Por Camila Figueiredo*/Rio de Janeiro.
La gordofobia (prejuicio contra las personas gordas) actualmente es muy tratada por los medios y los influenciadores digitales y poco abordada dentro de los movimientos de la juventud, inclusive en la juventudes comunistas; esto hace que este tema tenga un enfoque que no piensa en soluciones colectivas y en cuales son la reales y profundas causas del problema, además de tratar el hecho que ser gordo como una libertad individual; o sea, una elección.
Para el mercado, producir una ropa plus o king size (tamaños grandes) es más caro porque existe poca demanda, a pesar de un estudio hecho por el Instituto de Métricas y Evaluación en Salud (IHME, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Washington, EEUU, que muestra que 2 mil 200 millones de personas en el mundo (30% de la población mundial) tienen sobrepeso u obesidad.
En tiempos antiguos, el cuerpo gordo fue admirado como sinónimo de riqueza y abundancia. Pero, con el avance del capitalismo las referencias de la belleza cambiaron y delgadez fue ganando al mundo. La delgadez como patrón de belleza, entró en concordancia con los cambios en el papel de la mujer en la sociedad.
Mientras la función femenina era procrear y cuidar de la casa, la imagen de las mujeres con caderas anchas era asociada a ser una buena reproductora. Cuando fue ganando el mercado de trabajo, más o menos en la década de 1950, la mujer requirió de una imagen más estandarizada. De esa manera, desde pequeña somos enseñadas a que debemos cuidar de nuestro peso como una falsa pretensión de salud.
El resultado es la producción de intensos trastornos alimenticios y psicológicos que también son lucrativos para las empresas farmacéuticas y estéticas. O sea, el capitalismo produce productos que pueden ser comprados a partir de las enfermedades de la población.
El capitalismo y los trastornos alimenticios.
No hay que olvidar que el capitalismo produce dolencias para las cuales él mismo ofrece la cura. Los trastornos alimenticios y psicológicos son cada vez más comunes en la juventud. La ansiedad, tiene origen en la falta de perspectiva de la vida que el capitalismo ofrece y así como muchos encontraron sus alivios en las drogas o en las bebidas, la comida puede también convertirse en una válvula de escape.
De la misma manera que debemos cuidar de la salud en lo que se refiere a las drogas, debemos cuidar de nuestra alimentación y trastornos alimenticios.
El capitalismo nos impone un patrón y esa presión estética es sufrida por personas gordas o flacas. La diferencia es que en personas gordas eso se puede transformar en prejuicio. Personas gordas son desconsideradas en entrevistas de empleo porque su cuerpo es sinónimo de pereza y descuido y en uno de los principales motivos de bullying en la infancia. La palabra “gordo” es comúnmente usada como insulto. En fin, muchos son los ejemplos de los prejuicios que las personas gordas sufren durante su vida.
Superar el capitalismo significa también superar esa presión estética que asola a la sociedad, para que las personas puedan ser quienes son, sin miedo.
Machismo y gordofobia
El machismo impone el poder de los hombres sobre las mujeres. Para el capitalismo eso es lucrativo, pues explota a las mujeres dos veces: cuando explota su fuerza de trabajo y cuando la obliga a realizar la mayoría de las tareas domésticas.
Por eso el movimiento feminista debe ser también socialista, pues solo así, liberará de hecho a la mujer.
Una de las caras del machismo es que el cuerpo de la mujer es de dominio público. Eso queda claro cuando no somos nosotras las mujeres las que podemos decidir si abortamos o no. Ese aspecto del problema es más sutil cuando imponen a la mujer las formas en que debe comportarse en la sociedad.
Como mujer debe estar dentro de los patrones establecidos. Ser gorda no es una opción, al contrario, es sinónimo de falta de cuidado. La mujer gorda no es bonita a los ojos masculinos y por eso muchas veces tiene dificultades de tener pareja.
Pese a que ser gorda no es una opción; aceptar su propio cuerpo, su metabolismo y límites, puede convertirse en una opción cuando discutimos sobre eso y veremos que la presión que ejercemos sobre nosotras mismas tiene una meta irreal.
Haríamos mejor si nos aceptamos como somos y pasamos a vivir una vida psicológicamente saludable, creando una red que debata este tema, leyendo sobre movimientos bodypositivos (cuerpo libre, en traducción libre). Todo eso ayuda a no sentirse mal con el cuerpo que tenemos.
La sociedad capitalista impone que para que nosotras seamos aceptadas y felices en nuestras vidas, tenemos que enamorarnos y casarnos, o sea, requerimos ser legitimadas por un hombre. Para eso, necesitamos ser flacas y estar dentro de los estándares impuestos por la sociedad. De ahí crece un círculo vicioso de falta de aceptación y baja autoestima, que fácilmente puede ser reparado con procedimientos estéticos o medicamentos caros, que en el futuro desarrollaran nuevas enfermedades, que nuevamente, requerirán de nuevos remedios.
Luego, combatir la gordofobia es también una tarea revolucionaria.
Traducción Opción/RV
*Militante de la Unión de Jóvenes Revolucionarios, UJR, Rio de Janeiro
Periódico “A Verdade”