Por Remo Cornejo Luque
Hablar de Venezuela es hablar de cómo se expresan In Situ las contradicciones del sistema capitalista/imperialista.
Los intereses de las potencias imperialistas tienen como objetivo someter y «neocolonizar» gobiernos y/o Estados, apropiarse y saquear las riquezas naturales, minerales, hidrocarburíferas,y explotar a trabajadores, destruir el medio ambiente en todo el mundo, para resolver sus crisis económicas y liderar la carrera hegemonista que libran las grandes potencias.
En esta línea se ha inscrito el criminal bloqueo y las sanciones del gendarme del «Norte de América» en contra del Estado venezolano, políticas que han asfixiado económicamente a su pueblo, y ahora, se suman, las amenazas y gestiones desde sus órganos sostenedores de su política dependentista e impositiva neoliberal, como la ONU, OEA, etc., para entrometerse en los asuntos internos venezolanos, producto de las irregularidades, muy evidentes, de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio. La autodeterminación de los pueblos es tabla rasa para los apetitos voraces de las potencias imperialistas.
Pero, también es preciso señalar que en este país, lejos de ser un Gobierno/Estado socialista, es el escenario de las contradicciones entre grupos económicos para administrar la cosa pública, y la pugna diaria entre el capital y el trabajo, es decir, entre los intereses de los trabajadores y pueblos venezolanos versus la clase dominante que acumula riqueza con el aval de ciertas potencias extranjeras y el resentimiento de otras, lanzando a la desocupación, miseria y migración a miles y millones de venezolanos. Para cumplir con esta política de discriminación social y económica, para reprimir y violar los Derechos Humanos, lo hacen bajo la égida de un gobierno dizque progresista que blasfema a nombre de un reinventado e inexistente «Socialismo Bolivariano del Siglo XXI».
Indudablemente, los resultados electorales han agravado una crisis política que se vive desde hace tiempo. El apagón informático del CNE (muy parecido a lo ocurrido en el 2021 en nuestro país cuando le robaron el ingreso al balotaje a Yaku), ha causado reacciones de diversa índole que van desde las denuncias públicas en medios de comunicación, organismos internacionales, redes sociales, etc., pasando por el enfrentamiento en las calles, en diversos territorios, donde el gobierno de Maduro reprime, encarcela y asesina, defendiendo su maloliente «victoria» (con el aplauso de los correístas ecuatorianos), mientras la oposición (liderada por la derecha) resiste, se moviliza, envalentona y va teniendo el apoyo en el escenario internacional de diversos gobiernos como el de Daniel Noboa (que promueve políticas neoliberales a la orden del FMI). La pugna está bien exacerbada y los pueblos venezolanos, como base social de los actores políticos en confrontación, están haciendo caminos al andar y buscando esclarecer su rol y accionar.
El desenlace de esta crisis política será el resultado de la correlación de fuerzas, capacidad de movilización, resistencia y lucha de los dos grandes actores políticos al interior de Venezuela. En el bando donde se ubiquen los redactores de la historia, es decir la fuerza del pueblo, ahí se inclinará la balanza final.