Campos de concentración para niños
Marco Villarruel A.
La televisión alemana ha difundido estos días un reportaje sobre el atentado que un grupo de altos oficiales nazis ejecutó hace 75 años para acabar con Adolfo Hitler. Más de 150 militares y civiles fueron asesinados como represalia y castigo.
El documental da a conocer también que muchos niños, hijos de los ajusticiados, fueron confinados en una antigua edificación y durante cuatro años recibieron una educación especial, para que no olvidaran la “traición” de sus padres. Se trató de un secuestro con fines de lavado de cerebro.
Veamos otro caso. En 1939, el gobierno nazi abrió alrededor de 15 clínicas en varios país europeos ocupados, en las que nacieron de 8 000 a 20 000 niños y niñas de “sangre inmaculada”, de padres de “raza pura”, destinados a conservar y mejorar la raza aria y gobernar el mundo. Fueron llamados “Los hijos de la vergüenza”, aun cuando ellos no tuvieran la menor culpa de ser elegidos y posteriormente repudiados. Muchos de ellos pasaron el resto de su vida en instituciones siquiátricas. Lo mismo que ocurrió con miles de infantes que nacieron como producto de las violaciones por parte de los soldados aliados. Nadie quería reconocerlos por lo que el futuro les encontró vagando por el mundo.
Desde 1940 hasta 1960, Bélgica secuestró del Congo, Ruanda y Burundi a 20 000 niños y la mayoría de ellos terminaron en hogares adoptivos, casi como esclavos, u orfanatos. Eran hijos de colonizadores blancos y mujeres negras. Perdieron sus nacionalidades y Bélgica no les reconoció, por tanto eran apátridas. Durante la criminal ocupación belga murieron entre 10 y 15 millones de personas.
¿Más casos de violación de los derechos humanos de los niños? En el 2006 una ONG francesa fue descubierta cuando traficaba con 103 niños a los cuales, decía, los entregaría en adopción.
Los niños migrantes sufren en todo el mundo. En Italia, Francia, Hungría, Croacia y Turquía la legislación es punitiva y particularmente impide otorgar la nacionalidad aun si los niños han nacido en sus países. (Por razones de emergencia Colombia dará nacionalidad colombiana a los niños venezolanos nacidos en su territorio).
En la actualidad, los niños son secuestrados o detenidos a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos. Se ha documentado que también secuestran pandillas delincuenciales para pedir rescate, transformarlos en mulas para pasar droga, o hacerlos trabajar gratuitamente, como esclavos. En una zona rural del Estado de Nuevo México, en Estados Unidos, fueron encontrados 11 niños a quienes se les estaba entrenando para provocar tiroteos, dice un despacho internacional de CNN.
Hoy el maltrato a los niños y a las niñas lo lidera el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Él ordenó que las personas adultas que ingresaron al país sin portar los papeles requeridos serán detenidas y separadas de sus hijos, y encarcelados en enormes galpones durante tiempo indeterminado. Se estima en 13 000 los niños presos, entre ellos recién nacidos o de la primera edad; a los casi adolescentes se les conmina cuidar de los pequeños.
Se trata de un crimen abominable, pocas veces visto en la historia humana. Miles de infantes, hasta 17 años de edad, están presos en campamentos donde reciben alimentación chatarra, se les mezquina el agua, no pueden bañarse ni cambiarse de ropa. No tienen asistencia médica adecuada y apenas pueden hacer dos llamadas telefónicas al mes.
Un grupo de voluntarias se acercó al Centro de Detención Temporal en Clint, Texas. Encontraron a 350 niños que “estaban enfermos, tosiendo, les goteaba la nariz, muy sucios … y se les notaba que estaban hambrientos. Nadie cuidaba de ellos. Dormían en el suelo”.
En sus brazos tienen brazaletes con leyendas como “padre estadounidense”, y siempre, un número telefónico.
El crimen contra los niños cobró vigencia cuando se publicó la foto de un padre y su pequeña hija de dos años que yacían inertes en la orilla de un río en la frontera, luego de que los dos se ahogasen al intentar pasar a la otra orilla. Les sobrevivió la madre de Valeria que ahora no puede regresar a su país, ni puede ingresar a los Estados Unidos.
En estos últimos meses han muerto no menos de seis niños. En Homestead, Florida, más de dos mil menores sin acompañantes están encarcelados en este centro administrado por una empresa privada (Caliburn), con fines de lucro. Lla mayoría de estas organizaciones están administradas por Comprehensive Health Services, que recibe 220 millones de dólares del gobierno federal.
Trump se lava las manos y aunque en estas últimas semanas ha anunciado que entregará los niños a sus padres, acusa a los demócratas como causantes de este crimen porque “no aprueban los recursos para construir el muro”.
El mundo contempla con indignación este crimen contra la humanidad. Los esfuerzos de UNICEF, de organizaciones no gubernamentales y de algunos voluntarios, no son suficientes. Por razones geopolíticas los gobiernos guardan un silencio vergonzante en tanto que el responsable prepara su campaña electoral, en la que resaltará su odio a los migrantes, y a los niños.
El monstruo va en retirada. Luego de las redadas de la primera semana de agosto, liberó a los migrantes detenidos y dejó que los vecinos se hagan cargo de los niños cuyos padres estaban detenidos. Su discurso luego de la matanza en El Paso incluyó la condena a los supremacistas (personas blancas que odian a negros y latinos), pero nadie le creyó.
Por lo que se ve, los niños no son precisamente respetados por Trump.