max Neef,  Premio Nobel Alternativo de Economía, andaba en busca de algún rasgo que diferenciara a los seres humanos de los animales. Tras mucho pensar sobre diferentes características de uno y otros, llegó a la conclusión que la estupidez es el atributo que los distinguía. Ciertamente, viendo lo que ha sucedido y sucede el mundo, se puede llegar a la conclusión que este estigma parece ser exclusivo de la raza humana. Para muchos este juicio puede ser visto como una ofensa al hombre y a la mujer, después de todo lo que nos difiere de otras especies vivas es la razón y la inteligencia. Desde luego, atribuir al homo sapiens esta deshonra, es toda una hipérbole, pues muchísimos habitantes de la Tierra han demostrado un elevado juicio, y se han empeñado en salvar a la humanidad de hecatombe planetaria. Sin embargo, varios pensadores clásicos y modernos como Tabori (1987), Cipolla  (1992), Denegri (2002),  Moreno (2018), entre otros,  no vacilan en sostener que la estupidez, en mayor o menor grado, constituye un baldón de toda la especie humana.

Por nuestra parte, creemos que los terribles males que sobrelleva actualmente la humanidad, no pueden atribuirse a todos quienes poblamos la Tierra, sino a la estupidez de los plutócratas; aquellos sujetos que han asumido el papel de “dueños del mundo”, según la expresión de Chomsky. Para probar esta tesis, no sería suficiente una enciclopedia de 100 volúmenes, que detalle con datos,  evidencias y argumentos la escalofriante estupidez de la plutocracia que domina el mundo. Einstein decía: “Existe dos cosas infinitas: el universo y la estupidez. Del primero tengo mis dudas”. Ante la imposibilidad del esta tarea, a continuación se expone una apretada síntesis de los hechos más terribles de la necedad de las élites mundiales.

. A qué, sino a la insensatez de los acaudalados, se puede atribuir que 2 000 de ellos tengan más dinero que el 60 % de la población mundial, y permitan el hambre, las enfermedades, la vigencia de condiciones infrahumanas de millones de congéneres.

. Si, según el SIPRI (2 018), el mundo gasta 1.73 billones de dólares cada año, en armamento, industria que enriquece a los imperios y a los plutócratas que concentra este espurio negocio, no puede asignarse sino el término estupidez  para estos adictos a las guerras.

. ¿No es caso señal  de totería torpeza que los habitantes del mundo pierdan entre 1,5 y 2 billones dólares anuales, por causa de la corrupción, y que la mayoría de ese monto vaya a manos de bancos, financieras, multinacionales, megaricos, cuando esos recursos podrían solucionar muchas de las necesidades de los pueblos?

. La estupidez de los amos planetarios del mundo les lleva explotar, sin piedad alguna, la mano de obra de millones de obreros y obreras en el mundo, logrando con ello gigantescos réditos; no les  importa que una enorme población de trabajadores reciba un salario inhumano. La codicia necia puede más que cualquier sensibilidad humana.

. No es ir más allá de la estupidez hacia la insania mental, si sabemos que cada 10 segundos muere un niño por hambre y enfermedades carenciales, mientras los grandes productores de alimentos desechan los sobrantes para competir en el mercado. Ciertamente, vivimos un planeta desqu9ciado!

. ¿Qué calificativo puede asignarse a quienes concentran las industrias alimenticias, empeñadas en hacer desaparecer las especies animales terrestres y marinas, porque les rinde inmensas utilidades?  Este demencial antropocentrismo, es, sin duda, una creencia propia de los mentecatos.

. ¿Qué epíteto debe darse a los jefes de las multinacionales  que arrasan los bosques del mundo, lo cual llevará al asolamiento planetario, solo porque este crimen les genera jugosos réditos económicos?

. Si algunos multimillonarios logran  exorbitantes ganancias con la contaminación ambiental (calentamiento global), que amenaza con la extinción de la vida, ¿cómo debemos llamar a estos enloquecidos por el dinero?

. Los grandes industriales que riegan todos los desechos que producen sus fábricas, a los mares, ríos y fuentes de agua, no merecen el calificativo de tontos, sabiendo que significa su propia detruccion?

. ¿Son o nos estúpidos los que han internalizado en los seres humanos la idea obsesiva de que sus fines en la vida es producir, acumular y consumir, hasta el cansancio? Si la manía consumista conduce al asolamiento de la Tierra, resulta obligado llamarles a los manipuladores “tontos de capirote”.

. Solo Estados Unidos, la primera potencia plutocrática, lava 500.000 millones de dólares de la droga, cada año. Ese es el dinero que sirve para instalar industrias legales en todas las naciones. La estupidez les lleva a envenenar a millones de jóvenes, con tal de obtener  fabulosas utilidades.

. ¿Tal vez son cuerdos los potentados que controlan los medios de comunicación donde se difunde violencia, hedonismo, sexismo, consumismo, racismo, hasta la saciedad, pervirtiendo así las mentes de nuestros niños y jóvenes?

He aquí una pequeña muestra de la estupidez plutocrática, que domina el mundo. Como se dijo, se requeriría innumerables volúmenes para ampliar y profundizar estos hechos que estremece cualquier conciencia humana.

Pero si el 1 % de la población raya en la estupidez más escandalosa, ¿qué hace el resto del planeta? A nuestro juicio el 95 % se ha sumado, de modo consciente o inconsciente, , a esta condición mental, por lo cual puede ser acusado de “tontos útiles”. El 4 % restante,  nos desgañitamos en las plazas y calles, en las redes y libros,  denunciando a la plutocracia estúpida, sobre sus atrocidades. Sin emabrgo, estas acciones de denuncia e indignación apenas si hacen mella a las élites mundiales y criollas,  y hasta se burlan de nuestras acusaciones. Su poder económico, político, militar, mediático es tal que cualquier imputación del 99 % de la población mundial, les tiene sin cuidado. Ellos se han atribuido la misión criminal de acabar con el planeta y  con todos los seres vivientes, cuestión que según la ONU, puede producirse a mediados del presente siglo.

Los lectores estarán de acuerdo con nosotros  en que la palabra estúpidos es demasiado leve para la hecatombe relatada: deshumanización  extrema y devastación de la Madre Tierra. Muchos pensadores llaman a la existencia que sobrelleva el mundo como “barbarie civilizatoria”. El humorista Groucho Marx decía: “La mejor prueba de que existe vida inteligente en otras galaxias es que no han venido a visitar la Tierra”.

Un cuestionamiento que pueden hacer los lectores es: si los plutócratas han logrado un enorme éxito monetario, en lugar de ser endilgados de estúpidos, deberían ser admirados por su inteligencia.  Según esta lógica, los ominosos atentados contra la humanidad y el planeta, irrogados por los opulentos,  serían indicadores de su talento. Toda una paradoja. Ahora resulta que en la posmodernidad, quienes acumulan dinero son talentosos; por deducción, el 70 % de la población mundial que es pobre tendría un bajo potencial cognitivo. El filósofo español José Marina utiliza la expresión “inteligencia fracasada” para referirse a aquellos que teniendo dotes las utilizan para hacer daño a otros. 

Lo que no llegan a discernir estos “inteligentes” es que la destrucción planetaria, terminará por pasarles factura, a menos que crean que podrán sobrevivir en una Tierra desértica. Un líder boliviano, lanzó hace algunos años esta sentencia: “Caundo acaben con el planeta, veamos si comen billetes”.

Agosto 2020

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