Por Pacha Teran Pineda,
Kichwa Warmi .
Otavalo fue reconocida desde 2003 como la Capital Intercultural del Ecuador, sin embargo, algunos hechos recientes evidencian que la interculturalidad proclamada aún convive con formas peligrosas de racismo simbólico y estructural.
El primero ocurrió durante el Warmi Puncha, dentro de las festividades del Inti Raymi, cuando las compañeras Warmi Otavalo planificaron un acto de transmisión cultural con la alcaldesa, enseñándole a portar correctamente nuestra vestimenta.
La autoridad llegó tarde y se negó a recibir este intercambio cultural, rompiendo un gesto de reciprocidad. Lo que pudo ser una muestra de diálogo entre culturas se convirtió en una expresión de desdén institucional, que refuerza relaciones históricas de jerarquía colonial.
Entonces, ¿cómo puede una institución que actúa de esta manera emitir un comunicado “reservándose el derecho de iniciar acciones legales” en caso de racismo? Señora #Alcaldesa, le recuerdo que usted tiene la facultad de solicitar una investigación formal ante la #Fiscalía, que es la autoridad competente y yo, como muchas personas, tenemos la obligación de no callar.
El segundo hecho se manifiesta en redes sociales, donde resurgen expresiones como “longo atrevido”, usadas durante mucho tiempo para descalificar o ridiculizar al otro, al diferente, al que no tienen derechos, al explotado, a quien lo llama atrevido porque mira de frente como no estaban acostumbrados.
Este hecho se intenta desviar como si se tratara de un asunto político cuando es una patología social que viene con una carga histórica de desprecio que lamentablemente no ha desparecido.
Solo con la eliminación del concertaje, la reforma agraria y el auge de la artesanía indígena, se empezó a reconfigurar el poder social. Ese cambio, lejos de ser aceptado como desarrollo económico para el cantón y el país, provocó resistencias, expresadas incluso en grafitis violentos como “Mata un indio y reclama un yoyo”.
Mientras el municipio genera una publicación amenazante, pero aparenta celebran la diversidad, se profundiza el racismo estructural, el racismo, aunque no grite, aunque se disfrace de protocolo o sarcasmos, no puede seguir siendo normalizado, es urgente un reconocimiento público y disculpas institucionales como parte de la reparación simbólica que honraría los valores que Otavalo y el Ecuador que construimos desde todas las diversidades.