Marco Villarruel A.*
Los canales privados Ecuavisa y Teleamazonas han declarado guerra abierta al monopolista Fantasma González por cuanto ha sido beneficiado con la concesión de frecuencias temporales a los canales RTS y Televicentro cuyas señales copan ya la sintonía en Quito y Guayaquil.
González tiene en el Ecuador decenas de concesiones radiofónicas, de televisión, y la propiedad del grupo El Comercio, que publica diarios, revistas y más productos editoriales. Algunas informaciones dadas a conocer en estos días dejan ver que El Fantasma es dueño de muchos medios en América Latina, especialmente la red Alba con la cual ha ejercido muñequeos políticos, especialmente en Guatemala. El Fantasma tiene medios en 11 países.
Algunas denuncias y acciones de protección se han presentado en varios países, pero no han logrado debilitar al más grande monopolista de medios de América Latina.
La razón es muy simple. Gonzáles ha tenido el apoyo de los gobiernos de turno, o por lo menos su silencio, a cambio del apoyo mediático tácito y el no entrometerse en los asuntos políticos domésticos.
Dos importantes investigaciones circularon en el Ecuador dan a conocer la tela de araña tejida con abogados, familias, empleados, prestanombres y empresas fantasmas. La una publicada por El Universo en 2016, y la otra por la Fundación Fundamedios, donde se detalla el meticuloso trabajo de ingeniería legal y económica mediante la cual se hizo de tantas propiedades en el Ecuador y en los demás países.
González, luego de asegurarse la propiedad de los medios ha sabido manejarlos contratando a expertos en programación, pautaje, asesores de contenidos, de mercadeo mediático y de expertos en nuevas tecnologías. Ellos organizan a todos los medios, intercambian programaciones (compradas en paquete y al por mayor en las ferias de productores de contenidos), generalmente con gran éxito en el nutrido mundo de la competencia mediática.
Algunos dirigentes gremiales de los periodistas y docentes universitarios han dicho que este agrupamiento mediático es un monopolio, lesiona a la libertad de expresión y atenta a la democracia. Pero en el Ecuador las medidas tardan en llegar. El poder de González es tan grande que ha ignorado las resoluciones de la Contraloría General de la Nación que disponían la anulación de un concurso amañado en el tiempo de Rafael Correa en el cual el mexicano-norteamericano duplicaba el número de frecuencias de radio y televisión. Los canales de TV cuestionados (RTS y Televicentro) funcionan con normalidad, y mientras tanto han pasado por el ente controlador ARCOTEL seis directores que no se animan a hacer cumplir las disposiciones legales. El grupo González supo salir airoso y hasta se dice que influyó en la ley de Comunicación, expedida en el 2013, en plena orgía correista.
El 14 de marzo del 2019 fue renunciado el ministro de Telecomunicaciones, Guillermo León, abrumado por la destitución que obraba en su contra y por su testaruda posición de no cumplir las disposiciones legales que determinaban la salida del aire inmediata de los canales cuestionados.
El escándalo suena ahora por la virulenta posición de los canales de la competencia que han terminado creando un estado de opinión desfavorable a González y sus maniobras. Al parecer el gobierno no se anima a medidas contundentes por el evidente poder del extranjero.
Pero el asunto tiene mucha historia. En octubre del 2006 la revista Textos y Contextos de la Universidad Central, denunciaba ya el carácter monopolizador de González y su evidente violación a las normas constitucionales (que prohibían la propiedad de extranjeros sobre los medios de comunicación). Al respecto el estudio señalaba que la red RTS (ex Telesistema, ex Telecuatro, el canal de TV más antiguo del Ecuador), había sido adquirida por González al millonario Fernando Aspiazu. En esos años como en los posteriores actuó un representante de la oligarquía guayaquileña llamado Carlos Muñoz Insúa y también Luis Esteban Amador otro personaje que aparece representando a los medios de González.
La empresa CENTRALDEC administra algunas radios del grupo González, así lo señalaba el diario El Universo en el 2015, que además informaba: “Centradec S.A., según su sitio en internet www.crtv.com.ec comercializa ocho medios, las radios Alfa, Galaxia, Joya Stereo, Fabu, Tropicálida, La Metro, RQP y el canal La Tele. No constan en su página web los canales RTS y Tropical TV, tampoco las radios quiteñas Fabu y Arpeggio ni los medios que recientemente se sumaron al conglomerado de Ángel González en Ecuador y que formaban parte del grupo El Comercio, esto es los diarios El Comercio y Últimas Noticias, además de las radios Quito y Platinum. Los dueños de Centradec S.A., Wendy Espinoza y Marcos Tenette, también figuran como propietarios de empresas que pertenecieron al magnate Ángel González como Películas Mexicanas del Ecuador S.A. y Espectáculos y Cines S.A.
Ha ocurrido también una nueva división entre los propietarios de los canales de televisión. Hace años se produjo una aguda disputa entre Ecuavisa (Grupo Alvarado) con TC TV (entonces del grupo Isaías) por los contratos de publicación de las guías telefónicas, una millonaria cantera de billetes. Los canales tienen su sindicato (Asociación Ecuatoriana de Canales de Televisión) muy dividido. Y los canales regionales tienen el suyo y las pequeñas operadoras de cable otro propio.
Ahora sienten la amenaza de la impunidad con la que crecen los medios de González, y el mismo miedo que les producía el más grande grupo mediático existente en el Ecuador: el monopolio de 28 medios de comunicación con decenas de repetidoras y frecuencias manejadas por Rafael Correa.
*periodista y docente universitario.