Por Manuel Yepe
Es sabido y
confirmado por la historia que el establecimiento militar de Estados Unidos
tiene entre sus objetivos sistemáticos derrocar a gobiernos de otros países
elegidos democráticamente si considera que por algún motivo pueden constituir
una amenaza para los intereses de las corporaciones estadounidenses.
“Es muy evidente de que Estados Unidos es el más depravado y peligroso
entrometido en los asuntos de otras naciones que la historia haya conocido”,
asegura Dan Kovalik abogado especialista en derechos humanos y laboral, pero
sobre todo un antiimperialista consecuente de la estirpe de Michael Parenti,
William Blum y otros que como el héroe nacional cubano José Martí han vivido
suficiente tiempo en el monstruo y le han conocido las entrañas.
Kovalik es autor de tres libros. En los dos primeros trata sobre las campañas
bélicas específicas de Estados Unidos contra Rusia e Irán. Su tercera entrega,
The Plot to Control the World: How the US Spent Billions to Change the Outcome
of Elections Around the World (El plan para controlar el mundo: cómo gastaron
miles de millones de dólares para escamotear el resultado de las elecciones en
todo el mundo), aborda el amplio alcance de la injerencia electoral
estadounidense en el extranjero y ofrece apoyo político e ideológico a un
movimiento contra la guerra en Estados Unidos que han sido casi invisibilizados
en tiempos recientes.
El plan para controlar el mundo es tan detallado en su crítica al imperialismo
estadounidense como conciso. En poco más de 160 páginas, Kovalik analiza las
diversas formas en que el aparato político y militar de Estados Unidos
interfiere en los asuntos internos de naciones extranjeras en aras de lograr la
hegemonía global.
No pierde tiempo en exponer la mentira escandalosa en que se basa el
excepcionalismo estadounidense. Comienza con las ocupaciones imperialistas
estadounidenses de Haití y Filipinas a finales del siglo XIX y principios del
XX cuando Washington asesinó a millones de filipinos y lanzó a ambas naciones a
una espiral de violencia, inestabilidad y pobreza que continúa hasta el día de
hoy.
Kovalik explica, respecto a Haití, que aunque con el tiempo las justificaciones
específicas alegadas para la intervención han cambiado (oposición a que
finalizara la esclavitud, presiones por que se cumpla la Doctrina Monroe,
rechazo al socialismo y el comunismo, supuesta lucha contra el narcotráfico,
instauración de las leyes y ordenanzas del sistema capitalista), las
intervenciones nunca han parado y los efectos para el pueblo haitiano han sido
siempre desastrosos.
Kovalik tampoco pierde demasiado tiempo en mostrar la mentira básica del
excepcionalismo estadounidense que afirma que Estados Unidos es una fuerza para
el bien en el mundo y que sus guerras de conquista se justifican plenamente
porque sirven para la difusión de la democracia y la libertad por todo el
mundo.
Kovalik desafía el excepcionalismo estadounidense al mostrar a sus lectores el
daño que el expansionismo y el militarismo de Estados Unidos han causado a
naciones de todas las regiones del planeta, desde Rusia, Vietnam, Honduras,
Guatemala, República Dominicana, Congo, y muchas otras naciones han visto sus
sociedades devastadas por la intromisión electoral de Estados Unidos. En
Honduras, por ejemplo, un golpe de estado contra el presidente Manuel Zelaya,
en 2009 convirtió a la nación en uno de los lugares más peligrosos del mundo.
Decenas de miles de hondureños han sido desplazados, desaparecidos o asesinados
desde el golpe.
Otro aspecto importante del Plan para el control del mundo es su exposición a
la hipocresía de Estados Unidos en torno al tema de la intromisión electoral.
Desde el final de las elecciones de 2016, las ramas militar, política y
mediática del estado imperialista han acusado a Rusia de implantar virtualmente
a Donald Trump en la oficina oval. El público estadounidense se ha alimentado
de una dosis constante de propaganda anti-rusa en un aparente esfuerzo de las
élites para hacer sonar los tambores de la guerra contra el estado ruso que
dispone de armamento nuclear. Hay mucha evidencia de que Estados Unidos es el
más peligroso estado sistemáticamente entrometido en los asuntos de otras
naciones que la historia haya conocido.
Objetivo importante del imperialismo estadounidense ha sido procurar que sus
ciudadanos se vean como colonizadores que valoren a las víctimas del
establishment militar como salvajes dignos de ser masacrados, pero la trama
para controlar el mundo que propone Kovalik se basa en una premisa diferente:
el internacionalismo. El libro vincula la lucha contra el imperialismo yanqui
con las necesidades de los oprimidos y la clase obrera que viven en el corazón
del imperio, convirtiéndolo en una lectura esencial para aquellos que están
enfermos y cansados de la narrativa prevaleciente del excepcionalismo y quieren
estar armados con el conocimiento que es esencial para cambiarlo.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
Publicado en el periódico POR ESTO Internacional. Cancúm, Quintana Roo,