Por José Narváez N.
La corrupción es una peste que recorre toda la Tierra, se desarrolla y perfecciona, destruye economías, afecta a millones de personas, mientras un puñado de estos artífices del enriquecimiento ilícito, del latrocinio a los fondos públicos, gozan de los dineros mal habidos y de la pobreza que esto genera.
Haciendo referencia a nuestro continente, con el descubrimiento de América, llegaron migrantes europeos, especialmente españoles, quienes cometieron el más grande genocidio de la historia humana; despojaron de las tierras y tesoros, luego, asesinaron a miles de aborígenes, a los que sobrevivieron, los convirtieron en esclavos. Todo esto sucedió “en nombre de Dios”, pues, los clérigos que vinieron con los conquistadores fueron cómplices y encubridores de este genocidio.
Así transcurrieron cientos de años de esta etapa de la historia, denominada la Colonia. Esta detestable situación se puso fin con la lucha de los pueblos por la independencia del coloniaje español, lucha en la que surgieron líderes indígenas, campesinos, trabajadores, intelectuales que dejaron su legado de heroicidad para una nueva etapa de la Republica.
Sin embargo, cuando nos hemos puesto a pensar y analizar sobre este tema, frecuentemente nos hemos hecho preguntas como las siguientes: ¿Se logró, con esta lucha, la libertad definitiva de los pueblos?, ¿Se devolvió las tierras y tesoros que les fueron arrebatados? ¿Se logró instaurar la justicia, la democracia y la igualdad de todos los ciudadanos?.
La respuesta es un rotundo NO, nada de esto sucedió. Los grandes beneficiarios de esta lucha fueron las nuevas clases dominadoras, los herederos de los conquistadores, la burguesía que nacía, por lo tanto, se adueñaron de todo el poder político y económico, para convertirse en los nuevos latifundistas, empresarios, banqueros, y otros, para seguir sometiendo y explotando a las grandes mayorías populares.
Para completar la desgracia de los países, especialmente latinoamericanos, en los últimos años aparecen en el escenario político, movimientos y líderes, con careta de revolucionarios y socialistas del siglo XXI, quienes, con un discurso populista, logran engañar a los pueblos y se toman el poder.
Han pasado varios años para darnos cuenta que, no eran ni socialistas ni revolucionarios, eran los triple “RRR” (ratas, rateros y ratones) y una gran manada de borregos que se convirtieron en sus cómplices y encubridores.
En todos los países afectados por esta peste, han surgido: periodistas, intelectuales, organizaciones sociales y profesionales honestos y valientes, que han develado miles de hechos de corrupción, pero, desgraciadamente, son casos que continúan en la impunidad y, por el contrario, los denunciantes han sido perseguidos, encarcelados y hasta asesinados.
Actualmente, varios de estos corruptos se encuentran fuera de sus países de origen, se fueron cargando toneladas de dinero, dejando a los pueblos en la extrema pobreza; otros, siguen incrustados en los gobiernos de turno, para impedir que se haga una verdadera investigación y se sancione estos actos de corrupción.
Pueblos del Ecuador, de Latinoamérica y del mundo, juventudes verdaderamente revolucionarias, trabajadores de los campos y las ciudades, intelectuales de avanzada etc., es hora de despertar y luchar para poner tras las rejas a los corruptos y hacerles devolver el dinero robado.
No permitamos más que estos cínicos se sigan burlando de nosotros. Asistamos al entierro definitivo de ESTA MALDITA CORRUPCION.