Por Jaime Chuchuca Serrano
En América Latina casi siempre la inestabilidad económica es el correlato de la inestabilidad política. Aunque la OMS ha declarado el fin de la emergencia sanitaria global por la COVID-19, la crisis económica continúa en varios aspectos, y se encuentra con otros varios shocks: la guerra Rusia-Ucrania, inflación, hambruna, crecimiento de la inseguridad. La guerra Rusia Ucrania hace replantear las estrategias económicas: como la moneda común o fortalecer las divisas propias como México, Brasil, Perú, Bolivia ha logrado estabilidad cambiaria.
La posible vinculación de Argentina a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) fortalecería las relaciones comerciales emergentes. El principal socio comercial de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú y otros ya es China; de Bolivia lo es la India y China; aunque de Ecuador y Colombia sigue siendo EEUU, en segundo lugar, esta China y Europa, respectivamente. Para México, el principal socio sigue siendo EEUU. No obstante, lo interesante es que para EEUU su principal socio es Canadá y en segundo lugar está México; por lo que la importancia económica de México para el capital estadounidense va en aumento. La apertura comercial con Venezuela le ha permitido un respiro, aunque la situación de pobreza no ha variado mayormente.
El progresismo se recuperó en Bolivia y Brasil; entró en nuevos espacios como Colombia y Chile, pero también tuvo reveses como Perú. En México, el Partido Morena tiene un reto para conservarse. Con AMLO ha habido una gran recuperación económica nacionalista; mientras que, en Argentina, Fernández ha cometido graves errores devaluatorios y ha subyugado al país de nuevo al FMI.
El gobierno de Petro marca su agenda por la paz con los grupos subversivos y el nuevo plan de desarrollo, con varios ejes como la descarbonización de la economía; como los otros países de la región, Colombia lucha contra la inflación y la devaluación monetaria. De otro lado, la derecha se conserva en Paraguay con Santiago Peña y amenaza con regresar a la Argentina. En el Perú, Boluarte y las oligarquías han logrado morigerar las movilizaciones a través de la fuerza. En Ecuador crece el narcotráfico y el juicio político contra Lasso parece un cuento de nunca acabar.